Suspiré y negué con la cabeza mientras seguía caminando al ritmo de Harry.
—Tranquilo... solo deja que se vaya y después nos vamos —propuse en voz baja, mi tono lleno de fastidio. Lo último que quería era estar en un concierto con Potter. Sirius estaba haciendo de niñera innecesariamente.
Al voltear, me encontré con Sirius. Ahí estaba, de pie a cierta distancia, con los brazos cruzados, vigilándonos como si fuéramos niños que podrían escaparse en cualquier momento.
—Ya váyase —murmuré, asegurándome de que solo Harry me escuchara.
Harry dejó escapar un suspiro pesado, su expresión endurecida.
—No se detendrá hasta que entremos —contestó con resignación, sus ojos encontrándose con los míos brevemente—. Y probablemente nos seguirá todo el tiempo. Entremos.
Con un bufido, ambos accedimos a entrar. La música nos recibió como un golpe directo, con el bajo retumbando en el aire y las luces parpadeando al ritmo de los acordes. No conocía ninguna de las canciones que estaban tocando, pero había algo en ellas que me llamó la atención. Eran extrañas, y al mismo tiempo... bastante buenas. Sorprendentemente buenas. Van para mi playlist pensé, permitiéndome una pequeña sonrisa mientras observaba al público volverse loco alrededor nuestro.
Después de lo que parecieron treinta minutos de música, la banda se detuvo para un intermedio, agradeciendo a la audiencia por asistir.
—Somos la banda británica de indie rock, Arctic Monkeys. Gracias por venir —dijo el vocalista.
El aplauso fue ensordecedor. Incluso yo me uní al aplauso por inercia, pero al girar la cabeza noté que Harry seguía con los brazos cruzados, como si todo esto fuera una tortura. No había cambiado su postura en todo el maldito concierto.
—¿Son guapos, no? —le dije, lanzándole un comentario sarcástico, esperando alguna reacción.
Harry solo me miró de reojo, y no pude descifrar si esa mirada era de incredulidad o si estaba pensando algo como ¿De verdad? ¿Comparándome con ellos? Bufé, volviendo mi atención a la banda.
—Como evento especial para nuestra audiencia de hoy, recibimos peticiones de canciones junto con sus historias especiales —anunció el vocalista, rompiendo la rutina.
Mis cejas se levantaron en sorpresa. ¿Peticiones de canciones? Susurré emocionado.
Desde el escenario, sacaron una caja con una bola de plástico, y el público se tensó, esperando expectante. Mi curiosidad creció al ver que estaban a punto de leer un mensaje.
—He sido su fan por mucho tiempo. Le regalé boletos para el concierto de hoy a una persona muy especial porque por fin logró madurar.
Algunos se rieron, y yo también lo hice, casi sin pensarlo. ¿Quién madura tan tarde a su edad?
—Hemos sido buenos amigos desde que teníamos 13 años. Hasta me compró un bar y me consoló cuando rompí con mi novia y tuve que irme del país.
Mi sonrisa comenzó a desvanecerse mientras escuchaba. El ambiente festivo del concierto comenzaba a sentirse distante, como si de repente todo estuviera demasiado cerca, demasiado personal.
—Siempre me enseñó que existen dos lados en el mundo, el negro y el blanco, sus colores preferidos.
El frío recorrió mi espalda, helando cada músculo. Mi corazón se detuvo por un segundo cuando las palabras se conectaron en mi cabeza. No... no puede ser.
—Aún no tiene pareja, pero espero que vaya al concierto con su novio o novia. Les pido que le regalen su increíble canción. ¡Fila B, asiento 42 y 43! ¿Están aquí?
Los reflectores se movieron rápidamente por el público hasta que se detuvieron en... nosotros. Los focos me cegaron por un segundo. Mi cuerpo se quedó inmóvil, atrapado en una especie de shock que no me dejaba reaccionar. Las palabras del vocalista resonaban en mi mente como un eco.
—¡Viniste con un caballero! —dijo el vocalista con una sonrisa amplia.
Abrí la boca para corregir, para decir que no era lo que pensaban, pero no logré decir nada antes de que el público comenzara a aplaudir, vitoreando como si acabaran de anunciar la boda del siglo. La sangre me subió a las mejillas, y una sensación incómoda de calor me recorrió el cuerpo. ¿Qué demonios está pasando?
—No, yo... no —traté de decir algo, lo que fuera, pero mis palabras se perdieron entre el ruido y los aplausos.
Giré mi cabeza hacia Harry. Aún estaba de brazos cruzados, con una seriedad implacable que solo empeoraba la incomodidad del momento. Mientras todos aplaudían y sonreían, él se mantenía completamente inalterado, como si todo esto no fuera más que una pequeña molestia para él.
—¡Supongo que el deseo de tu amigo se hizo realidad! —continuó el vocalista—. Debe estar contento por venir hoy aquí con un caballero.
Otra ronda de aplausos y vítores siguió, y mi incomodidad creció aún más. Sonreí débilmente, tratando de fingir que estaba bien, pero todo esto era una pesadilla.
—Cantaremos "I Wanna Be Yours" como nos lo pidieron.
El público estalló en aplausos nuevamente, y yo, sin saber qué más hacer, me uní a ellos. Aplaudí débilmente, lanzando miradas de reojo a Harry. Él permanecía igual, serio, distante, como si nada de esto realmente le importara.
Qué incómodo, pensé mientras me hundía en mi asiento, deseando que este malentendido se acabara lo antes posible.
El frío se colaba por las grietas de mi chaqueta, haciéndome desear con más urgencia la poción que me devolvería mi forma original. Ser mujer era una maldición que cada vez soportaba menos. Miré al suelo, observando mis pies mientras la música empezaba a resonar en el aire. Mis ánimos, antes elevados por el ambiente del concierto, ahora se desvanecían lentamente.
"I wanna be your vacuum cleaner, breathing in your dust..."
Levanté la cabeza de golpe al escuchar la letra, una mezcla de sorpresa y nostalgia recorriéndome. Esa canción... ¿De verdad, Theo? Me pregunté, mientras una sonrisa incrédula tiraba de la comisura de mis labios. No pude evitar que mi mente viajara de vuelta en el tiempo, a una tarde de nuestro cuarto año en Hogwarts.
Era nuestro cuarto año en Hogwarts, y la sala común de Slytherin estaba especialmente tranquila esa tarde. Theodore Nott, como siempre, se había tirado dramáticamente sobre la mesa, su cabeza descansando en sus brazos mientras me miraba con esos ojos de cachorro que siempre usaba para conseguir lo que quería.
—No haré tu tarea —dije, anticipándome a su petición antes de que siquiera abriera la boca.
Theo levantó la cabeza solo lo suficiente para esbozar una sonrisa astuta, esa sonrisa que siempre lo hacía parecer más inocente de lo que era.
—Entonces ayúdame, y te muestro algo que compré en mis vacaciones en Italia —respondió, con un brillo en los ojos que solo significaba problemas.
Astuto hasta la muerte, Nott. Pensé para mis adentros, pero no pude evitar sonreír también. Siempre tenía ese efecto en mí, y sabía perfectamente que yo no le negaba nada cuando usaba ese tono, esa sonrisa.
—Está bien —rodé los ojos, haciéndome el indiferente—, pero no entiendo por qué aún no le agarras el truco a Pociones. Es lo más básico de todas las asignaturas.
—Oye, tú eres más inteligente que todos —me halagó sin el más mínimo pudor, y sentí cómo mis mejillas se calentaban. Pero no podía dejar que lo notara, así que desvié la mirada rápidamente—. Todos creemos que saldrás de Hogwarts con honores. Seguro serás el mejor Inefable.
—Espero que tengas razón, Nott —dije, tratando de mantener la compostura, mientras quitaba su brazo de mi libro con una ligera queja de su parte—. Vamos, no es tan difícil.
Theo sacó sus materiales de estudio, y yo sonreí con satisfacción al verlo realmente concentrarse.
Un rato después, con los libros ya a un lado, vi cómo comenzaba a sacar algo más de su mochila, algo que no había visto antes: un par de cables delgados y un extraño aparato rectangular.
—Se llaman audífonos —explicó, alzando uno de los cables—. Los conectas a esto —señaló el aparato—, es un reproductor de música. Así...
Lo observé en silencio mientras él mordía su labio inferior, concentrado en hacer que funcionara. No pude evitar imitarlo, algo que me irritaba porque lo hacía de forma inconsciente. Finalmente, después de unos segundos, Theo sonrió satisfecho, y sentí un repentino cosquilleo en el pecho.
—Listo —anunció.
Me extendió uno de los audífonos, y yo me alejé ligeramente, desconfiante. Eso solo lo hizo reír.
—Tranquilo, son inofensivos.
—No confío mucho en las cosas muggles —dije, con cierto desdén, aunque mi curiosidad estaba empezando a ganar.
—Este sí te gustará —respondió con confianza mientras tomaba mi mano con suavidad y me colocaba el audífono en la oreja.
El contacto con su piel hizo que casi dejara de respirar. Estaba tan cerca que podía sentir su aliento cálido rozando mi cuello, y mi corazón empezó a latir desbocado. De pronto, una suave melodía comenzó a sonar, envolviéndome completamente. Lo miré sorprendido, incapaz de procesar cómo era posible que algo tan simple pudiera tener un impacto tan grande.
¿Se puede escuchar música en estas cosas? Quise preguntar, pero me abstuve. Me limité a disfrutar del momento, algo que no solía permitirme a menudo.
No supe cuántas veces se repitió la canción, pero no me quejé. Estaba demasiado absorto en el sonido y en la extraña calidez que sentía. Cuando finalmente volví en mí, noté que Theo se había quedado dormido a mi lado, la cabeza apoyada en la mesa, su respiración tranquila y profunda.
Lo observé en silencio, incapaz de apartar la vista de su rostro relajado. Siempre pareces tan seguro, pero aquí... te ves tan vulnerable. Sin pensarlo, estiré la mano y coloqué mi palma sobre su frente, protegiéndolo de los rayos de sol que se colaban por la ventana. Él suspiró en respuesta, como si mi gesto fuera una pequeña muestra de agradecimiento. Y entonces, sin darme cuenta, mis pensamientos se volvieron más claros que nunca: I wanna be yours, Theo.
La multitud parecía un eco lejano, como si estuviera en otro mundo, mientras la letra de "I Wanna Be Yours" llenaba mis oídos y mi mente.
"Secrets I have held in my heart, are harder to hide than I thought..."
Sentí una lágrima deslizándose por mi mejilla, inesperada, pero imposible de detener. El dolor que había intentado reprimir durante tanto tiempo emergió sin previo aviso. La imagen de Theo besando a Astoria se coló en mis pensamientos, reviviendo esa vieja herida que nunca terminó de sanar. Limpié la lágrima rápidamente, como si con eso pudiera borrar el recuerdo.
En otro universo... quizás hubiera sido diferente. Quizás... yo no hubiera sido solo tu amigo, pensé con amargura. No pude evitar sentirme patético. Amar en silencio era agotador, y ahora todo lo que quedaba era ese vacío que las canciones y los recuerdos no podían llenar.
Sentí un leve tirón a mi lado. Harry me ofrecía un pañuelo, el mismo que le había dado más temprano en la comida de Sirius, cuando había necesitado limpiarse. Lo miré, sorprendido por el gesto.
—No, gracias —murmuré, devolviéndoselo rápidamente.
Harry me miró, arqueando una ceja, confuso. Luego, miró el pañuelo más de cerca y su expresión cambió al darse cuenta de lo que yo ya sabía.
—Tiene tus mocos —señalé, con una mezcla de tristeza y diversión.
Su reacción fue inmediata. Guardó el pañuelo en su bolsillo de inmediato, sonrojado. Yo, sin embargo, seguía con una mueca triste, tratando de contener las lágrimas que seguían fluyendo.
Esto del amor no lo recomiendo, pensé mientras Harry sacaba otro pañuelo, uno nuevo esta vez. Lo tomé agradecido y me limpié el rostro con más cuidado, aunque no importaba cuántas veces lo hiciera, las lágrimas seguían cayendo.
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