⊰𝟖⊱

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—"Escúchenme... con todo lo sucedido, es probable que en cuanto las luces se apaguen, nos ataquen. Hay que prevenir eso."

—"¿Y qué tienes en mente?" preguntó una voz entre la multitud, curiosa pero escéptica.

—"Hay que hacer una barrera con camas y las bases metálicas. Así podremos tener una protección entre ellos y nosotros." explicó Gi-Hun, su mirada intensa y decidida.

Todos escuchamos atentamente, y la idea comenzó a tomar sentido

Era una estrategia simple, pero efectiva.

—"Eso podría funcionar," dijo una chica con el cabello atado en una coleta. "Si logramos apilar las camas, podríamos crear un obstáculo que nos dé tiempo para reaccionar."

—"Exacto," asintió Gi-Hun. "Necesitamos que todos colaboren. Cuanto más rápido lo hagamos, mejor será nuestra defensa."

—"¿Quién se ofrece para ayudar a mover las camas?" preguntó Young-Il mirando a los demás.

Varias manos se levantaron de inmediato, y el grupo comenzó a moverse con un nuevo propósito.

El PA anunció:

-"Faltan 30 minutos para que se apaguen las luces."

—"Vamos, no hay tiempo que perder," instó Gi-Hun, dirigiendo a todos hacia las camas.

A medida que las camas se apilaban, la barrera comenzaba a tomar forma.

El sonido del metal chocando y los murmullos de esfuerzo llenaban el aire, y poco a poco, el grupo se unió en un esfuerzo colectivo.

—"Esto es lo que necesitamos," dijo Gi-Hun, observando cómo la barrera crecía. "Si nos mantenemos unidos, podemos superar esto."

Sabíamos que la oscuridad podría caer en cualquier momento, pero ahora teníamos una defensa, y eso nos daba una oportunidad.

Ya teníamos todo hecho, una barrera fuerte y todos dentro, no faltaba nadie.

—"Los que hayan guardado los tenedores de la comida, pónganse al lado de las barreras. Si alguien llega a cruzar, no dejaremos que lastime a nadie," mencionó Gi-Hun, su voz firme y decidida.

Un murmullo de asentimiento recorrió el grupo. Algunos se movieron rápidamente hacia las barreras, sosteniendo los tenedores.

—"Mujeres, agrúpense en el centro. ¿Quiénes se ofrecen a protegerlas?" ordenó Gi-Hun, su voz resonando con urgencia.

Rápidamente levanté la mano, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre mis hombros.

Debíamos proteger a todas, pero las que más me importaban eran Celeste y Jun-Hee.

—"¡Yo!" me ofrecí, junto con otros seis hombres más que también se habían adelantado.

Las mujeres comenzaron a agruparse en el centro, sus rostros reflejando inquietud, eran pocas así que protegerlas sería tarea fácil

Gi-Hun miró a los hombres que se ofrecieron y asintió.

—"Bien, mantendrán la línea aquí. Recuerden, su prioridad es protegerlas. No se arriesguen innecesariamente."

Con un asentimiento, nos colocamos en posición, formando un círculo protector alrededor de ellas.

Celeste y Jun-Hee se encontraron entre las mujeres, y me sentí un poco más nervioso. Pero haría lo que fuera para defenderlas.

—"No se preocupen, las mantendremos a salvo," les aseguré, tratando de transmitirles confianza.

—"Recuerden, si alguien intenta cruzar, actúen rápido y con decisión," dijo Jun-Bae, mirándonos a todos. "No dejaremos que nos dividan."

La adrenalina corría por mis venas mientras mantenía mi tenedor en alto, preparado para cualquier cosa.

El grupo de hombres se mantuvo firme, y aunque estábamos todos asustados, parecíamos encontrar algo de consuelo en nuestras presencias.

—"Estamos juntos en esto," murmuré, tratando de calmar a Celeste y Jun-Hee. "No dejaré que nada les pase."

El PA anunció abruptamente:

—"Las luces se apagarán en 5, 4, 3, 2, 1..."

Hasta que el cuarto entero se sumió en oscuridad, nos quedamos en silencio total. Escuchamos cómo pasos se acercaban a la barrera que habíamos hecho. Todos nos preparamos y cubrimos cualquier posible entrada a donde estábamos.

De repente, la oscuridad se iluminó con los destellos de los ataques.

Algunos intrusos lograron pasar, y el caos estalló.

—"¡Hay más por acá!" grité señalando a un grupo de hombres acercándose con botellas rotas.

Los hombres que estaban conmigo respondieron rápidamente, formando una línea firme. Los primeros atacantes fueron eliminados rápidamente, sus cuerpos cayendo al suelo con un golpe sordo. Pero otros lograron cruzar hacia donde nos encontrábamos nosotros, eliminando a algunos de nuestros compañeros en el proceso, pero atacábamos devuelta en defensa propia.

Uno de ellos se me abalanzo con un tenedor, apuntándome al cuello, en ese momento lo único que pude hacer fue agarrarle el brazo con toda mi fuerza e intentar alejarlo de mí. Sentía como lo presionaba haciendo que soltara quejidos de dolor, fue cuando sentí que de golpe el atacante cayó al suelo con la cabeza ensangrentada. Jun-Hee le aventó una botella desde donde ella se encontraba, vi como rápido Celeste la cubrió, usándose como escudo en caso de que la atacaran.

Aproveche la distracción y me abalance contra el hombre, apuñalándolo múltiples veces, mi cara siendo salpicada de su sangre. Reaccione pero hecho estaba, el hombre no se movía. No entendí que me paso en ese instante pero temblé, me caí al suelo repentinamente y solo me arrastré de espaldas a la pared más cercana, me cubrí los oídos mientras veía todo el caos. Sentí una mano en el hombro, me cubrí por instinto pero la voz me era familiar.

-"¡Dae-Ho, levántate! ¡Ven por aquí!" Era Celeste intentándome arrastrar al tipo de escondite donde se encontraban algunos heridos y las mujeres. Me quede respirando fuertemente, mi cabeza daba vueltas y solo me tocaba la cara, sintiendo el liquido carmesí hirviendo en mis mejillas. No pude decir nada.

—"¡No se detengan! ¡Sigan luchando!" ordenó Gi-Hun, su voz resonando en la oscuridad.

La lucha continuó, y cada segundo se sentía como una batalla por nuestra supervivencia. Pero no pude hacer más que esconderme.. no podía hacer nada más, mi cuerpo no me respondía.



Celeste's POV:



Finalmente, las luces se prendieron, cegándonos por unos momentos por el cambio repentino de iluminación. Un estruendo resonó cuando uno de los guardias disparó al techo para asustarnos. Me encontraba abrazada de Jun-Hee, tratando de protegerla mientras el caos se desataba a nuestro alrededor.

Los guardias entraron a la habitación, acorralándonos a todos contra las paredes y obligando a los demás a soltar sus potenciales armas.

—"¡Manos en la cabeza! ¡De espaldas!" gritó uno de ellos, su voz dura y autoritaria.

Obedecimos, sintiendo la presión de sus miradas sobre nosotros mientras revisaban nuestros bolsillos. Un segundo grupo de guardias entró con los característicos ataúdes adornados, y un silencio incómodo se produjo en la sala. Recogieron a los muertos, un total de 24, sus cuerpos inmóviles siendo llevados con desdén, pero estaba segura de que no se los entregarían a sus familias. (Entre ellos el jugador 100, por suerte).

Los charcos de sangre se esparcían por la habitación; no podía ni mirar sin sentir nauseas. Los guardias, una vez concluida su tarea, se quedaron en la entrada, atentos por si ocurría algo más. Dae-Ho no dejaba de verse las manos, shockeado por lo ocurrido. Ni el se creía que había matado a alguien. Aunque fuera en defensa propia notaba el rastro de culpa en sus ojos llorosos, sus manos temblaban y de su boca no salía sonido alguno. Sus lágrimas se mezclaban con la sangre seca que tenía en las mejillas y no pude hacer más que abrazarlo y estar ahí para el.

Mi grupo se sentó en una pequeña esquina, tratando de asimilar lo que había ocurrido. Gi-hun se encontraba sentado en silencio, el era el que se veía más afectado después de Dae-Ho. Jung-Bae se acercó a el para despejarle la mente un rato pero parecía no haber funcionado, Jun-Hee estaba recostada en una pequeña camita junto con la señora mayor, que parecía atenta de su estado.

 Así nos la pasamos.. checando a los heridos, verificando a los demás e invadidos por el shock.

 Fue cuando después de un rato pedí si podía ir al baño, el guardia al ver que iba sola accedió dejarme ir. Al entrar agarre tanto papel como pude, revise cada cubículo y lo vacié, y así hice también con el baño de hombres. Remoje algunos papeles y otros los lleve completamente secos. Todos los guarde en mi chamarra que había amarrado estratégicamente para que ninguno cayera en el camino de vuelta. 

Al llegar me dirigí con mi grupo y les di los papeles húmedos para que se limpiaran la cara de las manchas de sangre, recogí las chamarras y las puse en el piso para que absorbieran las manchas de sangre cercanas, con los demás papeles se los entregue a los heridos para que los usaran de vendas. Hasta el momento fueron más perdidas del lado de la O así que tenía esperanza de ganar la votación.

Después de muchas horas, vi al guardia con el cuadrado en la máscara entrar, seguido de los guardias con el triángulo.

—"Debido a que el día de ayer la votación quedó en empate, prometimos que se realizaría otra. Así que, por favor, les pedimos que se formen para la votación. Empezaremos con el jugador 001."

Young-Il caminó hacia los botones y fue el primero en presionar la X. Y seguido de él fui yo, que tampoco dudé ni un segundo en votar en contra de continuar los juegos. Sabía que hoy nos iríamos a casa.

Así la votación continuó; muchos a favor y muchos en contra, pero por obvias razones, quedamos por encima. ¿Era real? ¿Nos iríamos a casa? La esperanza comenzó a florecer en nuestros corazones, mientras las miradas de los demás se llenaban de incredulidad y anhelo.

Cada voto parecía un paso más hacia la libertad, y el peso de la decisión se sentía más ligero con cada "X" que se presionaba. Al final, el guardia con la máscara cuadrada hizo una pausa, mirando la lista de votos. El silencio era ensordecedor, y todos esperábamos con ansiedad su anuncio.

—"La mayoría de los jugadores votó por terminar el juego. Por lo tanto, desde este momento, el juego se da por terminado."

No tardó mucho para que hubiera quejas; los del lado del círculo querían que nosotros nos fuéramos, pero que ellos se quedaran para seguir jugando. Sin embargo, rápidamente la realidad les pesó.

—"Nos lamentamos tener que despedirnos de esta manera. Pero el voto ya fue hecho, por lo tanto, se les invita a irse con el premio que tiene acumulado cada uno hasta el momento."

Las palabras del guardia resonaron en la sala. Algunos jugadores del círculo comenzaron a protestar, pero sus voces se ahogaron en el murmullo de los que celebraban la decisión. La idea de salir de aquel lugar era abrumadora.

Me acerqué a mi grupo que se encontraba felizmente festejando, nos abrazamos como última despedida y nos llevaron a un lugar, donde nos volvieron a sedar. Lo último que recuerdo es cerrar los ojos y sentir que alguien me sostenía la mano levemente, hasta que quede profundamente dormida.

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Sentí que caía con un fuerte golpe al suelo frío. Me encontraba vendada y amarrada de los pies y las manos. A mi lado escuché otro golpe y el sonido de unas maletas cayendo. Solté un quejido de dolor y me quedé acostada en el suelo; se sentía como pavimento. Seguido se escuchó una camioneta arrancando y alejándose poco a poco, hasta que ya no escuché nada.

—"¡Ayuda! ¿Hay alguien ahí?" Escuché unos gritos provenientes de al lado mío.

—"¿Qué mierda? No grites, seguramente nos tiraron en donde no pasara nadie."

—"¿Y qué más puedo hacer? ¿Esperar a que pase un carro y nos atropelle?"

—"Pues no, pero si estamos atados, hay que desatar al otro como mínimo."

—"Tienes algo de razón. ¿Dónde estás tú?"

—"Atrás tuyo, pienso. Aprovecha que estás y desátame las manos."

Con cuidado, intenté girar mi cuerpo para alcanzar a la otra persona. Sentí sus manos buscando las mías.

—"Voy a intentar desatarte," dijo, moviendo sus manos en busca del cordón. Continuó un par de minutos más hasta que sentí que mis manos se liberaban. Rápido, me quité la venda y me desaté los pies. Nos habían tirado en ropa interior, ni para eso tenían respeto. Volteé hacia la otra persona y me di cuenta de que era Dae-Ho.

—"¡Dae-Ho! Soy yo, Celes."

Su expresión de alivio fue instantánea.

—"Celes, gracias a Dios. Pensé que estaba solo, pero desátame rápido, hace muchísimo frío," respondió, tratando de recomponer su aliento.

—"Sí, perdón." Me acerqué y desaté sus manos, luego le quité la venda. Él se sentó y se desató los pies. Ambos nos paramos y buscamos las maletas; como prometido, estaba el dinero que ganamos y nuestra ropa. Nos cambiamos rápidamente por el frío que hacía. Agarré mi celular y me conecté a una red de internet gratuita cercana.

—"No estamos lejos de donde me recogieron. Mi apartamento tampoco debe de estar lejos. Puedes quedarte hoy conmigo y mañana vas a tu casa, que haga menos frío."

—"Sí, claro. Por cierto, muchas gracias por desatarme."

Mientras revisaba mi celular, busqué un mapa para orientarnos. La ansiedad seguía presente, pero la idea de estar a salvo me daba fuerzas.

—"Mira, solo tenemos que seguir esta calle y girar a la derecha. No debería tardar mucho," le dije, sintiendo que por fin había escapado del infierno que viví.

—"Perfecto. Vamos, no perdamos más tiempo," respondió Dae-Ho.

Comenzamos a caminar, cada paso llevándonos más cerca de la seguridad de mi apartamento. El frío seguía aumentando pero no tardamos mucho en llegar, subí las escaleras y escanee la tarjeta de acceso de la entrada de los edificios, entramos con paso lento y nos subimos al elevador. En poco tiempo llegamos a la puerta de mi casa. La abrí y entramos a sentarnos.

—"¿Te imaginas que todo lo que pasó solo hubiera sido un mal sueño?" comentó Dae-Ho, tratando de romper la tensión.

—"Ojalá. Pero al menos estamos juntos, y eso es lo que importa ahora," respondí, sintiendo que la amistad entre nosotros se hacía más fuerte, y mis sentimientos por él también.

Le hice una pequeña cama improvisada a Dae-Ho en mi sala de estar, le di cobijas y algo de ropa grande que tenía. Me pidió si podía darse una ducha rápida en mi baño y le dije que con gusto. Le presté una toalla y le señalé que el baño estaba dentro de mi cuarto. Cuando el entro, le pedí su ropa para darle una lavada, la metí a la lavadora e hizo todo el trabajo. Luego la metí a la secadora.

Aproveché que se estaba bañando y puse a cargar mi celular. Me di cuenta de que tenía bastantes llamadas perdidas de la chica dueña de los apartamentos. Le mandé un mensaje y le avisé que estaba bien, que no hacía falta meter una denuncia de desaparición, y también le informé que ya le podría pagar los meses que le debía de servicios.

Mientras escribía, sentí un alivio al saber que podía ponerme al día con mis responsabilidades. Me senté en mi cama a esperar que Dae-Ho saliera, sintiendo una mezcla de preocupación y gratitud por tenerlo a salvo. Saqué su ropa de la secadora y se la deje encima de mi cama, le avise que se cambiara con tranquilidad y que lo esperaría fuera.

El sonido del agua corriendo se detuvo, y unos minutos después, Dae-Ho salió del baño.

—"¡Eso fue justo lo que necesitaba!" dijo, secándose el cabello con la toalla. "Gracias por esto, Celes. No sé qué habría hecho sin ti."

—"No hay de qué. " respondí, sonriendo. "Ahora, ¿quieres algo de comer? Creo que tengo algo en la nevera."

—"No es necesario, ya hiciste mucho por mí el día de hoy." respondió, mientras se acomodaba en la cama improvisada.

—"Déjame prepararte algo, no nos dieron de comer hoy. Supongo que tienes hambre."

Fui a la cocina y preparé un par de sándwiches y un poco de té caliente. Mientras lo hacía, no podía evitar pensar en lo que habíamos pasado. La experiencia tan horrible que nos había unido de una manera inesperada, y ahora estábamos aquí, tratando de encontrar un poco de normalidad después de esa pesadilla.

Regresé a la sala con la comida y le ofrecí un plato.

—"Esto debería ayudar a que te sientas mejor," dije, entregándole el sándwich.

—"Gracias, realmente lo aprecio," dijo Dae-Ho, tomando un bocado.

Me dirigí al baño y me di una larga ducha, después de todo en ese lugar no tenían duchas, que asco. Salí del baño, me cambie y me dirigí a la sala. Nos sentamos juntos en la pequeña cama que le armé, prendí la TV y le pregunté si le gustaría ver algo en específico. Nos quedamos viendo la tele hasta quedarnos dormidos. Me apoyé en su hombro y me relajé, queriendo olvidar todo lo que había vivido hasta el momento.

Al día siguiente, me despertó el sonido del timbre en la puerta. Me paré lentamente y tapé a Dae-Ho con una cobija porque él seguía dormido. Me dirigí a la puerta y la abrí con cuidado. Era Jukyung, la dueña de los apartamentos donde vivía, y me dio un cálido abrazo.

—"Estuve tan preocupada por ti. ¿Dónde estuviste?" preguntó, su preocupación evidente en su voz.

Sabía que si le decía que me habían secuestrado y obligado a jugar juegos coreanos donde el que perdía era asesinado, no me creería. Así que le respondí lo que se me ocurrió en el momento.

—"Viajé a mi país natal y agarré dinero de mis ahorros y me regresé."

—"Dios, me hubieras dicho. Desapareciste como si nada. ¡Pensé que te secuestraron!" exclamó, su expresión cambiando de preocupación a alivio.

—"Lo siento, no quería preocupar a nadie. Simplemente necesitaba un tiempo para mí," le dije, tratando de sonar convincente.

Jukyung asintió, aunque podía ver que aún le quedaba un poco de inquietud en su mirada.

—"Bueno, me alegra verte de vuelta. Si necesitas algo, no dudes en decírmelo. Y por favor, cuídate." dijo, dándome un último abrazo antes de irse, pero la detuve y le entregué el dinero que le debía. Completo.

—"Esto es para ponernos al día," le dije, sintiendo un peso menos sobre mis hombros.

Cerré la puerta y volví a la sala, encontrando a Dae-Ho todavía dormido. La conversación con Jukyung había traído de vuelta algunos recuerdos dolorosos, pero también me recordaba que estaba rodeada de personas que se preocupaban por mí.





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