⊰𝟕⊱

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Dae-Ho's POV:

De repente, la música y la plataforma se detuvieron, la bocina del PA anuncio:

—"Dos."

El tiempo se congeló en ese instante. Todos nos separamos en parejas. Sin pensarlo, tomé la mano de Celeste con fuerza, era la única que me importaba en ese momento.

—"¡Vamos!" dije, tratando de infundirle valor, aunque mi voz temblaba. No había tiempo.

Me abrí paso entre la gente y corrimos juntos hacia una puerta de color azul y nos encerramos. Sentí cómo la adrenalina corría por mis venas mientras sostenía la puerta con todas mis fuerzas. El ruido de la gente intentando abrirla era ensordecedor. Había personas queriendo sacarnos a la fuerza. Maldita sea no aguantaré mucho. Son como seis.

Los segundos transcurrían con una lentitud insoportable, cada uno arrastrándose como si el tiempo mismo se hubiera detenido. El estruendo de la gente impactando contra la puerta resonaba haciendo eco en mis oídos y alimentando el miedo que tenía de que tumbaran la puerta hacía abajo. 

Finalmente, sonó el pitido que indicaba que el temporizador había llegado a su fin. La puerta se cerró automáticamente, y en un instante de alivio me aleje de la puerta, corriendo a abrazar a Celeste.

—"Sobrevivimos... Dae-Ho, sobrevivimos." dijo, y su voz temblorosa me hizo sentir un poco más calmado, la protegí, esta viva.

Tenía muchas ganas de responderle lo que en verdad pensaba. "Intente.. sobrevivir por ti. Y lo logré, lo logramos." pero de mi boca no salió ni un pío. Me quede en silencio abrazando su cuerpo con fuerza, no quería soltarla nunca más.. no quería que nada le pasará.

La miré a los ojos y vi en su expresión miedo. Sabía que habíamos logrado esquivar la muerte, pero el precio de nuestra supervivencia significo la muerte de muchos más.

 Habíamos sobrevivido, pero a costa de otros. No podía dejar que ese pensamiento me consumiera. Teníamos que encontrar a los demás una vez las puertas se abrieran.

Del PA escuchamos:

"Termino el tercer juego."





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Todos nos dirigimos en silencio hacia el dormitorio. Celeste iba enfrente mío, sin decir una palabra, pero la entendía. El shock nos había pegado a todos. El aire se sentía pesado y nadie se animaba a hablar.

Al llegar a la habitación, como era costumbre, nos hicieron votar. Pero para no hacer el cuento largo, quedamos 50/50. Los guardias, con sus miradas frías y desinteresadas, nos informaron que la siguiente votación se llevaría a cabo al día siguiente.

Nos sentamos varios de los que votamos "X" en una pequeña esquina entre las camas para comer. Era sushi y refresco. Mientras comía, noté a Celeste acercarse con una expresión como asqueada.

—"Hola, Celes ¿Qué pasa?" le pregunté, intentando romper el hielo.

—"No me gusta el sushi... ¿quieres el mío?" preguntó, su voz apenas un susurro que a duras penas yo pude oir.

—"Pero... ¿Qué vas a comer?" respondí, sorprendido por su oferta.

—"Nada... solo me gusta el arroz, pero no voy a quitárselo solo para comerlo. Podré aguantar hasta mañana." dijo, encogiéndose de hombros con resignación.

La escuché y sentí una punzada de tristeza. No quería que pasara hambre, especialmente después de lo que habíamos vivido.

—"Celes, no tienes que hacer eso. Si no te gusta, deberías comer lo que puedas," le dije, intentando convencerla. "Podemos compartir, así ambos comemos algo."

Ella me miró, sus ojos reflejando la vergüenza que le daba admitir que no quería comer.

—"No quiero ser una carga." respondió, bajando la mirada. "Además, hay otros que necesitan más que yo."

Su generosidad me conmovió, pero al mismo tiempo me frustró.

—"No eres una carga, Celeste. Todos estamos en esto juntos. No puedes sacrificarte por los demás todo el tiempo." le dije, tratando de hacerla entender.

Después de un momento de duda, finalmente sonrió, aunque era una sonrisa triste.

—"Está bien, si insistes..." dijo, extendiendo su mano con el sushi. "Pero solo comeré un poco."

Tomé un par de piezas y le di un sorbo a mi refresco, sintiendo que, a pesar de la situación, ese pequeño acto de compartir nos unía un poco más.

—"Gracias, Celes. Prometo que mañana te conseguiré algo que te guste cuando salgamos de aquí" le dije, sintiendo que en medio de la oscuridad, aún había espacio para la amistad y la solidaridad.

Mientras comíamos en silencio, el peso de la incertidumbre seguía presente, pero al menos teníamos un momento de conexión.

Nuestro pequeño momento entre nosotros fue rápidamente interrumpido por Gi-Hun.

—"Hay que convencer a algunos de los del otro lado para que voten por salir," dijo.

—"Hijo, con esta comida no van a durar mucho tiempo." respondió la Geum-Ja, la señora 149, su voz llena de preocupación. "Por la mañana tendrán tanta hambre que votarán por salir."

El hijo de la señora, que por cierto se llamaba Yong-Sik,  se paró rápidamente y les gritó a las personas del otro lado.

—"¿Por qué no dejamos de sufrir con esta comida? Una sola persona que se una a nosotros, para que así mañana salgamos de aquí y podamos comer algo más rico que esto. ¡Al salir les invito a todos!"

Todo el lado de "X" comenzó a gritar ofertas para convencerlos, pero el señor 100, que por cierto era un castroso, se burló de nosotros.

—"¡Si mueren en el próximo juego, podremos comprarnos un rancho propio cada uno de los de aquí!" dijo con una risa despectiva.

El otro lado se rio frenéticamente ante el comentario, y no pude aguantar la rabia que sentí. Me paré y grité hacia ellos.

—"¿Por qué están tan tranquilos, eh? ¿Creen que sobrevivirán en el siguiente juego? Si no se van ahora, ¡todos ustedes morirán aquí también!"

—"¡Pues veamos quién muere de todos, eh! Jueguen un juego más y dejen de actuar como cobardes!" gritó un hombre desde el otro lado.

—"¿Cobardes? No. Ven aquí que te voy a romper el puto hocico." respondí, acercándome, pero Jung-Bae me detuvo antes de que pudiera iniciar una pelea.

—"¡No trates así a los civiles!" gritó Jung-Bae, intentando calmarme.

Me levanté la camisa de la parte izquierda del brazo y mostré mi tatuaje.

—"¡Soy un marine, idiota! ¡Respétame!" exclamé, tratando de demostrarles que no debían meterse conmigo.

Pero en lugar de intimidarse, terminaron riéndose de mí.

—"¡Mira al marine! ¿Qué vas a hacer, nadar hacia nosotros?" se burló uno de ellos.

Se armó un caos, pero no teníamos permitido cruzar al lado contrario. Todos estábamos en las orillas, diciéndonos cosas, y lo único que se me ocurrió fue sacarles el dedo grosero. La satisfacción de ese gesto me hizo sentir un poco mejor, aunque sabía que no era la solución.



Celeste's POV: 



En lo que veía como se empezaban a insultar de lejos un bando con el otro, me quede sentaba tranquilamente con Jun-Hee, le convidaba de mi comida y ella comía en silencio. Hasta que noto una expresión triste en mi cara.

—"¿Que tienes Celes?" preguntó algo preocupada.

—"Se nota mucho ¿eh?" le dije con una pequeña risa, intentando disimular lo mal que me sentía.

—"Puedes contarme siempre, no soy muy buena con las palabras pero.. se escuchar." me dijo con una mirada sincera.

—"Conocí a un chico aquí en los juegos. Es lindo, amable, atento... pero me dijo que le gusta alguien más. No voy a mentir, me dolió escucharlo. Aunque apenas lo conozco, siento que estoy empezando a sentir algo por él." Dije, bajando la mirada con cierta vergüenza.

—"No te preocupes, inténtalo. Si no resulta, la vida sigue. Aún somos jóvenes y no necesariamente encontrarás al amor de tu vida aquí. Todavía tienes mucho por vivir."

—"Si.. tienes razón." Pausé y luego volví a hablar.

—"Aparte ahorita no estoy para novios."

Jun-Hee se quedo un momento en silencio.

—"Pobre Dae-Ho."

—"¿Por?"

—"Es obvio que le gustas. Te ve y se le ilumina la carita." dijo mientras ambas veíamos en dirección a Dae-Ho, mientras peleaba con las personas del otro bando y les sacaba el dedo de en medio a su vez, no pude evitar soltar una sonrisita. ¿Le gusto?

—"Ve, háblale." Dijo Jun-Hee, le dedique una sonrisa y me dirigí hacía su dirección. Tocándole el hombro.

Dae-Ho's POV:

Sentí una mano en el hombro. Era Celeste.

—"Dae-Ho, no te metas en problemas... te van a buscar en el siguiente juego si es que perdemos la votación." me advirtió, su voz suave pero firme.

La miré y vi la preocupación en sus ojos.

—"Celes, no puedo quedarme callado mientras ellos se burlan de nosotros. No podemos dejar que nos traten así." respondí, aunque su advertencia resonaba en mi cabeza.

—"Entiendo, pero debemos ser inteligentes. Si perdemos la votación, todo habrá sido en vano." dijo, intentando razonar conmigo.

Suspiré, sintiendo la frustración y el deseo de luchar en mi interior. 

—"Tienes razón, pero no puedo soportar su arrogancia. No puedo quedarme de brazos cruzados." Le dije, sintiendo que la impotencia comenzaba a consumirme.

Celeste me miró con una mezcla de comprensión y preocupación.

—"Solo... ten cuidado, por favor." pidió, y su mirada me hizo sentir un poco más calmado.

Decidí que, aunque mi impulso era pelear, debía ser más astuto. Teníamos que encontrar aliados, no enemigos. Y aparte, no podía negarme a algo que ella me pidiera, estoy loco por ella.

—"Perdóname Celes, no lo volveré a hacer." le prometí, aunque sabía que la rabia seguía burbujeando en mi interior. Me dispuse a seguirla, pero antes les volví a sacar el dedo para que vieran que no me rendí.

Caminé detrás de ella hacia las camas y me senté a su lado. Celeste se recostó, agarrándose el abdomen con dolor. Ya la había notado así un rato antes pero se veía más tranquila.

—"¿Qué pasa? ¿Te sientes bien? ¿Fue por no comer mucho?" le pregunté, preocupado.

—"No, no. No es eso... estoy a punto de menstruar, creo." respondió en un susurro.

—"Oye, pero no traes nada, y no creo que los guardias te den una toallita." le dije, sintiendo la urgencia de la situación.

—"Me pondré papel hasta que salgamos de aquí." contestó, tratando de restarle importancia.

—"Celes, no. Tuve cuatro hermanas, sé qué hacer en estas situaciones... ven, te acompaño al baño." le ofrecí, decidido a ayudarla.

Caminamos juntos hacia el baño de mujeres. En el camino, pasamos cerca del de hombres, donde se escuchaban gritos y amenazas. Ignoramos el ruido y continuamos con nuestro camino. Celeste seguía agarrándose el abdomen, y le dije que se asomara por la puerta para ver si había alguna chica dentro.

—"No hay nadie, pasa." dijo, aliviada.

Caminé detrás de ella, entrando al baño.

—"Ponte algo para el sangrado y sientate. Yo te prepararé algo para el dolor." le dije, intentando sonar tranquilo.

Siguió mis instrucciones y entró al primer cubículo. Salió rápidamente y se sentó en unas banquitas que había dentro del baño, yo busqué en los dispensadores del baño por algo que pudieramos utilizar como gasas, algodón o un medikit en general, pero estaban vacíos. Claro, no les importaría nada.

—"No hay nada aquí." murmuré, frustrado. "Pero puedo improvisar."

Recordé que había visto algunos papeles al lado del lavabo del baño de hombres, seguramente aquí era igual.

Regresé rápidamente con un puñado de papel remojado con agua caliente que había logrado calentar en el grifo.

—"Aquí, esto debería ayudarte un poco." le dije, ofreciéndole el papel.

Celeste lo tomó con gratitud, levantándose la camisa un poco y bajándose el pantalón hasta la cadera. Se puso el papel en el vientre. Quise evitar mirarla pero no pude, la piel de su abdomen se veía muy suave y delicada. Me daban ganas de abrazarle la cintura con un brazo y cargarla como si nada. A pesar de todo funciono de algo la marina, me volví robusto y fuerte, podría cargarla como si nada, no importa si pesara 40 kilos o más de 70.

—"Gracias, Dae-Ho. No sé qué haría sin ti." dijo, sonriendo débilmente.

—"No es nada. Solo quiero que estés bien." respondí, pero mi preocupación por ella era más fuerte que cualquier otra cosa.

Mientras ella se acomodaba, escuchamos un estruendo proveniente del baño de hombres.

—"¿Qué crees que está pasando allí?" pregunté, intentando distraerla.

—"No lo sé, pero parece que están a punto de matarse." respondió, intentando reírse, aunque el dolor aún la afectaba.

Decidí quedarme con ella hasta que se sintiera mejor.

—"Voy a quedarme aquí contigo. No me importa lo que pase allá afuera." le aseguré.

Celeste asintió, y poco a poco, su respiración se fue calmando.

—"Gracias por estar aquí." dijo, y en sus ojos vi una mezcla de alivio y gratitud.

En medio de la incertidumbre, ese momento de conexión me hizo sentir que, aunque estábamos atrapados en una pesadilla, había algo por lo que valía la pena luchar.

El ruido del otro baño continuaba, pero aquí, en este pequeño refugio, todo parecía un poco más soportable.

Durante esos minutos, platicamos y compartimos sobre nuestras vidas. Ella me ofreció sentarme a su lado, pero noté que no aguantaba mucho tiempo en esa posición porque el dolor le aumentaba.

—"Recuéstate en mis piernas, estar sentada hará que te duela más." le sugerí, preocupado por ella.

Ella asintió con la cabeza mientras se recostaba. Su pelo ondulado cayó suavemente sobre mis piernas, y no pude evitar tocarlo con delicadeza.

—"¿Puedo peinarte?" le pregunté, sintiendo que ese gesto podría aliviar un poco su incomodidad.

Celeste sonrió levemente, como si la idea le agradara.

—"Claro, me encantaría." respondió, su voz un poco más animada.

Empecé a desenredar su cabello con los dedos, moviéndolo suavemente. El acto de peinarla parecía calmarla, y el ambiente se volvió un poco más ligero. Me quite la liga de mi propio cabello y me lo acomode para que no se me fuera a la cara. Al crecer con muchas hermanas me había vuelto un experto en trenzas y peinados. Le trenzaba el cabello con delicadeza mientras ella cerraba los ojos con tranquilidad. Me fije en sus pestañas.. no las tenía ni tan largas ni tan cortas, pero las tenía rizadas, lo que hacía que sus ojos destacaran. Eso era lo que más me gustaba de ella, sus ojos.

Mientras peinaba su cabello, noté cómo su respiración se hacía más tranquila.

—"¿Te duele todavía?" le pregunté, preocupado.

—"Un poco, gracias. Esto es muy relajante." admitió, y su expresión se suavizó.

Continué peinando, sintiendo que el caos del exterior se desvanecía.

—"Recuerda que, aunque estemos atrapados aquí, siempre habrá momentos como este que valen la pena." le dije, intentando infundirle un poco de esperanza.

Ella abrió los ojos y me miró con gratitud.

—"Gracias, Dae-Ho. Tenerte cerca es como darme un respiro de este lugar." dijo, y su mirada reflejaba una conexión más profunda.

Continuamos así un rato más, disfrutando de la tranquilidad, hasta que de repente, por las bocinas, que también estaban instaladas en los baños, sonó el siguiente anuncio. Que mató el ambiente en solo un par de segundos:

—"Estos son los jugadores eliminados: Jugador 230, Jugador 268, Jugador 299, Jugador 331 y Jugador 401."

Celeste y yo nos volteamos a ver aterrorizados. La broma que había hecho ella minutos antes se volvió realidad. El sonido proveniente del baño de hombres... sí eran ellos matándose.

—"No puede ser." murmuré, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda.

Celeste se incorporó rápidamente, su rostro no mostraba ese color bronce tan bonito que tenía naturalmente, estaba pálido y lleno de miedo.

—"¿Qué significa eso? ¿Por qué los eliminan?" preguntó, su voz temblando.

—"No lo sé, Celes. Pero... esto es serio." respondí, intentando mantener la calma, aunque mi corazón latía con fuerza.

El ambiente en el baño se volvió pesado. Con solo estar ahí nos sentíamos incómodos, como una sensación inminente de peligro.

—"Debemos regresar." dije con mirada fija en la puerta.

Ambos sabíamos que quedarnos allí no era una opción.

—"Tal vez debamos intentar averiguar qué está pasando." sugerí, tratando de ser lógico en medio del caos.

Nos levantamos, y antes de salir, me aseguré de que estuviera bien.

—"¿Te sientes capaz de caminar?" le pregunté, preocupado.

—"Sí, creo que puedo." respondió, aunque su rostro aún mostraba signos de dolor. Le sostuve el brazo como abrazándolo mientras caminamos hacía la puerta.

Con un último vistazo hacia el baño, abrimos la puerta y salimos, dirigiéndonos a ver lo que estaba sucediendo. En el camino, vimos cómo los guardias sacaban ataúdes del baño, adornados con moños rosas. Cinco en total. 

Pasamos silenciosamente a su lado y vimos de reojo la puerta del baño de hombres totalmente abierta, con charcos de sangre que lo cubrían todo. Sintiendo un nudo en el estómago, y cruzamos la puerta que daba hacia el cuarto. Cuando llegamos, ya estaban todos agrupados, sentados en el suelo, al parecer contándose.

—"Y con ellos dos, somos 48." exclamó un hombre mientras nos señalaba.

—"¿A dónde fueron?" preguntó Jun-Bae, curioso, al vernos entrar.

El ambiente se volvió aún más pesado.

—"Estábamos en el baño, pero nosotros no tuvimos que ver con lo que acaba de pasar, estábamos en el de mujeres." respondí, intentando sonar tranquilo, aunque mi voz temblaba ligeramente.

Los ojos de todos se volvieron hacia nosotros, y pude sentir la mezcla de asco y pena ajena en sus caras.

—"¿Ustedes dos solos? ¿Qué hacían allí?" mencionó una mujer con expresión asqueada, cruzando los brazos con desdén.

—"No estábamos haciendo nada malo." interrumpí, intentando defendernos. "Solo estaba ayudándola, se sentía mal."

La mujer frunció el ceño, pero su expresión se suavizó un poco.

—"Ayudándola, ¿eh? No parece que eso sea suficiente razón para ignorar lo que está pasando aquí." dijo, aunque su tono era menos hostil.

Gi-Hun habló, intentando desviar el tema de nosotros en el baño por algo más importante.





Disclaimer:

¡Holiii! Desde este capítulo en adelante pueden elegir si leer dos versiones

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