𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐬𝐚𝐥𝐢ó 𝐝𝐞𝐥 𝐛𝐚ñ𝐨 𝐚𝐣𝐮𝐬𝐭á𝐧𝐝𝐨𝐬𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐚𝐧𝐠𝐚 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐭ú𝐧𝐢𝐜𝐚 𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐬𝐞𝐜𝐚𝐛𝐚 𝐬𝐮𝐬 𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐭𝐨𝐚𝐥𝐥𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐚𝐥. El sonido de sus zapatos resonó ligeramente contra el suelo de mármol hasta que se detuvo en seco, viendo otros zapatos, negros y perfectamente lustrados, detenerse frente a él. Draco alzó la vista despacio, sabiendo perfectamente a quién se iba a encontrar. Y ahí estaban, esos ojos verdes, brillantes y penetrantes que no veía desde hacía tres días.
—Ha pasado mucho tiempo —dijo Harry con una sonrisa ladeada, inclinando ligeramente la cabeza, como si estuviera evaluando cada movimiento de Draco.
Draco sintió cómo un nudo se formaba en su garganta. Bajó la mirada, sintiendo que las palabras se atascaban en su boca, y soltó una risa nerviosa que no pudo controlar.
—Buenos días, señor Potter —respondió, adoptando el tono más profesional que pudo mientras mantenía su mirada fija en el suelo. Un silencio incómodo se alargó más de lo que debía—. ¿Gracias?
—¿Por qué me das las gracias? —preguntó Harry, claramente confundido, frunciendo el ceño con curiosidad.
Draco titubeó, incapaz de mantener su mirada por mucho tiempo. Estás perdiendo el control, Malfoy.
—Porque... —murmuró Draco, finalmente encontrando las palabras— me enteré de que se encargó del mortífago que había irrumpido en la casa de Pansy. Gracias. De verdad, lo aprecio.
Harry lo miró en silencio durante un momento, asimilando la sinceridad en la voz de Draco, pero antes de que pudiera responder, la irrupción de una voz familiar los interrumpió.
—¡Harry! —gritó Ron, acercándose a ellos apresuradamente— Sirius viene para acá.
Harry abrió los ojos en sorpresa y volteó rápidamente en dirección a la entrada. Ahí, su padrino, Sirius Black, escaneaba el lugar con una expresión de evidente malhumor. Maldición, pensó Harry. Justo lo que necesitaba.
Miró a Draco, quien lo observaba con una mezcla de confusión y sorpresa. Sin pensarlo dos veces, Harry le tomó la mano.
—Ve tú, Ron. —Ordenó apresuradamente mientras empujaba a su amigo hacia Sirius.
Antes de que Draco pudiera objetar, Harry lo arrastró a través del pasillo, corriendo. Su mano seguía firmemente entrelazada con la de Draco, y la sensación de su piel contra la suya solo añadía más confusión a todo el torbellino de emociones.
—¿Por aquí? —preguntó Draco, sin entender muy bien lo que ocurría.
—Sí, por aquí —respondió Harry, abriendo una puerta al azar y tirando de Draco hacia dentro.
El lugar donde se refugiaron resultó ser un pequeño almacén, uno que apenas tenía espacio para ellos dos. Quedaron apretados, pecho contra pecho, respirando el mismo aire mientras intentaban no hacer ruido. La proximidad era sofocante, y Draco podía sentir cada latido del corazón de Harry, que bombeaba con fuerza contra su propio pecho.
—Ese mocoso... —gruñó Sirius desde fuera, su voz retumbando en el pasillo—. Dios mío, mis piernas. Estoy muy cansado. ¿Dónde demonios está? ¡Ron, dile que salga!
—Señor, los empleados lo oirán —respondió Ron, tratando de mantener la compostura.
—Ve a decirle —ordenó Sirius, con un tono exasperado— que si no vuelve con Adara, lo voy a obligar a ir a esas malditas citas a ciegas otra vez.
—Sirius... —intentó protestar Ron, pero fue rápidamente cortado.
—Nada de 'Sirius' —regañó su padrino, con un tono autoritario—. Ay, ya estoy mareado. Mejor vámonos, voy a tomarme mi medicina.
El silencio regresó al almacén mientras escuchaban los pasos de Sirius alejarse. Harry mantuvo la puerta entreabierta, observando hasta que estuvieron completamente fuera de peligro. Cuando por fin la cerró, suspiró y se giró hacia Draco, que seguía apoyado contra la pared, tratando de procesar lo que acababa de suceder.
—Le dije a mi padrino que habíamos terminado —explicó Harry en voz baja, pasándose una mano por el cabello despeinado—. No puedo seguir presentándote como Adara Bridgerton.
Draco evitó mirarlo directamente, su mente aún lidiando con la intensidad de la situación y lo que estaba por decir. No podía seguir con esto, no después de todo lo que había sucedido.
—Vuelve a esas citas a ciegas —soltó Draco, sin mirarlo.
El silencio que siguió fue palpable, como si las palabras flotaran en el aire entre ellos, creando una barrera invisible.
—¿Me estás rechazando? —preguntó Harry, con incredulidad en su voz. No esperaba escuchar esas palabras salir de la boca de Draco.
Draco finalmente lo miró a los ojos, aunque solo fuera por un breve instante, antes de bajar la mirada otra vez, asintiendo en silencio.
—¿Cuál es la razón? —insistió Harry, su voz sonaba más intensa, casi desesperada.
—La razón es... —Draco susurró, levantando la vista solo lo justo para mirarlo a los ojos—. Hay muchas razones. ¿Qué diría tu padrino si supiera todo esto? Sin mencionar a los demás empleados... No tiene sentido.
Harry lo miraba con una intensidad que hizo que el corazón de Draco se acelerara, ese par de ojos verdes brillaban con una determinación inquebrantable, pero también con vulnerabilidad. Había algo crudo y honesto en su mirada.
—No te pregunté por los demás, —dijo Harry, su voz baja pero firme— solo quiero saber lo que Draco Malfoy piensa.
El nombre de Draco en los labios de Harry lo hizo estremecerse, pero mantuvo su compostura. Desvió la mirada, buscando una salida lógica, una excusa razonable.
—Es lo mismo, —respondió Draco, con una voz tensa, cargada de justificaciones— políticamente sería incorrecto considerando que eres mi jefe. Además, nuestras familias se detestan. Sin mencionar que tú eres un Gryffindor y yo soy de Slytherin. Nuestras casas han sido rivales desde tiempos inmemoriales.
Harry entrecerró los ojos, deteniéndolo antes de que pudiera seguir con su lista de razones.
—¡Draco! —lo interrumpió con vehemencia— Lucharía contra todo por ti. Lo haré, destruiría el mundo y crearía uno nuevo solo para ti, si es necesario.
Draco negó con la cabeza, sintiendo que el control se le escapaba entre los dedos.
—No creo que vaya a funcionar, —murmuró, su voz ahora apenas un susurro.
Harry lo miró como si su corazón acabara de partirse un poco más.
—¿En serio no sientes nada por mí? —preguntó, con un tono de dolor que Draco no estaba preparado para escuchar.
Draco permaneció en silencio, incapaz de responder, incapaz de mirarlo. Temía lo que encontraría en esos ojos si lo hacía.
—Lo entiendo, —murmuró Harry, su voz más suave ahora, casi resignada— pero te lo diré de nuevo. Siento algo por ti, Draco Malfoy. Si me rechazas una vez, seguiré intentando, e intentando, hasta que te enamores de mí. No quiero que te acerques a nadie más. Quiero ser el único en tu corazón. No quiero que nadie más tenga tu atención... solo quiero que me mires a mí y solo a mí. Quiero que me quieras a mí, Draco. Quiero ser el único que te importe... así que más vale que te prepares.
Draco lo miró entonces, incapaz de ignorar la intensidad de sus palabras. Los ojos verdes de Harry se encontraron con los suyos, creando un contraste tan fuerte entre el gris y el verde que Draco sintió como si pudieran crear la cosa más hermosa del universo juntos. Era casi insoportable.
—¿Por qué me lo haces tan difícil? —regañó Draco, con la voz quebrada— ¿Por qué eres amable conmigo y me haces pensar en ti? Haces que me pregunte si podría funcionar, aunque sé que no podría. Es obvio que no soy el chico para ti. Así que, ¿por qué...? ¿Por qué haces que me ilusione más contigo? Por favor, deja de fijarte en mí. Deja de intentar acercarte.
Giró sobre sus talones, listo para salir de ahí. Necesitaba poner distancia antes de que las emociones lo consumieran, pero entonces, las manos de Harry lo tomaron por los hombros con firmeza, forzándolo a girar de nuevo.
—Lo que te preocupa nunca sucederá, —prometió Harry, mirándolo directo a los ojos, su voz impregnada de una sinceridad que parecía más poderosa que cualquier encantamiento— Te lo prometo. Así que... quédate a mi lado.
Draco lo miró a los ojos, sintiendo cómo todo su ser temblaba bajo esa mirada. No, no podía resistirse. No cuando amaba a Harry, aunque no quería admitirlo. El peso de las palabras de Harry se desmoronaba sobre él, rompiendo las barreras que tanto había trabajado en construir.
Antes de que pudiera detenerse, se acercó y lo besó.
El mundo alrededor de ellos dejó de existir en el instante en que sus labios se encontraron. Ese beso fue como un relámpago, una chispa que encendió algo profundo dentro de Draco. Las emociones que había contenido durante tanto tiempo explotaron, y se dejó llevar por la intensidad del momento. Sus labios se movían con los de Harry en perfecta sincronía, con una desesperación que venía de los años de negación y de los sentimientos reprimidos.
Las manos de Draco encontraron su camino hacia la nuca de Harry, enredándose en ese desordenado cabello que siempre se resistía a cualquier intento de ser domado. Sentía el calor del cuerpo de Harry mientras los brazos de este lo envolvían con fuerza, atrayéndolo aún más cerca, como si nunca quisiera dejarlo ir. El mundo exterior, las responsabilidades, los miedos, todo desaparecía mientras se perdían en el beso.
Era solo ellos, Draco y Harry, y en ese momento, nada más importaba.
Draco se separó de Harry abruptamente, el corazón latiéndole con fuerza. Había algo en el aire que lo asfixiaba, una mezcla de deseo, confusión y miedo que no lograba procesar del todo.
—¿Puedo considerar esto —murmuró Harry sin soltarlo, su mirada clavada en la de Draco— como una respuesta positiva a mi invitación a salir?
Draco, todavía aturdido, chocó con la puerta al intentar alejarse. Su mente corría a mil por hora, buscando alguna excusa para explicar lo que acababa de ocurrir.
—¡No! —soltó Draco, más alto de lo que había pretendido. Se aclaró la garganta, tratando de recomponerse— No, no es... no es eso.
Harry frunció el ceño, dando un paso hacia él.
—¿Qué? —preguntó con genuina confusión— ¿Qué es lo que estás diciendo, Draco?
—Esto es... un error, —Draco bajó la mirada, su voz perdiendo fuerza— Fue un error.
Harry se quedó en silencio unos segundos, como si intentara comprender lo que acababa de escuchar. Luego, su tono reflejó incredulidad.
—¿Un error? —repitió— ¿De verdad crees que eso fue un error?
—No, quiero decir... —Draco comenzó a trabarse con sus palabras, sus nervios haciéndole imposible articular una explicación coherente— Creo que... me volví loco por un momento. ¿Podemos simplemente... fingir que nunca pasó? Vamos a... seguir como si nada. Hasta mañana.
No esperó respuesta. Con un movimiento brusco, abrió la puerta y salió apresuradamente, dejando a Harry atrás, desconcertado y con un nudo en el pecho. Harry parpadeó varias veces, aún intentando procesar lo sucedido, antes de reaccionar y salir tras él.
—¡Espera! —llamó, con la voz cargada de urgencia— ¿Te irás así?
Draco se giró a medias, pero en ese momento chocó con alguien que acababa de llegar. Theodore Nott lo observó con una ceja levantada, cargando un par de bolsas con comida.
—Draco, te dije que me esperaras en el comedor, —comentó Theodore, con una mirada fugaz hacia Harry— Te estaba buscando.
Draco lo miró, luego volvió la vista a Harry, sintiendo la tensión en el aire. No quería más preguntas, no más miradas que lo hicieran sentir expuesto.
—Sí, bueno... vamos —murmuró, dirigiéndose rápidamente hacia Theodore y alejándose de Harry.
En la comida, Draco apenas tocó su plato. Movía el tenedor de un lado a otro, jugueteando con la comida, pero su mente estaba en otro lugar. Revivía el beso una y otra vez, una tortura constante que no le permitía concentrarse. Cada detalle, cada sensación volvía a su mente con una intensidad que lo sobrecogía.
—Maldición... —susurró entre dientes, dejando de lado la cuchara con frustración— Voy a trabajar, nos vemos luego.
Theodore lo observó con curiosidad, queriendo decir algo, pero decidió dejarlo ir. Draco claramente no estaba en el mejor estado para una conversación.
Mientras tanto, Harry también se encontraba en un día particularmente tedioso. Las encuestas, los informes, las tareas administrativas que solían ser mecánicas y sin mayor esfuerzo, se sentían ahora como un peso adicional. Su mente volvía una y otra vez a Draco. Vio a Pansy llegar con Hermione, trayendo comida, y luego darle un beso a la castaña en los labios. Poco después, Ron se apartó para hablar con alguien por teléfono, su tono cálido y cariñoso, claramente con su pareja. Todos a su alrededor parecían tener una vida amorosa estable, mientras que él estaba ahí, tras haber sido besado y dejado con más preguntas que respuestas.
Era abrumador. ¿Alguna vez podría tener con Draco lo que veía en sus amigos?
Necesitaba respuestas, necesitaba claridad. Y por eso, decidió actuar.
Más tarde, Harry y Draco estaban sentados en silencio en el auto de Harry. Draco miraba por la ventana, su cuerpo rígido, mientras Harry mantenía las manos en el volante, sin moverse. El aire entre ellos estaba cargado, tenso.
—¿No tenemos que hablar? —preguntó Harry, rompiendo finalmente el silencio que parecía haberse extendido demasiado.
Draco lo miró de reojo, su postura aún defensiva.
—¿Hablar? —repitió, como si esa palabra fuera completamente nueva para él— ¿Sobre lo que pasó hace rato? Pensé que ya habíamos terminado con eso.
Harry lo miró, incrédulo.
—¿Terminado? —repitió, su tono sarcástico— ¿Quién dice eso?
—Yo, —respondió Draco con firmeza— Te dije que lo olvidáramos. Que fingieramos que no pasó.
Harry soltó una risa amarga.
—¿Así que estás diciendo que fue un error? —preguntó, su mirada fija en Draco— ¿Después de que tú me besaste primero? Y encima, no respondes mis mensajes.
Draco hizo una mueca, intentando mantener la calma.
—Bueno, el beso... —empezó a justificar, su tono vacilante— Estábamos muy cerca, y chocamos. Fue un pequeño accidente.
—¿Un accidente? —repitió Harry, ofendido— ¿Mis labios son una columna contra la que te estrellaste?
Draco soltó una risa nerviosa.
—Eso no fue lo que quise decir...
Harry lo observó con una mezcla de frustración y desafío.
—Así que, según tú, lo que pasó hace unas horas fue un simple error, una reacción impulsiva de lujuria. Y ¿no sientes nada por mí?
—¿Lujuria? —Draco lo miró, ofendido— No fue a propósito.
—Haya sido un error o no, —insistió Harry, inclinándose un poco hacia él— tú lo empezaste. Así que, deberías compensarlo, ¿no?
Draco lo miró, su rostro reflejando indignación y confusión. Pero había algo en el tono de Harry que le hizo suspirar con resignación.
—Es cierto... —murmuró Draco, su voz tensa— Haré lo que sea para compensarlo y responsabilizarme.
Harry sonrió, satisfecho con la respuesta, aunque fingió mantenerse serio.
—Muy bien. Entonces, invítame a cenar, para compensarme por besarme.
El ambiente del restaurante era elegante, con luces suaves que proyectaban sombras cálidas sobre las mesas y un murmullo tranquilo que acompañaba el tintineo de los cubiertos. Draco, sentado frente a Harry, miraba el menú con creciente indignación. Los precios eran exorbitantes, y su ceño se fruncía cada vez más mientras sus ojos saltaban de un platillo a otro.
—¿Cómo puedes pedirme que te compre algo tan caro? —preguntó finalmente— ¿Qué no ves que apenas estoy recuperando mi fortuna?
Harry, sin levantar la vista del menú, respondió en un tono relajado.
—Dijiste que lo compensarías.
Draco lo miró con un destello de irritación en los ojos, sin poder creer lo tranquilo que Harry estaba. Su semblante se volvió más severo.
—Para ser sincero, ese beso... —empezó, lanzándole una mirada fulminante— No fui solo yo. Tú me devolviste el beso. Actuaste como un mujeriego... hábil y experimentado.
Harry dejó el menú a un lado y lo miró con una ceja levantada, una sonrisa apenas perceptible en sus labios.
—¿Así que no fuiste el único culpable?
—Correcto. —respondió Draco con firmeza, cruzando los brazos.
Harry mantuvo su mirada, su tono suave pero decidido.
—Entonces, déjame cuidarte por el resto de tu vida, como un hombre de palabra.
Las palabras de Harry hicieron que Draco desviara la vista rápidamente, sintiendo su corazón acelerarse una vez más. ¿Por qué siempre me dice cosas que me descolocan tanto? pensó, mientras sus mejillas tomaban un leve tono rosado.
—Pero... no estamos hablando de eso —gruñó Draco, tratando de recomponerse.
Harry sonrió con esa mezcla de confianza y ternura que hacía que Draco se sintiera completamente vulnerable.
—Te dije que siento algo por ti. ¿Cómo iba a quedarme quieto cuando el hombre que me gusta empezó a besarme con tanta agresividad?
Draco tragó con dificultad. La mención del beso volvía a ponerlo en una situación incómoda, y no podía negar que lo había disfrutado, tal vez demasiado. Pero no iba a ceder tan fácilmente.
—Compénsame de otra forma, entonces —propuso Harry, inclinándose levemente hacia Draco, quien no podía apartar la vista.
—¿De qué forma? —preguntó Draco, intrigado pero con cierta cautela en su voz.
Harry sonrió, esa sonrisa traviesa que siempre lograba desarmar a Draco.
—Prefiero dar lo que recibí. Ojo por ojo y... beso por beso.
Draco abrió los ojos, horrorizado por lo que implicaba esa sugerencia.
—¡La comida no es tan cara! —exclamó rápidamente, sus palabras saliendo de golpe— Pide lo que quieras, no hay necesidad de... otra cosa. —intentó sonreír, aunque se notaba que estaba nervioso.
Unos minutos después, Draco comía en silencio, su plato considerablemente más modesto que el de Harry. Sin embargo, apenas lograba disfrutarlo. Cada bocado le sabía a nada, su mente ocupada por el costo astronómico de la comida.
—¿Qué pasa? ¿No te gusta la comida? —preguntó Harry, sonriendo mientras se llevaba un trozo de su propio plato a la boca.
—No, no es eso —negó Draco con un gesto de la mano, aunque por dentro pensaba No puedo disfrutar de la comida cuando pienso en el bello dinero que se va de mi tarjeta de crédito.
En ese momento, un mesero llegó con un postre gratuito para Harry, un gesto de cortesía en honor al "héroe" de la guerra. Draco bufó rodando los ojos, sin poder evitar sentirse un poco irritado por el trato especial que siempre recibía Harry.
Harry tomó un pequeño trozo de chocolate del postre, llevándolo a su nariz para disfrutar del aroma antes de darle un mordisco. Draco, que intentaba concentrarse en su propio postre, no pudo evitar fijarse en cómo Harry comía. Algo en la forma en que sus labios se movían, la manera en que su lengua pasaba suavemente por sus labios para limpiar el chocolate, encendió algo en Draco. Era... hipnótico. Cada gesto, cada movimiento, era como un espectáculo privado, y Draco se dio cuenta de que estaba observándolo demasiado de cerca.
Intentó apartar la vista, pero sus ojos seguían regresando al mismo lugar: los labios de Harry, esos labios que ya había probado y que
You are reading the story above: TeenFic.Net