||C H A P T E R 35||

Background color
Font
Font size
Line height

CAPÍTULO 35

"Te lo prometo"

Minerva Owen

─¿Minerva...? ¿Qué haces aquí?

Mis sentidos se agudizaron al escuchar una misteriosa voz a mis espaldas.

Quité las manos de mi rostro, acariciándolo delicadamente una última vez para consolarme a mí misma y giré sobre mis rodillas, despacio, sin prisa. No tenía ni si quiera fuerzas para levantarme y también me faltaban las ganas.

Qué iba a hacer ya. Ya nada importaba.

Levanté la cabeza sin expresión ni sentimiento alguno en el cuerpo. Me sentía vacía, no sentía nada, era como si no existiera. Como si no estuviera ahí en ese mismo momento, arrodillada en el frío suelo del aeropuerto, haciendo un espectáculo, rodeada de mil extraños que sólo me observaban llenando sus mentes de prejuicios que realmente no me interesaba saber. 

Alcé la mirada y me topé con la parte inferior de la persona que ahora estaba frente a mí. Por la anatomía deduje de primeras que era un hombre, pero mi cerebro tampoco estaba en las condiciones de procesar si me resultaban familiares los zapatos y los vaqueros que llevaba puestos, así que seguí subiendo la vista, hasta que por fin encontré una mirada.

Parpadeé un par de veces secando mis pestañas húmedas, haciendo que alguna que otra pequeña gota que se había retenido entre ellas cayera en forma de lágrima ligera por mis mejillas. Mis labios estaban entreabiertos y me sentía más vulnerable que nunca ante el misterioso ser en frente de mí que no era capaz de reconocer por culpa de mi vista borrosa.

Poco a poco se me fue aclarando y cuando conecté mis ojos con los suyos un pinchazo demasiado doloroso para ser real se hizo presente en mi corazón. Hasta casi me retorcí, al igual que lo estaba haciendo mi maldito estómago. Se sentía tan real casi como si una bala estuviera agujereándome por dentro. Todo era ficticio. 

Negué suavemente con la cabeza mientras me abrazaba a mí misma. Estaba en shock, sentía como si mi alma hubiera abandonado mi ser. Un pequeño sollozo se escapó de mis labios haciendo que me mordiera el inferior como castigo por dejarme ver tan ridícula ante él.

¿Por qué estaba siendo así? ¿Cómo había dejado que esta ridiculez me hubiera afectado tanto hasta el punto de faltarme el aire? Era tan patética. Pensamientos así cruzaban mi mente en esos momentos.

Mi pecho subía y bajaba por mi respiración agitada y suspiros traviesos que imitaban a los sollozos, también debido a mi corazón bombeando tan fuerte que pensé que se saldría de su caja torácica.

Todo pasaba a cámara lenta. Todo se había desvanecido. Sólo estábamos él y yo. Nada ni nadie más a nuestro alrededor. Observé cómo sus labios se abrían lentamente debido al estado en que estaba, porque en verdad estaría hablando a una velocidad normal, pero yo no era capaz de escuchar nada, todos mis sentidos se habían vuelto en mi contra.

─Min. ─me llamó una vez más y esta vez fue diferente.

De repente todo volvió a la normalidad y la realidad chocó con mi cara con demasiada intensidad. Ahora estaba consciente de todo. De toda la gente que pasaba, de la persona que estaba delante de mí, de mí misma. Todo.

Tragué saliva y acepté la mano que me ofreció para ayudar a levantarme, un poco dudosa y desubicada al principio.

Cuando estuve a su misma altura, agité mi cabeza como si fuera a ayudar y me concentré en intentar que sus ojos verdosos no me distrajeran demasiado para intentar conseguir que algo coherente saliera de mi boca.

─¿Q-Qué--? ─señalé el gran ventanal y después a él repetidas veces. Aún seguía anonadada porque no parecía real. Era demasiado bonito para ser real. Me reí sin ganas como si me estuviera volviendo loca. Probablemente lo estaba. ─¿Cómo es posible? Deberías de estar en el avión que acaba de despegar... ─hablé finalmente con la voz temblorosa y algo débil.

Él me miró con el ceño fruncido al principio con una chispa de pena que atravesaba su mirada, que se había vuelto más oscura al mirarme fijamente. 

Ahí había llegado. Estaba siendo tan estúpida y había dejado que me impactara tanto todo esto hasta el punto de llegar a darle pena. A él. 

─Vuelo en yet. ─contestó simple con la voz ronca. ─Min...

No supe qué se apoderó de mí para dejarme hacer eso, pero no le permití acabar de habar porque me había lanzado a sus brazos, abrazándolo fuertemente y escondiendo mi rostro en su pecho, inhalando su aroma por unos segundos y notando cómo su camiseta se humedecía ligeramente debido a mis lágrimas salvajes que no aguantaron más. A pesar de todo, estaba en completo silencio, aprovechando el momento.

Él al principio se echó un paso hacia atrás por el impulso repentino. Se había tensado, lo noté. Le costó asimilar lo que estaba pasando y estuvo un buen rato con sus brazos a sus costados, hasta que finalmente me rodeó sutilmente con ellos, sobando ligera y delicadamente mi espalda para reconfortarme. Sonreí de lado cuando sentí cómo posaba su cabeza en la mía. No lo veía pero estaba casi segura de que estaba con los ojos cerrados, al igual que yo, disfrutando la situación.

─Lo siento tanto... ─murmuré contra su camiseta y él cesó sus caricias para darme un suave apretón.─Por todo... Lo siento... 

Me separó de él e hice el esfuerzo de mirarle directamente a los ojos. Grave error. Su mirada tan penetrante sólo me hizo más inestable. 

─No lo sientas... Quiero decir... Yo también lo siento... ─susurró tropezándose un poco con sus palabras al principio. 

─No debí presionarte... Debí haberte respetado desde el principio... Lo siento por eso y por ser tan cabezona. ─reí ligeramente al final para quitarle seriedad al asunto y me sentí satisfecha cuando él esbozó una tierna sonrisa.

─Yo... Fui un poquito egoísta... No me molesté en entenderte tampoco... ─suspiró y cerró los ojos con fuerza para después volverlos a abrir, para encontrarse conmigo mirándole dulcemente. ─¿Estamos bien? 

Yo asentí con una amplia sonrisa que no tardó en transmitirse a él. Me conmovió ver lo adorable que era cuando sus ojos se achinaron levemente y cómo brillaban cual niño pequeño en una tienda de golosinas. 

─¡Martijn tío, te lla... ─la voz de Julian nos sacó de nuestro trance e hizo que ambos giráramos para encontrar su rostro de sorpresa. ─...man... ─finalizó mientras se acercaba lentamente a nosotros, quienes por cierto seguíamos enrollados en nuestro abrazo.

─Juls, un segundo, diles que ahora voy. ─le pidió con simpatía, mientras él asentía lentamente y se iba poco a poco, con un rostro travieso. Yo reí ante su actitud y volví a centrar toda mi atención en Martijn. ─Me tengo que ir... ─expresó con una sonrisa triste. Asentí al igual que él. Se aferró más a mí y me acercó a él de nuevo. Juntó nuestras frentes y pude notar su respiración mezclándose con la mía, enviando escalofríos a través de mi espina dorsal por todo el cuerpo. ─Te prometo que cuando vuelva...─un suspiro, no pesado, sino liberador, se escapó de sus labios, su aliento cálido chocando en mi rostro. ─Te lo contaré todo. Te lo prometo. ─susurró con sus ojos cerrados.

─¿De verdad? ¿Me lo prometes? ─pregunté con un ligero tono infantil pero sin hacerlo a posta, completamente sin querer. Sonrió tiernamente por el acto, para después acunar mis mejillas con ambas manos, separándome de él para obligarme a mirar sus ojos.

Nunca haría una promesa que no pueda cumplir. ─murmuró atravesándome directamente, penetrando mi alma a través de su mirada profunda y sincera. Mi estómago haciendo volteretas.

─Está bien. ─respondí con un tono de voz calmado y dulce, con una sonrisa plasmada en la cara. 

Se separó una vez más, no demasiado de hecho. Su mirada me examinaba con una mezcla de sentimientos que no pude descifrar del todo, que sabía que estaban creciendo en su interior, al igual que en mí.

Redujo poco a poco los escasos centímetros que nos separaban y cerré mis ojos por instinto, dejándome llevar por el momento. Sonreí con ternura cuando sentí sus cálidos labios posarse sobre mi frente con mucho cuidado, como si fuera realmente frágil y tuviera miedo de que me rompiera. Estaba empezando a creérmelo. 

─Hasta después, Min. ─se despidió con una última sonrisa y yo reí con dulzura.

Aflojó su agarre dejándome ir y observé cómo su espalda se alejaba, mezclándose con la multitud del aeropuerto. Mil sentimientos revolviéndose en mi interior, imposible para mí descifrarlos.

─¡Martijn! ─grité su nombre de repente, quieta en mi sitio con mis puños apretados a los lados de mi cuerpo.

Él se paró en seco y se dio la vuelta a la espera de que dijera o hiciera algo, mirándome expectante.

Y en un suspiro esas dos palabras que susurré, viajaron a través del aire, no estando segura de si quería que lo hubiera escuchado o no. Estaba demasiado lejos como para oírlo. Era imposible. Me reí de mi misma y negué restándole importancia al ver su rostro confundido. No lo había entendido. Él también rió y se giró de nuevo para seguir su camino.

Pero pude jurar que había visto una ligera sonrisa formarse en sus labios. 

Agaché la cabeza mirando mis pies y solté todo el aire que tenía retenido por la tensión en mis pulmones. Metí mis manos en los bolsillos de mi sudadera y me preparé para irme de allí.

─Lo has echo muy bien. 

Sonreí con sorna sin levantar la cabeza al escucharle.

─Muchas gracias, simio.

Me abrazó dándome un par de palmaditas en la espalda y balanceándonos de un lado a otro, ambos reíamos. Jordan tan agradable como siempre. Sabía cómo animar el ambiente. Era como si todo cambiara de color tan sólo con su presencia.

─Vamos a dar una vuelta.

Salimos del lugar entre risas y bromas y fui a avisar a mi madre antes de nada de que me iba con Jordan.

La atmósfera había cambiado por completo. Yo había cambiado por completo. Había entrado al aeropuerto hecha un desastre de lágrimas y había salido como la chica más feliz del mundo en esos momentos. Qué irónico, normalmente era al revés.

Subí al asiendo del copiloto del coche de Jordan y encendí la radio dejando que la música fluyera, mientras él conducía llevándome a no sé donde.

─Jordan, llevo un outfit pésimo así que por favor no me lleves a un sitio demasiado elegante. ─rogué.

─Tranquila, ten fe deque no lo iba a hacer estuvieras bien vestida o no. ─respondió divertido y yo le aticé en el brazo como recompensa, a la par que ambos reíamos.

─¿Me puso mucho a parir? ─pregunté refiriéndome a Martijn en la etapa previa de nuestro enfado.

─Sólo un poco. ─contestó haciendo un gesto con los dedos. Volvió a reír al ver mi reacción y después negó rendido. ─Entonces, ¿estáis bien ahora? ─Yo asentí despacio, observando cómo el paisaje pasaba velozmente a través de la ventana. ─Me alegro.

─Me prometió contarme todo cuando volviera. ─finalicé girándome a ver su reacción y me encontré con un rostro serio pero con un toque de ternura.

─Estoy orgulloso de él. Eso es un gran paso, en serio. No te imaginas lo difícil que es para él confesarse a alguien respecto a eso. ─murmuró sin apartar su mirada de la carretera y yo sonreí internamente.

Me sentía especial.

Y, por una vez, me refiero al mejor sentido de la frase.

Volví a fijar mi mirada en la carretera.

─Jordan, ¿dónde mierdas estamos yendo? ─pregunté al no reconocer las calles.

─Ya verás.

Suspiré pesadamente ante el misterio.

Pasaron los minutos y Jordan se había detenido, por fin. Salí del coche fijando mi mirada en el mar. Ya sabía donde estábamos. Estábamos en el Pier de Santa Mónica. Sonreí ampliamente. Era realmente precioso ver cómo las luces se reflejaban en el mar oscuro por la noche.

Me giré rápidamente hacia él y salté en su espalda, haciendo que me llevara a caballito, entre tambaleos y risas.

─¡Vamos a la noria, a la noria! ─expresé como una niña pequeña. Estaba realmente entusiasmada.

─Aaah... Tienes demasiada energía para mí, quiero a la Minerva llorona de vuelta. ─lloriqueó burlándose de mí y yo le pateé el costado como si fuera un caballo para que acelerara y se callara al mismo tiempo. ─¡Oye, no soy un caballo!  

─Vale, está bien, no eres un caballo. ─me bajé cuidadosamente de su espalda y me paré en frente de él, mirando sus ojos azules fijamente. ─Eres una yegua. ─estallé a carcajadas al ver su expresión confusa y eché a correr como si me fuera la vida en ello, mientras seguía riendo, al ser perseguida por él.

─¿¡Qué significa eso siquiera!? ─escuché cómo gritaba a mis espaldas y subí las escaleras hacia el puerto velozmente.

Me hacía paso entre la gente, huyendo de él y acercándome a la noria cada vez más y más, hasta que al fin alcancé la taquilla, chocando de vez en cuando con alguna que otra persona y pidiendo perdón por el camino.

Llegó a mi lado empujándome ligeramente, con una mirada asesina y se paró en seco.

─Adelante, paga. ─vacilé con tono serio e indiferente, a lo que él apretó los puños y se molestó más aún, cosa que me parecía realmente divertida.

─No te hago nada porque estamos en público y me llevarían a la cárcel por asesinato. ─murmuró entre dientes, con la mandíbula apretada y yo sólo me reí en su cara, no lo pude evitar.─Eres una bruja mala.

─Gracias, gracias, por favor, basta de cumplidos. ─dejé de reír eventualmente, aún sin quitar la estúpida sonrisa que tenía en el rostro.

Compró los tickets para la gran noria y subimos después de unos varios -demasiados- minutos de espera. Estaba emocionada, hacía muchísimo tiempo que no montaba en esta noria y me traía recuerdos. Solía venir con Annie cuando quería contarme quién era su nuevo crush.

Eché un vistazo a la ventana cuando noté que empezábamos a subir.

─Waaa... ─escuché cómo Jordan estaba impresionado por las vistas. Yo estaba igual que él. Era realmente... Precioso.

Llegamos arriba del todo y solté un jadeo de sorpresa al ver la ciudad entera a un lado y el mar a otro. Sentí un cosquilleó en mis dedos cuando posé mis manos en la ventana como queriendo saltar y poder volar. A pesar de que fuera de noche era increíble, un espectáculo visual sin duda alguna. Las calles estaban repletas de coches y el muelle de gente corriendo y caminando de un lado a otro, haciendo casi imposible el andar.

Era extraño. Parecía que estábamos aprisionados en la gran ciudad, aprisionados en la sociedad, y sin embargo teníamos al lado la libertad, el mar, pero no nos atrevíamos a salir y mojarnos los pies porque la fuerza, el engaño y al mismo tiempo el encanto de la sociedad nos convencían de no hacerlo. Qué irónico.

 Me concentré y admiré la belleza natural de Los Ángeles. Estaba orgullosa de que ese fuera mi hogar, aunque tuviera sus cosas malas como en todo.

─Somos tan pequeños en el universo... ─susurré para mí misma pero al parecer Jordan lo escuchó y empezó a reírse de mí. Yo rodé mis ojos. ─Estúpido.

─No me serás una de estas filósofas tan de moda que están ahora. ─dijo burlón y yo le enseñé mi fabuloso dedo del medio.

─Ja-ja, créeme que no. 

Estuvimos en silencio por unos segundos pero Jordan no tardó mucho en romperlo.

─Sabes... Estoy feliz.

─¿Ah si? Me alegro hombre.

─No pero en serio, bromas a parte. Estoy realmente feliz, y ¿sabes por qué? ─preguntó fijando su mirada en sus manos y yo lo miré dudosa. ¿Dónde quería llegar? ─Porque cuando veo a mi hermano feliz, yo soy feliz. ─Sonreí con dulzura y me levanté de mi sitio para ir a sentarme a su lado y posar mi cabeza en su hombro. Quería seguir escuchándolo así que me quedé callada y dejé que mis párpados se cerraran para atenderle.

─Sabes... Por increíble que parezca no tiene una vida fácil... Y ha sufrido y ha sido engañado mucho a lo largo de toda su vida... ─continuó y yo asentí dándole la razón. Podía entenderlo. ─Pero desde que está contigo lo veo feliz. Feliz de verdad. No la felicidad que solía fingir por sus fans. Ahora lo veo feliz... Genuinamente. Gracias a ti. ─siguió y no pude evitar sonreír de oreja a oreja. Mentiría si dijera que no me gustaba lo que escuchaba. Me sentía realizada. ─Y es tan asombroso ver el efecto que tienes sobre él... Cuando estáis juntos no para de sonreír, a lo mejor no te das cuenta de cómo te mira pero me conmueve ver lo contento que está. Y sin embargo cuando os peleáis parece que se convierte en otra persona, en alguien tan oscuro a veces que da miedo. Le influyes muchísimo, Minerva. 

─Lo sé... Él también me influye a mí en cierta manera. Quizás no lo quiera admitir... Pero es así.

─Por eso mismo te pido que por favor, estéis bien siempre. Me duele verlo triste cuando tenéis problemas. Y si los tenéis, solucionadlo como personas corrientes, como humanos que sois. Cuida de él. ─susurró lo último contra mi pelo. ─Cuida de él como él cuida de ti. ─finalizó y me sorprendí por sus palabras tan profundas. Me separé y lo miré fija y seriamente.

─Te lo prometo. ─alcé mi mano derecha y le enseñé mi meñique con una sonrisa tierna.

─Min, estoy hablando en serio. ─sonrió de lado y yo asentí repetidas veces para ponerme seria por unos segundos.

─Y yo también, más que nunca. ─permanecí con la mano levantada esperando que entrelazara su dedo con el mío, y cuando lo hizo sonreí feliz para después empujarlo hacia mí e inundarme en un abrazo con él. ─Gracias por todo Julian. No sé que habría sido de nosotros sin ti. No sé que habría sido de mí sin ti. ─murmuré en su hombro y pude notar cómo sonreía.

─Gracias gracias, ya sé lo genial que soy.

Y ahí estaba el Jordan de siempre.

─Que imbécil eres. ─reí mientras le pegaba en la espalda, contagiándole a él.

─Gracias a ti también, Min. ─dijo cuando ya nos calmamos un poco, aún sin soltarnos. Se separó de mí y se estiró en su asiento mientras gruñía. ─Aaaahh, me he puesto profundo. 

─¿Ahora quién es el filósofo? ─reí ante mi propia ocurrencia y él me miró divertido negando ante mis tonterías.

─Me muero de hambre. ─soltó cuando tocamos tierra.

─¿Vamos a comer algo? Invito yo. ─asintió y se le iluminó el rostro al oírme. ─Eso diría si tuviera dinero peeero... Me lo dejé en casa así que... ─seguí con un tono inocente y él me asesinó con la mirada.

─No juegues con mis ilusiones de esa forma Min. ─contestó haciendo pucheros como un niño pequeño y yo pellizqué una de sus mejillas con gracia.

Nos subimos de nuevo a su coche, aunque el trayecto no fue muy largo, hasta que encontramos la primera pizzería para bajar y comer algo.  

Martijn Garritsen

"Te quiero".

Me había dicho te quiero.

Te quiero.

Pretendí no haberlo entendido, pero había leído sus labios y supe a la perfección que había dicho eso. Estaba segurísimo. Y más con su reacción de después.

Notaba esos aleteos tan molestos y a la vez agradables en mi estómago que no había sentido en mucho tiempo.

Me giré para seguir mi camino y sonreí de lado.

"Yo también".



-FIN-

+x

Hola everyone.

Sip. Lo siento si ha sido un final un poco abrupto o algo así pero es que tenía que acabar la historia ya. Espero que hayáis disfrutado tanto como yo y a pesar de tod







QUE NO, QUE ES BROMA JAJAJAJAJA (me estoy riendo sólo yo, ¿verdad? Lo sé lo sé, no intentéis consolarme) 

FELIZ APRIL FOOLS MY LOVES :') ♥

Lo

You are reading the story above: TeenFic.Net