𝐀𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐡𝐢𝐳𝐨 𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐮𝐞𝐜𝐚 𝐢𝐧𝐜ó𝐦𝐨𝐝𝐚, 𝐟𝐫𝐮𝐧𝐜𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐥𝐨𝐬 𝐥𝐚𝐛𝐢𝐨𝐬 𝐞𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐞𝐳𝐜𝐥𝐚 𝐝𝐞 𝐢𝐧𝐜𝐫𝐞𝐝𝐮𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐲 𝐞𝐧𝐯𝐢𝐝𝐢𝐚. ¿De verdad Draco tenía un novio? Y no cualquier novio, sino Harry Potter, el hombre más codiciado por casi todo el mundo. La idea le resultaba tan absurda que quería reír, pero la realidad de la situación la dejó atónita. Maldita sea.
—Dray, ya que estamos todos aquí —dijo Astoria con una sonrisa que apenas disimulaba su molestia—, ¿por qué no vamos a comer juntos? ¿Te parece bien? —Su mirada se deslizó hacia Harry, buscando su aprobación.
Harry, manteniendo una expresión tranquila, la observó antes de girarse hacia Draco.
—¿Vamos? —preguntó con una ligera sonrisa, y luego añadió— Es buena idea, ¿no, cariño?
Le guiñó el ojo, y Draco, en un intento torpe de imitarlo, terminó parpadeando de forma extraña, provocándose a sí mismo un pequeño tic en el ojo. Avergonzado, evitó cualquier comentario mientras seguían caminando hacia la recepción, y luego se dirigieron al restaurante del hotel. Sin embargo, Draco se detuvo abruptamente mientras las chicas seguían avanzando.
—¿Qué rayos haces? —le espetó en voz baja a Harry, arrastrándolo discretamente hacia un rincón del pasillo—. ¿Por qué finges ser mi novio?
Harry ladeó la cabeza, con una media sonrisa divertida.
—¿No deberías estar agradecido? —murmuró, manteniendo un tono calmado—. Te salvé de que tus amigas descubrieran tu mentira.
Draco bufó, cruzándose de brazos con visible molestia.
—¿No deberías disculparte primero? —replicó con voz algo irritada—. Me dejaste en una carretera, bajo la lluvia, por ir a una reunión de la que ni siquiera habías hablado.
Harry, como si sintiera el peso de esas palabras, bajó la mirada. Pero en lugar de responder, dio un paso adelante y lo abrazó sin previo aviso. Draco, aturdido, se quedó rígido por un instante, sintiendo el calor del cuerpo de Harry contra el suyo. Fue un gesto tan inesperado que ni siquiera pudo protestar.
—Lo siento —susurró Harry, sus palabras suaves contra el oído de Draco—. Por eso regresé y cancelé todo. No quería dejarte solo.
Draco, todavía abrazado, dejó salir un suspiro que no sabía que estaba conteniendo. Aún así, sentía la extraña incomodidad en su pecho.
—¿En serio? —murmuró Draco, su voz más baja de lo habitual—. Me preocupé por nada, entonces.
Harry se separó lentamente, aunque mantuvo una mano en el brazo de Draco, mirándolo con una intensidad que lo dejó inquieto.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Harry, entrecerrando los ojos, notando que Draco evadía su mirada.
—Nada, no es importante —dijo Draco rápidamente, desviando la vista, tratando de calmar el torbellino de emociones en su interior.
—Entremos —dijo Harry con una sonrisa ligera—, tus amigas nos están esperando.
—¿Entrar? ¿Entrar a dónde? —repitió Draco confundido, siguiéndolo casi automáticamente.
—Terminaré lo que empecé.
Draco lo miró alarmado, agarrando su mano para detenerlo antes de que Harry pudiera avanzar más.
—No empeores las cosas —susurró en un tono casi suplicante—. Solo... déjalo estar.
El murmullo de las voces de las chicas llegó a sus oídos.
—Dios mío —murmuró Emma en la distancia—, Draco en verdad tiene novio.
Draco se tensó, y Harry, al notar su reacción, alzó una ceja en señal de curiosidad. Las chicas no se habían percatado de su presencia.
—Parecía sospechoso —dijo Daphne, riendo suavemente—, así que pensé que era una mentira.
—De todos modos —continuó Emma—, el tipo es... muy guapo.
Draco sintió su rostro calentarse y, casi sin darse cuenta, mordió su labio inferior. Harry observó la escena sin decir nada, pero sus ojos seguían atentos a cada reacción de Draco.
—Parece un modelo —rió Daphne—. Además, está vestido con ropa de diseñador. Es maravilloso.
—Quizás sea verdad... —dijo Emma en un tono algo burlón—. ¿No ven lo lindos que se ven juntos? Cuando se miran, parece que realmente se desean.
Draco, incapaz de soportar la incomodidad del momento, desvió la mirada hacia el suelo, mientras su corazón latía con más fuerza de lo que deseaba admitir.
—Quizás sean la pareja del año —bromeó Daphne con una sonrisa traviesa.
—Por favor —se burló Astoria—, de seguro Draco le dio Amortentia y por eso se fijó en él.
En ese instante, Harry se inclinó hacia el oído de Draco, su cercanía haciendo que un escalofrío recorriera su espalda.
—¿De verdad crees que decirles la verdad es lo mejor? —murmuró con voz baja y grave.
Draco lo miró a los ojos, su moral luchando por imponerse a la situación. Sabía que seguir con esa mentira solo lo hundiría más, pero... ojalá no fuera una mentira, pensó con un nudo en el pecho. Suspiró, sintiendo el peso de lo inevitable.
—Solo acepta mi ayuda —susurró Harry con calma, agarrando suavemente la mano de Draco—, y conserva tu orgullo, al menos. Vamos —lo animó—, debemos bajarles el ego a tus amigas. Entonces, ¿cómo debería comportarme?
Draco lo miró fijamente, perdiéndose por un momento en sus pensamientos. El contorno definido de la mandíbula de Harry, su concentración al planear su siguiente movimiento, y esa calma desbordante que siempre transmitía... Su corazón palpitaba con fuerza, mientras su mente deseaba que todo lo que estaba pasando no fuera una simple actuación.
Ojalá... no solo fingieras por mí y fuera real, deseó en silencio.
La mesa del restaurante pronto se llenó de platillos exquisitos, traídos por los meseros con precisión. Cada plato era una obra de arte, decorado con tal detalle que parecía casi un crimen comerlo. Harry sonreía con seguridad, recostándose ligeramente en su silla.
—Hoy invito yo —anunció con voz firme, su sonrisa deslumbrante—. Coman todo lo que quieran.
Draco abrió el menú, y sus ojos se agrandaron al ver los precios. Uno de los platillos costaba más de lo que algunos gastaban en un mes. ¿Es en serio? pensó, haciendo una mueca de desconcierto. ¿Qué lleva este plato, oro? Se inclinó ligeramente hacia la carta, intentando ocultar su sorpresa.
Dios... antes pedía lo que quería sin pensarlo dos veces, sin preocuparme por el dinero. Ahora me estoy volviendo un muggle asustado por los precios, reflexionó con amargura.
De repente, sintió una mano sobre la suya. Al levantar la mirada, encontró a Harry sonriéndole con esa seguridad inquebrantable.
—Amor —murmuró Harry, sus ojos brillando con picardía—, no mires los precios. Mejor mírame a mí. —Al decir esto, sacó su tarjeta de crédito negra y la mostró con un gesto casual—. ¿Sabes qué tienen en común mi amor por ti y esta tarjeta? —preguntó, y antes de que Draco pudiera reaccionar, añadió—: No tienen límite.
Draco abrió la boca, confundido. ¿Qué? ¿Está presumiendo de su dinero solo porque yo ya no tengo tanto? pensó irritado.
—No tienen ningún límite —repitió Harry con una sonrisa—. Y así como obtuve mi título de "Jefe de Departamento", tú tienes el mismo impacto en mi vida.
Harry le guiñó el ojo. Draco entrecerró los ojos, evaluando si esto era una especie de competencia. Paso 1: Presume tu riqueza, pensó con ironía, recordando su misión de impresionar a sus amigas. Pero no podía negar que estaba funcionando: Emma y Daphne apenas podían ocultar su fascinación por Harry, mirándolo como si fuera una estrella de cine.
Finalmente, los platillos llegaron, y todos comenzaron a comer. Draco cortaba su filete con cuidado cuando notó la intensa mirada de Harry sobre él. Levantó la vista, encontrándose con Harry, quien sonreía mientras observaba su plato y luego lo miraba directamente a los ojos.
—Come, adelante, no te aguantes —dijo Harry, animándolo mientras bebía un sorbo de vino con elegancia.
Draco, incómodo, tomó aire para replicar, pero Harry lo interrumpió con una sonrisa aún más amplia.
—Me lleno solo con verte comer, cariño.
Draco sintió que el vino se le atascaba en la garganta. Comenzó a toser violentamente, tratando de disimular su incomodidad, pero fue inútil. Harry, sin perder su calma, tomó una servilleta y se inclinó hacia él. Sujetó la barbilla de Draco con suavidad y comenzó a limpiar sus labios con una ternura que desarmó cualquier resistencia en Draco.
Draco se quedó inmóvil, observando las manos de Harry tan cerca de su boca, sintiendo la calidez de su toque. Era desconcertante cuánto deseo podía transmitir un gesto tan simple.
—Está bien, puedo hacerlo yo —murmuró Draco, tomando la servilleta de manos de Harry, tratando de recuperar algo de compostura. Se sentía en el borde de un colapso nervioso; su corazón latía desbocado, y la cercanía de Harry no ayudaba en absoluto. Solo es una actuación, Malfoy, se recordó con desesperación.
Del otro lado de la mesa, Astoria apretaba los utensilios con fuerza, sus nudillos blancos de tensión. La envidia era palpable en su expresión. No podía soportar ver cómo Draco estaba recibiendo toda la atención.
—Eres demasiado guapo —comentó Harry de repente, su barbilla descansando en su puño mientras lo admiraba sin disimulo.
El rubor en las mejillas de Draco fue instantáneo, y bajó la cabeza, incapaz de sostenerle la mirada. Sentía como si todas las miradas estuvieran sobre él, escrutándolo.
—Voy un momento al baño —dijo Draco rápidamente, levantándose de la mesa.
—¿Vamos? —dijo Harry casi al instante, poniéndose de pie detrás de él y extendiéndole el brazo.
—No. Puedo ir solo —negó Draco de inmediato, mirándolo con una mezcla de exasperación y confusión.
—Me pongo nervioso cuando no te veo —murmuró Harry, su tono lleno de una sinceridad desarmante—. Te acompañaré.
Paso 2: Sé pegajoso, pensó Draco, reprimiendo una sonrisa mientras se daba la vuelta. Astoria esbozó una sonrisa irónica desde su asiento. ¿Por qué Theodore nunca es así conmigo? pensó con frustración. Mientras caminaban hacia la puerta, Harry pasó su brazo por los hombros de Draco, atrayéndolo hacia él de manera protectora. El corazón de Draco latía con fuerza, acelerado por la cercanía.
De repente, un hombre pasó cerca de Draco, empujándolo levemente en el proceso. Antes de que Draco pudiera reaccionar, Harry lo agarró por el brazo, dándole una vuelta dramática que lo hizo caer de manera teatral en sus brazos, su pierna levantada en el aire como en una escena sacada de una película.
—¡Ten más cuidado! —reprimió Harry al hombre, su tono firme. Luego, con suavidad, volvió a poner a Draco de pie, quien apenas podía procesar lo que acababa de suceder.
—¿Qué...? —murmuró Draco, parpadeando aturdido.
—¿Te hiciste daño? —preguntó Harry, mirándolo con preocupación genuina.
—No, estoy bien —respondió Draco, todavía procesando la situación, pero mirándolo como si estuviera loco.
—Mira a ese tipo —susurró Daphne a las demás, sus ojos brillando con admiración—. Es perfecto... y parece que realmente ama a Draco.
—Sí, estoy muy celosa —añadió Emma con un pequeño puchero, ambas observando la escena con fascinación.
—¡Oye! ¿Qué habrías hecho si hubieras lastimado a mi novio? —continuó Harry, dirigiéndose nuevamente al hombre que lo había empujado.
Paso 3: Sé leal como un perro, pensó Draco, rodando los ojos en un intento de contener la risa nerviosa. Pero cuando Harry lo abrazó de nuevo, esta vez más firmemente, Draco no pudo evitar sentir cómo el calor en su pecho crecía.
De vuelta en la mesa, la atmósfera estaba cargada de una ligera tensión mezclada con la incomodidad que Draco trataba de disimular. Harry, sin embargo, parecía completamente en su elemento, charlando con confianza y manteniendo a las chicas intrigadas con cada palabra que decía. Daphne, con una sonrisa curiosa, rompió el hielo.
—Dinos, Harry —dijo, su tono insinuante—, ¿qué te gustó más de Draco?
Harry le lanzó una mirada a Draco antes de sonreír con esa seguridad que parecía venir de forma natural.
—Es muy lindo —respondió sin vacilar—. Es el chico más guapo que he conocido en mi vida.
Draco, fingiendo desinterés, lo miró de reojo. Su sonrisa era una mezcla de falsedad y sorpresa, pero por dentro, algo se revolvía. Sabía que Harry lo hacía por el show, pero esos comentarios... ¿De verdad está diciendo eso? pensó, sus sentimientos una maraña de celos y confusión. Para disimular, extendió una mano hacia Harry, fingiendo acomodarle la corbata, aunque en realidad quería estrangularlo.
—Deja de exagerar solo para impresionar a mis amigas —murmuró Draco, con un tono a medio camino entre la broma y la verdad.
Harry, en lugar de tomárselo a mal, sonrió con una expresión que parecía demasiado sincera para ser solo una actuación.
—No lo hago —dijo, su tono más bajo, como si le estuviera confesando algo importante—. Desde que lo vi —giró hacia las chicas, como si compartiera un secreto—, me impresionó. En cuanto lo vi, supe que era el chico para mí.
Draco sintió un nudo en el estómago. ¿Cuántos chicos habrá visto antes de mí? pensó mientras bebía otro sorbo de vino, intentando ahogar la extraña punzada de celos que le recorría. Estos comentarios no pueden salirle tan fácilmente...
—¡Estoy celosa, Draco! —sonrió Astoria, su tono lleno de fingida envidia—. Tu novio es un encanto.
Draco casi escupe su bebida, sorprendido por lo bien que estaba saliendo el teatro de Harry. Pero Emma saltó en defensa de su propio novio.
—Oye, Theodore tampoco es un tonto —señaló, lanzándole una mirada significativa a Astoria.
—Si Theodore estuviera aquí y fuera tan dulce contigo... —Daphne se estremeció teatralmente—, me darían escalofríos solo de pensarlo.
—¿Theodore? —intervino Harry con curiosidad, arqueando una ceja—. ¿Te refieres al chef Theodore Notte?
Las chicas lo miraron, sorprendidas.
—¿Conoces a Theodore? —preguntó Astoria, algo intrigada.
—Lo conocí por trabajo, en la oficina —asintió Harry con naturalidad.
—¿Trabajas en el Ministerio, igual que Draco? —preguntó Emma, alzando una ceja, con evidente interés—. ¿En qué departamento trabajas?
Draco abrió la boca, intentando intervenir antes de que Harry dijera algo comprometedor, pero no fue lo suficientemente rápido.
—¿En qué departamento trabajaría el Jefe de Departamento de Aplicación de la Ley Mágica? —replicó Harry, con la misma tranquilidad, mientras tomaba otro sorbo de vino.
Draco, en su intento de mantener la calma, derramó su copa de vino sobre su camisa. El líquido oscuro se extendió rápidamente por el fino tejido, y Draco reprimió una maldición. Harry, sin perder la compostura, le pasó unas servilletas con rapidez, ayudándole a limpiarse.
Maldita sea, Harry, pensó Draco, limpiándose torpemente ¿Por qué no puedes mantener la boca cerrada un poco más?
Media hora después, el ambiente había bajado de tono, y Draco y Harry finalmente llegaron a una habitación del hotel. Harry, con una botella de agua en la mano, miraba la suite mientras Draco se mantenía de pie, observando el espacio a su alrededor. Aunque la habitación era lujosa, no era tan grande como su propio apartamento. Aún así, el hecho de compartirla con Harry era lo que realmente le hacía sentir la presión.
—¿Te gustaría beber más vino conmigo? —preguntó Harry desde detrás de él, su tono relajado.
Draco se giró para mirarlo.
—¿Qué? Ah, no... no te preocupes —respondió con una sonrisa forzada.
Harry simplemente asintió y se dio la vuelta, comenzando a quitarse la chaqueta. Su camisa blanca se ajustaba perfectamente a su espalda, y Draco no pudo evitar tragar saliva al ver cómo se marcaban los músculos de Harry a través del tejido. Maldita sea... pensó.
—Harry... —comenzó Draco, vacilante—. ¿Podemos pedir habitaciones separadas? Quiero decir... ¿cómo vamos a compartir la habitación?
Harry se giró, una ceja levantada en una clara expresión de incredulidad.
—¿Una pareja duerme en habitaciones separadas? —preguntó, su tono sarcástico—. ¿Cómo se lo explicarás a tus amigas si lo descubren?
Draco retrocedió un paso, consciente de lo cerca que estaba Harry. Eso es verdad...
—Bueno, sí, pero... —intentó justificar.
Harry, acercándose aún más, le sonrió con suavidad, su tono bajo y reconfortante.
—No te morderé, así que no te preocupes —dijo Harry, aunque su propio corazón latía con fuerza—. Puedes dormir en la cama. Yo dormiré en el sofá.
Draco lo miró con escepticismo.
—No, no —insistió Draco, tratando de recuperar algo de control—. Estoy más que bien en el sofá. No te voy a dejar dormir ahí.
Pero Harry, con su típica determinación, se sentó a su lado en el sofá, acercándose más a él.
—Duerme aquí si quieres —sugirió Harry en voz baja—. Te llevaré a la cama cuando te duermas.
Sus ojos se encontraron. Había algo en la mirada de Harry, una honestidad tan clara que Draco casi se perdió en ella.
—¿Eso es... lo que quieres? —preguntó Harry, acercándose un poco más, sus rostros apenas separados por centímetros.
Draco lo miró durante un par de segundos, sintiendo el calor en su rostro. Sin poder soportar más la tensión, se levantó bruscamente, una sonrisa nerviosa en su rostro.
—No me lo tienes que decir dos veces —murmuró antes de caminar hacia la cama, su mente aún enredada en lo que acababa de pasar.
Harry, desde el sofá, lo observó irse con una sonrisa suave en los labios.
—Es adorable —susurró para sí mismo.
Draco despertó con el sonido persistente de su celular, forzándose a abrir los ojos. Con un movimiento lento, metió la mano debajo de la almohada y sacó el dispositivo para contestar.
—¿Dormiste bien? —preguntó la voz familiar de Harry, resonando suavemente al otro lado de la línea.
Draco soltó un bostezo mientras se levantaba, aún adormilado, y cruzaba la habitación. Al mirar a su alrededor, notó que Harry no estaba.
—¿Dónde estás? —preguntó somnoliento, rascándose el cabello.
—Haciendo ejercicio —contestó Harry, su respiración ligeramente agitada—. No quise despertarte porque estabas profundamente dormido.
—No pude dormir en toda la noche, me quedé dormido en la madrugada —se excusó Draco, su voz todavía cargada de sueño.
Harry soltó una suave risa antes de añadir:
—En unos minutos subirá alguien. Abreles la puerta cuando lleguen.
Draco frunció el ceño.
—¿Quién subirá? —inquirió.
Antes de que Harry pudiera responder, el timbre sonó. Draco colgó y, aún algo confundido, fue a abrir la puerta. Al hacerlo, abrió los ojos sorprendido: un grupo de personas entraba cargando numerosos vestuarios, trajes impecables, y diferentes conjuntos de ropa, la mayoría en tonos blancos y neutros, mientras solo unos pocos artículos eran de colores oscuros.
—El Jefe Potter
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