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En apuros.

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HabĂ­a pasado mĂĄximo un pequeño tiempo desde el Ășltimo suceso en AlejandrĂ­a; la muerte de Reg Monroe y la de Pete Anderson. La comunidad estaba estable, nuestro grupo acoplado y tenĂ­amos nuevos problemas que enfrentar. PodĂ­amos empezar con la cantera llena de caminantes quĂ© papĂĄ y su viejo compañero, al cual recuerdo, Morgan, habĂ­an encontrado el dĂ­a en que fueron a enterrar a Pete lejos de la comunidad. Yendo atrĂĄs, Morgan habĂ­a sido un amigo de papĂĄ, lo habĂ­a ayudado y enseñado lo que habĂ­a sucedido en el comienzo; ya que mi papĂĄ cuando todo esto empezĂł estaba en coma y cuando despertĂł, se encontrĂł con una pesadilla. Ahora estĂĄbamos buscando manera de que los dos camiones que tapaban la cantera, que estaban apunto de separarse por la gran cantidad de caminantes que caĂ­an en ese vacĂ­o, no se separan sorpresivamente enfrentĂĄndonos todos a una gran amenaza. Durante estas semanas idearon un gran plan, el cual pondrĂ­an en marcha hoy y me tocarĂ­a a mi quedarme aquĂ­ con algunos de los residentes, tambiĂ©n algunos de mi grupo.

AquĂ­ estaba, delante de los portones de Alexandria, observando a quienes se iban prepararse y despedirse de sus familiares o amigos. Me encontraba delante de la nueva pareja, si, todos sabĂ­amos que entre estos dos habĂ­a pero no habĂ­a forma de afirmarlo. Delante de mi, Daryl y Natasha se dieron un cĂĄlido abrazo, ambos hablaban en voz baja y parecĂ­an estar aclarando ciertas cosas. Los del grupo se sorprendieron ante la inesperada relaciĂłn de estos dos, aunque parecĂ­an verse bien, no evite sonreĂ­r cuando los labios de Natasha y los de Daryl Dixon se rozaron hasta darse un beso. ParecĂ­a increĂ­ble como el amor podĂ­a cambiarnos, aunque Daryl se veĂ­a serio ante este amor inesperado, podĂ­amos notar el cariño que le habĂ­a cogido a la chica que cuidaba desde que llegĂł a nuestras vidas. Aunque hablando de relaciones, me quede observando en cĂłmo esa chica de ojos verdosos estaba aĂșn lado de Glenn y Maggie, abrazando al coreano a quien ella le habĂ­a cogido un inmenso cariño y riĂ©ndose.

—¿EstarĂĄs bien acĂĄ?—aĂșn lado de mi apareciĂł papĂĄ, observĂĄndome con sus ojos azulados que se veĂ­an mĂĄs claros por la claridad del dĂ­a.—Intentaremos llegar a mĂĄs tardar en la noche, se nos harĂĄ difĂ­cil cuando oscurezca, de algo salir mal, ya sabes el plan; protege a tu hermana.—volviĂł a hablarme, recordĂĄndome el plan que me habĂ­a propuesto.

—EstarĂ© bien, nunca bajo la guardia.—le respondĂ­, observĂĄndolo.—PapĂĄ, llega sano y salvo, trĂĄelos a todos.—le pedĂ­, girĂĄndome y mirĂĄndolo frente a frente, este se quedĂł observĂĄndome, quedĂĄndose en silencio por varios segundos.—Tenemos que protegerlos.—comente, refiriĂ©ndome a cada uno de aquellos que saldrĂ­an allĂĄ afuera a desviar esa horda.

—HarĂ© lo que pueda Carl, prometo que harĂ© lo que sea posible y tambiĂ©n volverĂ©, crĂ©eme que volverĂ©.—papĂĄ se acercĂł a mi, dĂĄndome un gran abrazo, tenĂ­a que ser sincero y es que odiaba que saliera lejos de mi porque vivĂ­a con el temor que no regresara.

—Bien, yo tambiĂ©n quiero mi abrazo.—la voz de Michonne se escucho con un puchero en mis oĂ­dos, lo que me hizo hacerla parte del abrazo y los tres sonreĂ­r.—Bueno, ya, basta de amor.—ella se alejo de ambos, aunque se quedĂł observĂĄndonos para asĂ­ esperar a que papĂĄ diera la orden de irse.—Volveremos pronto, ten cuidado.—me dijo ella, sonriĂ©ndome, alejĂĄndose de mi al igual que papĂĄ quien me habĂ­a dejado a cargo de Carol.

—Tampoco me gustan las despedidas... —cerca de mi, Aliana me hablo, quedándose a mi lado mientras que sus ojos verdosos me observaban a los ojos.—Espero que cada uno de ellos regrese como se fueron.—comentó, observando ella cómo Maggie se alejaba de Glenn con algo de temor.

—Espero lo mismo... —dije, observando como cada uno de ellos se instalaba en sus vehĂ­culos yendo a sus puntos de partida.—¿QuĂ© harĂĄs ahora?—pregunte, observando cĂłmo Eugene junto a Spencer cerraban los portones.

—No lo sĂ©, Abraham se fue junto a Sasha, no sĂ© si Deanna me de la orden de hacer guardia junto a Richard.—me respondiĂł ella, refiriĂ©ndose a uno de los residentes que se encontraba haciendo guardia en estos instantes.

—No sĂ© si querĂ­as venir conmigo y Judith, Carol estarĂĄ a cargo de nosotros mientras papĂĄ estĂĄ allĂĄ afuera.—comente, ella me sonriĂł y negĂł.—¿No?—pregunte algo dudoso, Aliana nunca me rechazaba una invitaciĂłn a mi casa.

—Me extraña que no se la hayas hecho a Enid.—sonriĂł, mientras que me daba la espalda y emprendĂ­a caminata a algĂșn lado, sonreĂ­ observĂĄndola.

—¿Y aĂșn dices que no son celos?—hable en tono alto, mientras que ella se girĂł, con una gran sonrisa en su rostro y podĂ­a jurar que habĂ­a sido lo mĂĄs hermoso que habĂ­a visto en el dĂ­a de hoy, ella negĂł sacĂĄndome el dedo del medio y empezando a correr detrĂĄs de Maggie, a quien pude distinguir desde mi punto de vista.

No tenía una gran amistad con Enid, pero podíamos decir que compartíamos de vez en cuando y solíamos entablar largas charlas. Aunque cada vez que estaba cerca de Enid, podíamos admitir que Aliana parecía algo molesta, ya que ambas chicas nunca han mantenido una relación de conocidas o al menos una charla; siempre han estado distantes. Sin dejar atrås que mi sentimiento por Aliana crecía cada vez mås, pasaba mucho mås tiempo con ella pero no sabía que pasaba que solo nos quedåbamos en la fase uno... ser tan solo amigos, ya que nunca he sabido si mis sentimientos y los de ella son tan solo iguales. Se me hacía difícil expresarme con ella, podía admitir que siempre que pasåbamos tiempo juntos solo reíamos y pasåbamos mucho tiempo caminando por toda la comunidad hablando de temas distintos. También había pasado estos dos ultimas semanas enseñåndole a tener una puntería mejor, a tener dominio del arma, pues Aliana dudaba mucho en disparar de un tiempo para acå y no entendía el por qué. Sonreí, observando cómo me había quedado solo delante de los portones y como los residentes simplemente se habían esparcido a sus trabajos o a sus casa, obligåndome a mi a irme en una corta caminata a mi casa para pasar tiempo con mi hermana mientras que Carol nos vigilaba a ambos, esperando a su que papå llegara.

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Había pasado quizås dos o tres horas desde que el grupo se fue, pasåndolo así en mi casa, había salido hace una hora a pasear a Judith en su coche. Solo fue un rato y giré a mi hogar, esperando a que Carol terminara de cocinar. Era un día aburrido, o así al menos me sentía yo, mirando el techo. Me levante de la cama, dejando mi sombrero en la mesa de noche y observando la ventana. Habían residentes afuera. Todo parecía normal, o eso creía yo. No tarde en observar los portones de Alexandria empezar a abrirse y vi fuegos de humo, me quede como estatua observando desde mi ventana lo que empezaba a suceder. Vi cómo empezaron a entrar personas, pero corrían con rapidez y no llevaban armas, se veían sucio y con la ropa rota. Me empecé a alterar, tanto al ver mås humo por esa årea de la entrada y en como una residente fue asesinada con los machetes, gritos desesperantes se escuchaban desde afuera. Vi como la sangre salpicaba en la acera, ese hombre estaba matando aquella residente a sangre fría y fue lo peor que mis ojos pudieron ver. Venían mås, entraban mås y pude ver cómo brincaban los muros, estaban por todas partes. No tarde en ir a mi armario con rapidez, lo abrí y no tarde en coger la arma que papå me había dejado, eran una de las muchas que tenía guardada. Podía decir que tenía un almacén en mi armario.

Observe si el arma que había obtenido estaba cargada, lo estaba y no tarde en dirigirme a mi mesa de noche y coger mi navaja, poniéndola en su estuche. Salí de mi cuarto, desesperado y no tarde en cerrar cada puerta de la segunda planta. Cerré el cuarto de papå, él también tenía un almacén de armas en su armario... no podían dejar que esas personas entraran. No sabía quienes eran, mucho menos sabía el por qué entraban a mi comunidad y empezaban a crear un gran escåndalo allå afuera, percatåndome en que Aliana debía estar allå con Maggie y Natasha. Mås desesperado no pude haberme puesto, sabiendo en que ella estaba allå y no quería imaginårmela en peligro. Me dirigí a la habitación de mi hermana, cerråndola con suavidad para que no se despertara en un mal momento. Empecé a bajar las escaleras con algo de rapidez, notando la presencia de Carol y como al parecer iba a salir de prisa hacia afuera, detuvo su paso ante mi presencia y no tardo en asomarme por la ventana para seguir observando lo que sucedía.

—Vienen de todas partes, los vi desde la ventana.—le avise a Carol, quien parecía agitada y algo nerviosa igual que yo, ella asintió.

—TĂș quĂ©date aquĂ­ protegiendo a Judith.—fue lo Ășnico que me dijo hasta que cerrĂł la puerta. Me moleste demasiado ante su respuesta, debĂ­a quedarme pero no querĂ­a.

—Maldita sea, Aliana.—fue lo primero que mi boca susurrĂł, dirigiĂ©ndome hacia las ventanas y observando gente corriendo, no tarde en cerrar la puerta principal con seguro.nMaldije tantas veces, me sentĂ­a con impotencia, sabĂ­a que debĂ­a quedarme pero no me faltaban ganas para salir.—Diablos, diablos.—hablaba solo, con frustraciĂłn.—¿Se supone que deba quedarme aquĂ­ mientras los demĂĄs se mueren allĂĄ afuera?—pensaba, sintiĂ©ndome inquieto, mĂĄs de lo normal.

Suspire con frustración, escuchando la puerta principal resonar. No tarde en sentirme tenso pues podía ser cualquiera de los que pudo haber entrado y no quería imaginarme que Carol no le había puesto seguro a la puerta antes de irse, en ese caso yo no te deja tiempo de colocårselo. No tarde en dirigirme detrås de las paredes, cubriéndome y viendo la sombra de una figura detrås de la puerta, hasta que la puerta resonó y supe que había sido abierta. Salí detrås de las paredes y no tarde en apuntar, viendo el rostro de asombro de Enid y como ella se quedó perpleja miråndome. Gruñí, pasando detrås de ella y cerrando la puerta, haciendo que resonara. Observe cómo estå llevaba una gran mochila en su espalda, parecía cargada, pero decidí pasarlo de largo.

—Cuidado, soy yo.—me dijo ella, mirándome. Mientras que me pasó unas llaves, muchas llaves.—Vine a despedirme.—dijo, es que ella sonó tan ignorante... no lo decía a mal, pero ella tuvo que haber visto que lo que estaba sucediendo.

—No te irĂĄs a ningĂșn lado, debemos proteger a Judith.—dije con una firmeza sobre su decisiĂłn, sabĂ­a que se querĂ­a ir, pero no pensaba que fuera el momento.—SiĂ©ntate, no podemos dejar que entren.—volvĂ­ a decir, notando su rostro enfurecido.—No quiero que te despedidas, no quiero que lo hagas.—dije, pensando en que habĂ­amos entablado una amistad y tampoco quisiera que se esfumara, mucho menos en estos momentos.

—No me despedirĂ©... no lo harĂ©.—me respondiĂł.—Son personas Carl... solo son personas.—dijo ella, evadiendo el tema, mientras que se refiero a esas personas que estaban matando a nuestras personas y habĂ­an entrado.—Estos muros tienen muchos puntos ciegos, cualquiera pudiera atacar.—comentĂł ella, observĂĄndome mientras que observaba la ventana.

—Necesito ir por Aliana.—dije, estaba preocupado y sĂ© que si hubiera pasado algo, ella hubiese venido hasta acĂĄ, papĂĄ siempre se lo ha ordenado.

—Maggie estaba con Deanna y Natasha, no vi a Aliana.—me dijo ella, haciĂ©ndome preocupar muchĂ­simo mĂĄs de lo que estaba. La observĂ©, mientras que ella tambiĂ©n me observo, acercĂĄndose a la ventana.—Es un caos... —susurro, aĂșn se escuchaban los gritos.

—Enid, quĂ©date, protege a Judith.—le pedĂ­, ella abriĂł los ojos como platos, sabĂ­a lo que yo tramaba y seria algo arriesgado.—Arriba, el cuarto al final es el mĂ­o, hay armas en mi armario, el cuarto de Judith estĂĄ en el mismo pasillo la puerta a la derecha.—le empecĂ© a explicar, viendo su rostro de enfado, notando como ella negaba y negaba.

—Carl, me pediste que me quedara y que ambos protegiĂ©ramos a Judith, no voy a quedarme aquĂ­ sola y menos que vayas allĂĄ a buscarla, es muy arriesgado.—me dijo, ella parecĂ­a nerviosa, yo tambiĂ©n lo estaba y mĂĄs cuando se escuchaban gritos desde afuera. Ella se asomĂł con los ojos abiertos como platos.—Son ellos, Carl los persiguen.—me grito alarmada, alejĂĄndose de la ventana y corriendo hacia la puerta.

Ella incluso tumbó su mochila, abriendo la puerta de mi casa, haciéndome sentir tenso y yendo hacia afuera detrås de ella. Alce mi arma, podía observarlos, podía observar a Ron Anderson correr con Aliana a su lado, ambos estaban tensos y fatigados, detrås de ellos venían dos personas, dos varones y no tarde en dispararle al hombre que corría con un machete detrås de Ron. El hombre cayó al suelo, mientras que el otro siguió, no tarde en dispararle y este había caído al suelo, pero había caído muerto con una bala en su cabeza. La imagen se quedó un buen rato en mi mente, notando así como me vi obligado a salir de mi casa, viendo cómo Ron tomaba aire y como Aliana quien había detenido su paso estaba llena de sangre, su ropa y su rostro, podía jurar que la habían herido y mi corazón bombardeó con fuerza al imaginårmelo. Con mi arma en manos me acerqué, notando como Aliana se desvaneció en el suelo y no tarde en ir a socorrerla, mientras que vi como el hombre que sostenía el machete se había levantado, herido, pero se había levantado y no tarde en arremeter las balas de mi arma contra él, estaba nervioso y yo no estaba reaccionando el tener en mi mente la imagen de Aliana desvaneciéndose en el césped.

—Ron, entra puedo protegerte.—fue lo primero que saliĂł de mi boca observando al chico sudado y fatigado. Él tenĂ­a intenciones de ayudarme a sostener a Aliana, hasta que su vista cambiĂł y su rostro pareciĂł enfurecer. Mis manos no tardaron en agarrar los brazos de Aliana, con la presiĂłn que sentĂ­a para tambiĂ©n agarrar el arma.—Ron, entra.—le pedĂ­ nuevamente y este tan solo negĂł, y se arriesgĂł en irse.

—¡Ron!—gritĂł Enid, quizĂĄs habĂ­a aquĂ­ un papeleo de celos que estaban confundiendo, pero preferĂ­ ignorarlo. Vi como la otra chica consiente de lo que estaba pasando se acercĂł con rapidez a ayudarme con Aliana, quien aĂșn estaba inconsciente.—Vamos, vamos quizĂĄs vengan mĂĄs.—me pidiĂł Enid que avanzara, llegando ambos a la puerta de mi casa y no tarde en tumbar a Aliana en el suelo de mi casa, viendo su rostro y ropa lleno de sangre.

—Cierra la puerta, ciĂ©rrala con seguro, revisa a Judith y trĂĄeme alcohol del botiquĂ­n quĂ© hay en el baño.—le ordene a Enid algo agitado, dejando mi arma aĂșn lado y observando cĂłmo el pecho de Aliana subĂ­a y bajaba, estaba respirando.

Escuche los pasos de Enid subir las escaleras, mientras que opte por quedarme a revisar a la castaña que estaba tirada en el suelo de mi casa con sus prendas llenas de sangre, incluyendo su rostro. Me acomode aĂșn lado de ella y lo primero que hice fue alzar su camisa, viendo su piel. Todo estaba bien, ella no tenĂ­a una herida, no tenĂ­a nada. Respire hondo, suspire y me quede observĂĄndola, alzando toda su camisa sin importar quĂ© estuviera viendo su ropa interior de arriba, viendo que era de un color crema y como sus pechos estaban marcados por estar en el suelo. EvadĂ­ eso, yo solo la estaba revisando. No encontrĂ© nada, ni siquiera tenĂ­a un raspĂłn en el rostro, aunque si su labio partido. Me di cuenta que no tenĂ­a un arma, solo tenĂ­a su navaja en su estuche. ParecĂ­a pĂĄlida, pero no estaba perdiendo sangre, no entendĂ­a que estaba sucediĂ©ndole a esta chica a quien tenĂ­a ansias de ir a buscar y protegerla desde que vi a aquellos hombres entrar a la residencia. Escuche los pasos de Enid bajar por las escaleras con rapidez, observe como ella traĂ­a alcohol y unos algodones. Ella misma los abriĂł con cuidado y suavidad para que no se derramara, ni tardĂł en acercar el algodĂłn a las fosas nasales de Aliana, esperando a que tomara conciencia nuevamente ante el afecto del fuerte olor que transmitĂ­a el alcohol.

—Vamos, vamos... —susurraba Enid, dándose cuenta que los párpados de Aliana se movían y empezaba a retomar conciencia, hasta que ambos vimos sus grandes ojos verdosos abrirse, ambos suspiramos y no tarde en observar cómo Aliana llevó sus manos a sus ojos restregándolos.

—Aliana, oye, Aliana.—la llame, viendo cómo sus ojos me observaron y como ella poco a poco fue respirando mucho mejor, levantándose del suelo y quedando sentada. Mientras que Enid a su lado, optó por levantarse y quedarse observándonos.

—IrĂ© a revisar a Judith, no fui, solo fui a buscar el alcohol.—admitiĂł, observando cĂłmo Aliana y ella se dirigieron una mirada, pero no se dijeron nada y mi amiga decidiĂł irse a revisar a mi hermana en el segundo piso. Observe cĂłmo Aliana bajo la cabeza, dando unos suspiros gruesos y esta parecĂ­a algo aturdida o confusa.

—Mírame, estás bien, ya pasó.—le pedí que me mirara y ella lo hizo, pero parecía asustada y tan solo sentí como su cuerpo se abalanzó encima del mío. Sentí sus brazos abrazarme con fuerza y yo no tarde en corresponderle el abrazo, ella parecía estar en un transmite de shock, parecía haber estado en otro mundo.

—Mi mamĂĄ me pidiĂł que nunca dudarĂ­a en quitarle la vida a quien quisiera arrebatĂĄrmela, pero me dijo que si yo sentĂ­a que pudiera cambiar eso, lo hiciera.—susurro, pero ella aĂșn seguĂ­a abrazĂĄndome.—No querĂ­a matar a esas personas... pero iban a matarme Carl, pero no querĂ­a matarlos, yo no querĂ­a hacerlo... tenĂ­a miedo, tenĂ­a miedo.—me confesĂł, la abrace, la abrace sintiendo su calor con mi cuerpo, sintiĂ©ndolo... sentĂ­a mi sentimiento abrirse, sentĂ­a esas ganas de cuidarla. Hasta que simplemente un gran ruido hizo que nos soltĂĄramos del abrazo, una gran bocina nos retumbĂł los oĂ­dos.

—Mierda.—dije, ya que tan sólo pasaron segundos para que el llanto de Judith se hiciera presente, sin contar a Aliana quien parecía estar en una crisis de pánico. Ella estaba nerviosa, estaba algo alterada y parecía no concordar con su respiración, estaba entrecortada.—Necesito que te calmes, Aliana por favor.—le pedí, levantándome del suelo y estrechándole la mano... pero ella entrelazó su mano con la mía y ambos, tuvimos una misma conexión, pude sentirlo en la forma en la que sus ojos verdosos me observaron.

—No saldrĂĄs.—me pidiĂł, aĂșn con el gran ruido molestando nuestros tĂ­mpanos, neguĂ©.—Por favor.—me volviĂł a pedir, realmente no tenĂ­a planes de salir, aunque no tarde en dirigirme hacia arriba con ella, escuchando el llanto de Judith.

—Enid.—llame a mi amiga, quien tenía a mi hermana en brazos y esta no tardo en pasármela a mi con rapidez, mientras que mi hermana lloraba ambas chicas se encontraron delante de mi, mientras que intentaba calmar ese terrible llanto.—Estamos realmente en apuros.—dije, estaba molesto, tantas situaciones y no quería imaginarme a papá allá afuera.

—IrĂ© abajo, quĂ©dense aquĂ­.—nos pidiĂł ella, ambos asentimos y observamos cĂłmo Enid saliĂł de la habitaciĂłn de Judith, mientras que abrazaba a mi hermana quien rompĂ­a en llanto y Aliana estaba delante de mi observĂĄndome. Sus ojos me miraban, sus ojos verdosos y me sentĂ­a nervioso con su presencia aquĂ­, esa chica me estaba volviendo absolutamente loco.

—Espero que nada de esto estĂ© afectando a los demĂĄs allĂĄ afuera, estoy preocupada por ellos.—comentĂł ella, mirĂĄndome mientras que aĂșn Judith lloraba, lloraba y simplemente lloraba. Me encontraba mĂĄs nervioso de lo que podĂ­a estarlo, hasta que deje de sentir mis tĂ­mpanos molestĂĄndome.—Se detuvo... —susurro Aliana, el gran ruido que la bocina habĂ­a provocado se habĂ­a detenido.—Por fin... —suspirĂł ella, mientras que sentĂ­a como mi hermana empezaba a calmarse.

—Sostenla, irĂ© abajo.—le pedĂ­ a ella, mientras que me fui acercando a ella y le pase a Judith, notando como mi hermana se calmaba. No tarde en bajar las escaleras, observando la sala de estar vacĂ­a.—¿Enid?—la llame, percatĂĄndome que su mochila no estaba en el suelo, ni siquiera se sentĂ­a que alguien estuviese abajo y lo supe hasta que

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