—"El tiempo para la selección de equipos ha acabado. El juego que estarán jugando se llama Circuito Seis Piernas. Empezarán con sus piernas atadas juntas, cada miembro tomará turnos para jugar un minijuego en las estaciones ubicadas cada 10 metros una de la otra, y si ganan, podrán avanzar a la siguiente estación. Los minijuegos son: Ddakji, Flying Stone, Gong-gi, Trompo, y por último, Jegi. Su objetivo es ganar todos los minijuegos y cruzar la línea de meta en cinco minutos. Por favor, decidan qué jugador jugará cada minijuego."
Mi equipo me volteó a ver en cuanto mencionaron el Gong-gi.
—"Tú eres mujer, debes saber jugar Gong-gi."
—"Soy extranjera. No sé jugarlo. Pregúntenle a la otra chica."
La otra sí sabía, así que Gong-gi ya no era una preocupación. Pensé si ofrecerme para el trompo, dado que en México lo jugaba con mis hermanos mayores y sé jugarlo bastante bien.
—"Oigan... yo sé jugar trompo."
—"¿Una mujer sabe jugar trompo?"
—"En mi país se juega también. Sé jugarlo bien."
—"...Bueno."
Observamos cómo pasaban los dos primeros equipos. Uno de ellos se quedó estancado en Flying Stone, y el otro en Ddakji. El tiempo se les acababa rápido, y no lograban avanzar. Finalmente, cuando les quedaban pocos segundos, los guardias de triángulo se acercaron a ambos equipos y dispararon a quemarropa, dejando sus cuerpos caer en un golpe seco contra el suelo. La sangre brotaba de ellos, formando charcos alrededor. No pude evitar soltar arcadas; no soportaba la sangre.
Los equipos seguían pasando uno tras otro. Algunos lograban cruzar la línea de meta intactos, mientras que otros... bueno, sería justo decir que no saldrían de este lugar jamás. Cada muerte se sentía como un recordatorio cruel de lo que estaba en juego. Mi respiración se aceleraba con cada disparo, y mis piernas temblaban apenas disimuladamente.
Finalmente, llegó el turno de mi equipo. No éramos nada especial, pero rogaba con todas mis fuerzas que pudiéramos pasar. Nos ataron las piernas y el cronómetro comenzó.
La estación del Ddakji la pasamos al primer intento. Flying Stone, Gong-gi y trompo también. Cada vez que uno de nosotros ganaba un minijuego, soltábamos un suspiro de alivio, pero ese alivio duraba poco. Sabíamos que lo peor estaba por venir. Fue cuando llegó el turno del chico que jugaría Jegi que entendimos que estábamos en problemas. El chico se le caía el Jegi una y otra vez, y nuestra ventaja en tiempo comenzaba a desvanecerse. Mis manos temblaban y mis piernas también.
—"¡Apresúrate, animal! ¡Vamos a morir aquí!" —gritó uno de los chicos del equipo, con la voz cargada de pánico.
El jugador de Jegi empezaba a ponerse cada vez más nervioso. Podía ver cómo sus manos temblaban y su rostro se ponía pálido. Dios, moriríamos aquí.
—"Oye, cálmate." dije, tratando de sonar más tranquila de lo que me sentía. "Pégale con la pierna recta si te cuesta. Vamos, es lo más fácil. Estamos tan cerca."
Mi voz pareció llegarle, porque asintió y tomó aire. El cronómetro bajaba a segundos. Quedaban apenas 20. Primer golpe, segundo golpe, tercer golpe, cuarto golpe... y finalmente, logró darle el último.
El guardia nos dio permiso para continuar, y corrimos como pudimos hacia la línea de meta. Cruzamos en los últimos segundos. Maldita sea, casi muero ahí. Estábamos todos jadeando, con las piernas temblorosas y los nervios destrozados.
Nos paramos lentamente mientras festejábamos, y la gente nos apoyaba. Miré a todos lados, buscando a alguien en especial. Ahí estaba Dae-Ho, celebrando con su equipo nuestra victoria Cuando nuestras miradas se cruzaron, me dedicó una gran sonrisa cálida, como si todo este infierno no existiera. No pude evitar devolverle la sonrisa, aunque mi cuerpo aún estuviera sacudido por el miedo. Me despedí de él con un pequeño saludo antes de que los guardias nos llevaran de vuelta al cuarto.
Aunque todavía alterada por lo sucedido, no pude evitar sentirme aliviada. Había sobrevivido. Pero ahora, lo único que me importaba era que él también sobreviviera.
Dae-Ho's POV:
La chica morena logró pasar la prueba. Dios mío, estoy tan aliviado. Desde que la defendí del chico acosador de pelo morado, me ha cautivado tanto. Todo en ella es fascinante: la manera en que se defendió de ese baboso, su risa tan bonita y despreocupada cuando nuestras miradas se cruzaron, esa sonrisa que me dejó sin aliento... Es tan bonita que no puedo evitar sentir que algo extraño y cálido se siente en mi pecho cada vez que pienso en ella.
La vi desde mi lugar, celebrando con su equipo. Su energía era contagiosa, pero a la vez había algo tranquilo y firme en su manera de ser. Una fuerza que hacía que no pudiera apartar los ojos de ella. Cómo si me hipnotizara.
—"Oye, Jung-Bae", le dije, que estaba a mi lado con los brazos cruzados, mirando distraído a los demás competidores festejando por haber pasado la prueba.
—"¿Qué pasa Dae-Ho? ¿Por qué estás tan distraído?", respondió, arqueando una ceja.
—"Yo... no, nada. Bueno, sí. ¿Ves a esa chica morena de allá? La que acaba de ganar con su equipo. Esa misma, la que dijiste que era muy buena en el trompo." Jung-Bae siguió la dirección de mi mirada y entrecerró los ojos.
—"Ajá. ¿Qué pasa con ella? Se ve extranjera, ¿Será de algún país lejos de Corea?"
—"No lo sé... pero es tan bonita", dije casi en un susurro, aunque lo suficientemente alto como para que él lo escuchara. "Quedé embobado desde que la vi por primera vez. No puedo dejar de verla."
Sentí un golpe repentino en la cabeza, no demasiado fuerte, pero sí lo suficiente para sacarme de mi ensueño.
—"¡Dae-Ho! ¿Estás loco? Te recuerdo que estamos en un juego mortal. No puedes andar enamorándote de cualquiera que se te pase enfrente."
—"Pero es que ella no es cualquiera", insistí, llevándome la mano a la cabeza, donde me había golpeado. "Es diferente. Es muy linda, sabe defenderse... La forma en que sonríe... Es como si iluminara todo a su alrededor. Además, es talentosa en el Trompo, ayudó a su equipo a calmarse cuando estaban al borde del pánico. Sé que hay mucho más en ella que aún no he visto, pero... siento que es la indicada."
Jung-Bae me miró como si hubiera dicho la cosa más absurda del mundo y luego suspiró.
—"No seas baboso, Dae-Ho. Ni siquiera le has hablado. Primero conócela, háblale de ti, deja que ella te hable de ella. Conózcanse, y ya después dices que es la indicada todo lo que quieras, ¿ok? Un ex-marine primero habla con la dama, no se emboba con ella."
—"Ya había hablado con ella antes pero... Tienes razón. Le hablaré y la conoceré.", respondí, mientras miraba de reojo hacia la salida donde justo ella se había ido por momentos antes.
Jung-Bae me dio un golpecito en la espalda como señal de apoyo, mientras nos preparábamos para enfrentarnos al juego junto al último equipo que quedaba. Nos ataron las piernas, y el cronómetro comenzó a marcar el tiempo.
Celeste's POV:
Seguíamos acostados en las camas, esperando a que llegaran los equipos restantes: el de Dae-Ho y otro más. La espera se me hacía eterna; quería verlo y hablarle como ya había querido desde hace tiempo. Mis ojos estaban fijos en la puerta, pero no veía a nadie entrar. ¿Acaso habían fallado? ¿Habría sido disparado? Solo de pensarlo, una oleada de arrepentimiento me invadía. Me sentía estúpida por no haberle hablado antes o por no haberme quedado cerca de él cuando pude.
Mientras seguía lamentándome, de repente la puerta se abrió con un chirrido. Mis ojos se iluminaron al ver al equipo de Dae-Ho entrar, sanos y salvos. Bueno... su equipo no me importaba tanto; lo que realmente me importaba era él. Mi corazón latía con fuerza mientras lo buscaba entre los rostros, deseando que estuviera bien, que no le hubiera pasado nada. Al verlo, una mezcla de alivio y emoción me invadió, y su presencia trajo un poco de luz a la oscuridad que había estado sintiendo en los largos cinco minutos de duración del juego. Fueron los peores cinco minutos de mi vida.
Vi que el equipo de Dae-Ho se dirigía a un grupo de camas ubicadas en la esquina de la habitación. Sin pensarlo mucho, me decidí y comencé a caminar hacia esa dirección, con la esperanza de unirme a ellos. Al acercarme, los vi sentados, platicando tranquilamente entre risas y murmullos, creando un ambiente que contrastaba con la tensión que había sentido antes. Dae-Ho estaba conversando con una chica pequeña, que parecía estar disfrutando de la charla. La observé un momento y noté que se agarraba el vientre; me pregunté si, quizás, estaba embarazada. Esa idea me sorprendió, y no pude evitar sentir una mezcla de curiosidad y preocupación.
Con un poco de nerviosismo, me acerqué y les hablé amablemente, intentando sonar lo más amigable posible
—"Hola... ¿podría unirme a su grupo? Estoy sola desde que llegué."
Sin embargo, la respuesta que recibí no fue la que esperaba. El 001, con un tono que sonaba a rechazo, dijo
—"Uhh..."
Me quedé en silencio, sintiendo cómo la decepción me invadía. Sin saber qué más hacer, me voltee, sintiéndome sola de nuevo en ese lugar. Justo cuando estaba a punto de alejarme, una mano grande y fría me detuvo. Era el 456, quien parecía tener una autoridad natural en el grupo.
—"Espera, si necesitamos a alguien más, ven, acércate." dijo, y su voz tenía un tono que me hizo sentir un poco más esperanzada.
Dae-Ho, al escuchar la conversación, volteó a ver qué estaba sucediendo. Fue en ese momento cuando me vio parada frente a ellos. Sus ojitos se iluminaron al reconocerme, y noté que el 390 lo miraba con una sonrisa de orgullo, como si estuviera complacido por la situación que se acababa de dar.
—"¿Cómo te llamas, jovencita?" preguntó el 456, su tono era amable, pero su expresión se mantenía seria, lo que me hizo sentir un poco nerviosa, pero al mismo tiempo, aliviada de que me aceptaran.
—"Bueno... mi nombre es algo difícil, ya que, pues... soy extranjera." mencioné, sintiendo un ligero rubor en mis mejillas. Era extraño ser el centro de atención, pero la calidez en sus miradas me hizo sentir un poco más cómoda.
Dae-Ho, al escuchar mis palabras, se levantó y se fue a sentar en los escalones de las camas enfrente mío, como si estuviera ansioso por escucharme. Su expresión era la de un niño pequeño emocionado por escuchar una historia. Me dio la impresión de que estaba completamente atento a lo que iba a decir. Fue en ese momento cuando, con una gran sonrisa que iluminaba su rostro, me preguntó.
—"¿De dónde eres? Es que no te ves de aquí, destacas."
Me ruboricé ante el repentino comentario, ¿Yo destacar? Sus ojitos brillaban de curiosidad, y su entusiasmo era contagioso. Sentí que su interés genuino me animaba a abrirme más. La forma en que me miraba, como si cada palabra que dijera fuera importante, me hizo sentir especial. Era reconfortante estar rodeada de personas que parecían realmente querer conocerme, y eso me dio un impulso de confianza para compartir un poco más sobre mí.
—"Bueno, soy de México y me llamo Celeste." respondí.
La chica del grupo se quedó sentada, pero me habló desde allí, con curiosidad en su voz:
—"¿Celeste? ¿Cómo se pronuncia eso?"
—"Bueno, es como Se-les-te." Expliqué, tratando de que sonara lo más claro posible.
Ella frunció el ceño un poco, como si le pareciera algo raro, pero luego sonrió, el 390 igual se quedo con una expresión de curiosidad.
—"Es algo raro, pero suena bonito. ¿Qué significa?"
—"Bueno, este... por lo que sé, es una variante clara del color azul en español, pero su significado... creo que era 'del cielo'." respondí, recordando lo que me dijo mi mamá en mi infancia cuando le pregunte lo mismo.
—"Pues sí que eres celestial..." Dijo Dae-Ho, que había estado prestando atención, murmuró eso para sí mismo, pero alcance a escucharlo muy poquito.
—"No te escuché bien, ¿Qué dijiste?" mencioné, sintiendo curiosidad.
—"¡Qué! No... no, nada." respondió rápidamente, tapándose la cara en un gesto de vergüenza. Era tan adorable verlo así, y no pude evitar sonreír ante su reacción. Su inocencia y sinceridad me hicieron sentir aún más curiosidad sobre él.
La atmósfera se volvió más ligera, y una risa suave se escapó de mis labios. Era un momento simple, pero sentí que estaba construyendo un lazo especial con ellos, especialmente con Dae-Ho.
Me senté con ellos, sintiéndome cada vez más parte del grupo. La conversación fluía con naturalidad mientras platicaban sobre cómo habían ganado el juego anterior. Fue en ese momento que el 390 le dio un codazo a Dae-Ho y le dijo con una sonrisa traviesa:
—"Y tú, ex-marine, parecías un ninja en el Gong-gi. Hiciste eso tan rápido que no vi tus manos."
Dae-Ho sonrió, claramente orgulloso de su desempeño.
—"Bueno... fui el único varón con puras hermanas. No me dejaban salir a jugar, así que me la pasaba con ellas." explicó, su tono lleno de nostalgia.
Intrigada, decidí intervenir
—"¿Sabes jugar Gong-gi?" Pregunté. "Los chicos con los que me uní dijeron que era un juego de mujeres... ¿me enseñarías a jugar?"
—"¡Claro! Cuando salgamos de aquí, te enseñaré." respondió Dae-Ho, su entusiasmo era contagioso.
Luego de esto, Dae-Ho se levantó de su lugar y, con una expresión firme procedió a dirigirse a todos nosotros.
—"Oigan, tal vez deberíamos saber los nombres de todos aquí. Para conocernos mejor. Todavía no me sé sus nombres, caballeros, ni el tuyo, señorita. Yo empezaré. Mi nombre es Kang Dae-Ho. 'Dae' significa grande, y 'Ho' significa tigre."
—"¡Wow! 'Gran tigre', qué nombre más cool." exclamó el jugador 390, sonriendo. "Mi nombre es Park Jung-Bae. Significa 'justo' y 'doble'. Mis papás querían que fuera el doble de justo."
La chica, que había estado escuchando con atención, se presentó a su vez.
—"Mi nombre es Kim Jun-Hee." dijo con una sonrisa. "Pero no sé qué significa."
El 001, que había permanecido callado hasta ese momento, intervino.
—"Jun-Hee, saliendo de aquí ve a un doctor urgentemente. Has estado bajo mucho estrés y te puede afectar. Ve a que te chequen..." hizo una pausa, observando su reacción antes de continuar, "Ah, y soy Oh Young-Il. Suena como 0 y 1, y ese es mi número. Fácil de recordar."
Finalmente, el último en hablar fue el 456, quien se presentó con una voz firme.
—"Mi nombre completo es Seong Gi-Hun."
Young-Il, no pudo resistir la oportunidad de bromear.
—"¡Seong literalmente significa apellido! JAJAJAJAJA."
Su risa resonó en el aire, pero el resto del grupo no pareció encontrarlo tan gracioso. Hubo un instante de silencio incómodo, y me vi obligada a reír un poquito para no hacerlo sentir mal.
Young-Il, al notar mi reacción, se volvió hacia mí con una sonrisa y dijo.
—"Solo ella me entiende, ¿saben?"
La atmósfera se tornó más amistosa, y la presentación de cada uno trajo una sensación de camaradería. Me sentí agradecida de estar en un lugar donde todos parecían tan dispuestos a abrirse y compartir un poco de sí mismos.
La alarma sonó y de la puerta llegaron los guardias de figuritas, como vi correcto llamarles.
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