27

Background color
Font
Font size
Line height

Enfrentarse a la realidad.

───

Aguante mi sombrero sintiendo la frĂ­a brisa que la mañana me brindaba, asegurĂĄndome de haber cerrado la casa antes de salir al balcĂłn. Ya en la acera delante de mi balcĂłn decidĂ­ observar mi hogar, algo que no querĂ­a perder. De seguro papĂĄ se sentirĂ­a algo molesto ante mis ultimas actitudes, habĂ­a decidido levantarme temprano e ir a revisar el perĂ­metro. Me dirigĂ­a a casa de las hermanas Johnson, quienes brindaron su ayuda en ir a ver si habĂ­an salvadores cerca de la ĂĄrea para poder salir sin ser vistos a un supermercado cerca de aquĂ­, necesitĂĄbamos medicamentos. Nadie querĂ­a salir, ni siquiera ayudar, todos estĂĄbamos en una pequeña prisiĂłn, las reglas ya no las daba papĂĄ, las daba Negan. Suspire, hacia frĂ­o en la temprana mañana, aĂșn el sol no salĂ­a. Pase por la casa que compartĂ­a Rosita junto a Abraham y Eugene, incluso Tara pero ya no se encontraban allĂ­, solo Rosita y Eugene. Tara volverĂ­a pronto con Heath, uno de los residentes de la comunidad, ellos habĂ­an salido en busca de provisiones lejos de aquĂ­.

No creo que cuando vuelvan le agrade la idea de lo que estaba sucediendo aquĂ­, de las pĂ©rdidas, incluso Tara quien se encontraba en una relaciĂłn amorosa con Denise, quien habĂ­a muerto. No tarde el dar un leve silbido ante la presencia de AarĂłn en la otra acera, este se dirigĂ­a al puesto de vigilancia, quizĂĄs a reemplazar a Eugene. El hombre decidiĂł alzar su mano y pude escuchar su voz ronca, brindĂĄndome que tuviera unos buenos dĂ­as. De igual forma asentĂ­, acercĂĄndome asĂ­ a la casa que pertenecĂ­a a Maggie Greene y Glenn Rhee, quienes ambos estaban ausentes, una estaba lejos y el otro, ya no estaba en ningĂșn lado. SubĂ­ los escalones del balcĂłn de su hogar, presenciando las cartas de pĂłker en una pequeña mesa que se encontraba ahĂ­, ya nadie jugaba. DecidĂ­ asomarme por la ventana, sonreĂ­. La primera figura que pude visualizar fue a Aliana caminando por los pasillos con unos pantalones cortos de diferentes colores. DecidĂ­ acercarme a la puerta y con sigilo girar la manecilla, la cual estaba abierta. La abrĂ­ con un gran sigilo mientras que mi mano libre aĂșn aguantaba mi sombrero, entre y cerrĂ© la puerta con suavidad. Observe la sala principal algo vacĂ­a, empecĂ© a caminar por el pasillo dirigiĂ©ndome asĂ­ a la cocina, en busca de Aliana Johnson quien se habĂ­a dirigido por aquĂ­.

—PensĂ© que no estarĂ­as despierta tan temprano.—dije con una voz aĂșn ronca, poniendo todo mi peso en la pared, observando cĂłmo Aliana quien parecĂ­a rascar un papel de un calendario me mirĂł sonriente.

—Natasha tiene la costumbre de dejar la puerta abierta.—sonriĂł ella observĂĄndome, su cabello estaba hĂșmedo, aunque se veĂ­a espectacular, mi chica no tardo en acercarse a mĂ­ para brindarme un abrazo. SentĂ­ sus brazos acorralarme por completo, aunque al sentir su cuerpo pegado al mĂ­o no pude evitar pensar en lo que sucediĂł ayer.—¿Tienes hambre?—me pregunto, robĂĄndome un tierno beso.

—Desayune... —le respondĂ­, mientras que vi cĂłmo estĂĄ se alejĂł de mi, llevando sus manos a mi mano derecha, sentĂ­ su tacto y como ella deslizĂł mi sombrero para aguantarlo en sus manos. SonriĂł algo tierno, bastante mejor dicho.—PĂłntelo.—le asentĂ­ al ver cĂłmo parecĂ­a esperar una respuesta para ella ponerse el sombrero, cuando lo hizo sonriĂł como toda niña pequeña que obtenĂ­a lo que querĂ­a, Aliana Johnson se veĂ­a hermosa.

—Vaya, tenemos a una alguacil en la familia... —observe a Natasha detrĂĄs de Aliana, estaba parada en el margen de la puerta que te llevaba a la cocinaba, esta traĂ­a un bulto, incluso armas.—Aliana, ve a terminar de vestirte, no voy a perder tiempo.—ordenĂł Natasha, saludĂĄndome con la mano y dĂĄndole espacio a su hermana para que se dirigiera por Ă©l pasillo.

Y asĂ­, las horas pasaron. Un inmenso silencio se apoderaba dentro del vehĂ­culo, mientras que el dĂ­a estaba nublado, Aliana en la parte de atrĂĄs dormĂ­a con mi sombrero cubriĂ©ndole su rostro. A penas salimos de Alexandria no tardo en tomar una siesta, mientras que su hermana parecĂ­a estar en silencio y algo pensativa. PodĂ­a observar sus ojeras, sus ojos hinchados. Esta mujer desde que la conocĂ­a habĂ­a aguantado pĂ©rdidas incontrolables, una gran pĂ©rdida de la que nunca hablaba fue la de su bebĂ©. HabĂ­a llegado a mi grupo con una gran barriga, una hermosa y redonda barriga. La Ășltima persona que habĂ­a visto en este estado ya no estaba en mi vida, sin duda alguna habĂ­a disfrutado la etapa en donde Lori Grimes tuvo una pequeña barriga pero hermosa. SonreĂ­ ante el recuerdo de mi mamĂĄ, cuando en las noches me acostaba con ella y ella acariciaba su barriga, cantaba y me predecĂ­a que serĂ­a una niña, sin duda alguna Judith es la mĂĄs hermosa de todas las bebes que pude haber conocido.

Natasha nunca hablaba de ese tema, de hecho, siempre estaba pendiente de Judith y papĂĄ muchas veces le brindĂł seguridad a mi hermana con esta gran mujer que estaba a mi lado. Era una gran amiga para mi, me tenĂ­a mucha confianza, hablĂĄbamos mucho. Ella me recordaba los dĂ­as en la prisiĂłn, cuando sĂłlo charlaba con Beth Greene, a quien extrañaba cada dĂ­a aunque no lo expresara. AĂșn estĂĄbamos en la carretera, lejos de casa, lejos de los salvadores. No habĂ­amos cruzado con ninguno de ellos, aunque esperĂĄbamos hacerlo. Voltee a mirar a Aliana, quien pareciĂł removerse, mi sombrero cayĂł aĂșn lado de ella mostrando su rostro... sus pecas. Esas pecas me traĂ­an loco, ella me traĂ­a loco y envuelto en mis pensamientos con ella. SonreĂ­ y no dejĂ© de apreciar lo bella que se veĂ­a dormida, lo tranquila que podĂ­a estar. VeĂ­a mejorĂ­a en ella, aunque sabĂ­a que aĂșn la muerte de Glenn le chocaba. Ella al igual que Natasha habĂ­an encerrado sus emociones y si sufrĂ­an, no necesitaban audiencia alguna.

—Ella siempre decĂ­a que iba ser alguacil.—girĂ© mi vista a Natasha, mientras que arqueĂ© mi rostro al sentir mi vendaje raspar la cicatriz de mi herida.—Siempre... —susurro, observando el camino.

—PapĂĄ me dijo que lograste ver a Daryl ayer, que le pidieron quedarse y no quiso.—recordĂ© la pequeña charla que habĂ­a tenido con mi papĂĄ ayer, querĂ­a saber que opinaba ella. Natasha siguiĂł mirando el camino mientras que asintiĂł, dĂĄndome la razĂłn de lo que dije.—Él volverĂĄ, lo prometo.—le dije, echando el asiento para atrĂĄs para poder recostarme.

—Cuando perdĂ­ a mi pareja, Alex, lo Ășnico que podĂ­a pensar era en que nunca iba a volver a amar a alguien, pensaba en que nunca podĂ­a superarlo y mĂĄs cuando esperaba un bebĂ© de Ă©l, de nuestro pequeño amor.—comentĂł ella ante el gran silencio por el tema surgido sobre Daryl Dixon y su ausencia.—Cuando conocĂ­ a Daryl sin duda alguna me daba temor pero Ă©l siempre me cuidaba y lo hacĂ­a por mi embarazo claro estĂĄ pero a travĂ©s de los dĂ­as estaba curiosa, querĂ­a ver que ese hombre tan misterioso escondĂ­a. Nunca pensĂ© que volverĂ­a a sentir mi corazĂłn latir y que aprendiera a querer a alguien otra vez, tenerlo lejos me hace tener temor de que pueda perderlo. Daryl Dixon es un gran hombre y es fuerte pero no quiero imaginar que pudiera perderlo, no a Ă©l... —me quedĂ© atento, escuchando como ella se expresaba de ese hombre.

—Él debe estar loco por ti, no tengo duda de eso.—sonreĂ­, observando como ella se sonrojĂł.—Nunca pensĂ© que Daryl pudiera querer a alguien, juro que nunca lo pensĂ© pero es un gran hombre, el dĂ­a en que ya no este creo que me dolerĂ­a demasiado.—confesĂ©, sin duda alguna Daryl Dixon era complemento en mi vida, no podĂ­a imaginarme una vida sin la mano derecha de mi papĂĄ.

—Debe estar tan dolido por lo de Glenn... —observe su rostro entristecido ante el nombramiento del coreano.—Todo ha pasado tan lento, los recuerdos me atormentan en la noche como pesadillas, aĂșn no puedo asimilar que no estĂ©n. Pobre Maggie... pobre Sasha, pobre Rosita.—musitĂł ella, nombrando a loa mujeres que habĂ­an adorado a esos hombres en estos Ășltimos tiempos, ella suspirĂł.—Abraham muriĂł valientemente, lo recuerdo cada dĂ­a, cada segundo y aĂșn no puedo mirar a Rosita a los ojos, ni siquiera a Eugene, no sĂ© cĂłmo se lo dirĂĄn a Tara.—ella bajo la cabeza unos segundos, no sin antes volverla a levantar para seguir con el camino.

—Yo tampoco puedo dejar de pensar en ellos... —susurre, observando varios autos en la carretera mientras que mi mente me mostraba imĂĄgenes de mis amigos, antes de morir, cuando Ă©ramos todos felices.

—Es aquĂ­.—Natasha afirmĂł la llegada al supermercado, se veĂ­a vacĂ­o, totalmente misterioso. AsentĂ­.—Aliana, Aliana.—la chica a mi lado removiĂł a su hermana varias veces, optĂ© en rĂĄpidamente recoger mi sombrero de su lado para poder ponĂ©rmelo en la cabeza.

No tarde en cargar mi arma, llevando una mochila que Natasha me brindo a mi espalda, estaba vacĂ­a, ahĂ­ pondrĂ­amos lo que encontrĂĄramos. Observe cĂłmo Natasha se bajo del auto, ajustĂĄndose una mochila bastante grande tambiĂ©n en su espalda, mientras que Aliana algo adormecida tambiĂ©n se colocĂł una mochila y cargĂł su arma. Natasha dio la orden de que observĂĄramos el ĂĄrea, al menos afuera del supermercado no se veĂ­a ninguna señal de alguien mĂĄs o incluso, de los propios caminantes. Observe cĂłmo Natasha se fue mĂĄs adelante, estaba muy alerta ante cualquier situaciĂłn que nos pudiera sorprender. Aliana iba mĂĄs atrĂĄs, caminando y observando los alrededores, la zona de estacionamiento donde habĂ­an automĂłviles vacĂ­os y llenos de polvo. Guarde mi arma, notando como la puerta del supermercado estaba abierta, habĂ­an carros de compra tirados en el suelo, un sin fin de ellos. ParecĂ­a un desierto pero parecĂ­a tener provisiones, ya que al entrar, las vitrinas aĂșn estaban llenos. La primera que observe parecĂ­a tener una cantidad de productos de limpieza, que quizĂĄs no nos harĂ­a falta.

—Parece estar despejado, vacĂ­o y es extraño.—Natasha incrusto su navaja dentro del crĂĄneo de un caminante que estaba detrĂĄs de una caja registradora, este estaba tirado en el suelo y estaba podrido, se veĂ­a ya desparecido.—No lo sĂ©, busquen en esa vitrina de allĂĄ.—señalĂł ella hacia la derecha, donde habĂ­a una vitrina definida como comida enlatada.

—Bueno, vamos.—me dijo Aliana, quien me tomo del brazo y empezĂł a jalarme hacia aquella vitrina, aunque me mantuve alerta ante cualquier situaciĂłn, me esmerĂ© en caminar e ir a otra vitrina que no parecĂ­a estar identificada.—IntentarĂ© llevarle un obsequio a Judith, incluso algĂșn peluche que pueda encontrar para el bebĂ© de Maggie.—escuche a Aliana desde la vitrina de atrĂĄs, mientras que observaba pruebas de embarazo, parecĂ­a ser un ĂĄrea para las fĂ©minas.

—No me parece mal pero no creo que veas a Maggie durante un tiempo, no hasta que papĂĄ decida ir.—le expliquĂ©, leyendo las instrucciones de la caja de embarazo, no tenĂ­a idea del por que estaba leyendo eso. Mientras que gire mi rostro, observando a Natasha pasarme por el lado y parecĂ­a masticar algo.

—Nosotras nos iremos mañana a Hilltop, veremos si nos necesitan allĂĄ, si no, volvemos.—escuche a Natasha hablar en voz alta, mientras que no dude en girarme y toparme con los ojos verdosos de Aliana a travĂ©s de la vitrina. Ella se quedĂł observĂĄndome, mientras que sostenĂ­a su mochila en su mano derecha y parecĂ­a colocar en ella un tipo de comida enlatada. La mirĂ© confuso, no me habĂ­a comentado nada.

—¿Mañana?—preguntĂ© algo incĂłmodo, por el simple hecho de que ella no se habĂ­a comunicado conmigo sobre ese asunto, no la mando pero si me importa el tipo de acciones que harĂ­a y mĂĄs cuando implica tener que salir de la zona segura de Alexandria.

—Iba a comentarte...—fue lo primero que dijo antes de que decidiera darle la espalda, enfocĂĄndome en buscar algĂșn tipo de pastilla femenina que se encontrara en esta ĂĄrea. Algunas sufran de dolores menstruales, Michonne me pidiĂł que consiguiera medicamentos para esto.—Se me pasĂł, ayer estuviste toda la noche con Judith y me toco hacer guardia con Michonne hasta tarde, asĂ­ que pensaba comentarte hoy.—confesĂł.

—No creo que sea buena idea, preferirĂ­a que te quedaras.—hablĂ©, dejando una caja de pastillas que vi pero al parecer no era para eso, decĂ­a "plan B", preferĂ­ dejarlo en su lugar; toda esta ĂĄrea era desconocida para mi.

—De verdad necesito estar con Maggie, no creo que ella la estĂ© pasando bien, Carl.—seguĂ­ observando ciertas cosas en esta ĂĄrea tan interesante, aunque escuchaba los sonidos de las latas chocando me enfoquĂ© en colocar estas toallas menstruales en mi mochila, incluso me esmerĂ© en observar ciertas cajas cerca de ellas.

—Aliana nadie la está pasando bien... —respondí algo cortante, observando la caja de preservativos, una caja que estaba abierta y que adentro tenía un paquete algo metálico. Sabía lo que era.

—¿QuĂ© ves?—deje los preservativos con rapidez en su columna, sentĂ­ mis mejillas ponerse calentes y sabĂ­a que estaba sonrojado. NeguĂ© con rapidez, observando cĂłmo Aliana alzĂł su ceja, observe su mochila y parecĂ­a estar algo llena, me extrañé; yo no habĂ­a buscado nada, solo provisiones para mujeres, que basura.

—¿Que encontraste?—preguntĂ©, notando como ella se colocĂł la mochila en la espalda.

—EncontrĂ© cuatro latas de frijoles, incluso una lata de sopas de diferentes tipos. Sopas de papas con tocino, no sĂ© si estĂ©n en buenas condiciones. EncontrĂ© sopas enlatadas de caldo de pollo, mĂĄs atrĂĄs encontrĂ© bolsas de arroz y unas cajas de pastas de diferentes tipos, asĂ­ podemos hacer spaghetti. Latas de salsa de tomate para la cocina. Y latas de vegetales. No hay mucho, la mayorĂ­a de la lateria estĂĄ rota, tiene hoyuelos asĂ­ que se le pudo meter algĂșn tipo de gusano.—me explico.—En la vitrina de allĂĄ hay diferentes tipos de jugos, incluso bolsas de cafĂ©s, no creo que aĂșn estĂ©n dañadas o expiradas.—señalĂł hacia una vitrina.—¿Y tĂș?—pregunto.

—Toallas sanitarias para ustedes, unas cuantas pastillas para sus dolores menstruales. Agarre unos desodorantes femeninos, varios masculinos. Navajas para ustedes y para nosotros. E incluso dos pruebas de embarazo por si las moscas.—sonreí, observando a Aliana negar con una tierna sonrisa.—No quiero que te vayas Aliana, de verdad deberías quedarte.—le sugerí, ella iba a responder hasta que escuche un terrible estruendo, observando una columna caerse y provocar mucho ruido.

—¿Natasha?—preguntĂ© ante el estruendo gritĂł femenino que molesto mis oĂ­dos, no tarde en sentir mi corazĂłn acelerarse, incluso Aliana quien abriĂł los ojos mĂĄs grandes que un plato.

—¡Carl, Aliana!—no tarde en correr por el pasillo donde esa misma columna se había caído, Natasha había gritado fuertemente y no tarde en sacar mi navaja ante la presencia de los caminantes salir de una habitación, lo cual parecía una enfermería.—¡Es una trampa!—gritó.

No tarde en darme cuenta a lo que se refería, Salvadores. Guarde mi navaja y saque mi arma, percatåndome en cómo Natasha se enfrento a a varios caminantes que empezaron a salir uno por uno de la farmacia. Le di la espalda a Aliana para ir a cubrir a su hermana quien parecía estar en a puros. Me fui acercando poco a poco, apuntando los cråneos de los caminantes, dåndole a uno, luego a otro. La sangre salpicaba y los zumbidos de las balas molestaban mi oído, provocan incluso mås ruido. Natasha entró a la farmacia, empujando a los caminantes. No tarde en alejarme un poco para abrirme espacio y matarlos, hasta que mis tropecé con un estante de gafas, cayéndome al suelo con este. Sentí mi corazón bombardear, dåndome cuenta que Aliana por alguna desconocida razón no estaba en la zona y podía jurar que escuchaba disparos desde afuera del pequeño supermercado. Empecé a arrastrarme por el suelo y mås cuando varios caminantes empezaron a abalanzarse encima de mi, como si fuera carnada fåcil. Con mi arma no tarde en reventarle el cråneo a aquel caminante, salpicando su sangre y sus viseras en mi rostro. Mi cara estaba pegajosa.

SentĂ­ nauseas ante ese momento asqueroso para mi, empezando a apuntar al prĂłximo caminante que se me acercarĂĄ pero el sonido del impacto de la bala estuvo tan cerca de mi, que me mareaba. Mi cabeza querĂ­a explotar, aunque tuve oportunidad de matarlo, un hoyuelo se formĂł en la cabeza de aquel caminante, salpicando mĂĄs sangre al suelo blanco, tumbando al caminante a mi lado. SonreĂ­ observando a Natasha llena de sangre en su ropa, incluso en su rostro. Esta tenĂ­a la mochila en su mano izquierda, abierta y podĂ­a verla llena de vendajes, incluso, medicinas y antibiĂłticos. EntendĂ­ el por quĂ© la insistencia de entrar ahĂ­ pero tenĂ­amos problemas mĂĄs grandes cuando aĂșn los disparos de afuera se escuchaban. Hasta que un gritĂł estruendoso provocĂł que mi corazĂłn se sacudiera, incluso el de Natasha. No tardo esta en darme una mano para levantarme, el grito provino de Aliana. Ambos con armas en manos nos agachamos, observando desde afuera dos cuerpos baleados en el piso, sangrientos y uno estaba aĂșn dando gritos ahogados cuando un caminante se le abalanzĂł.

—¿Quien más está contigo?—había un hombre obeso encima de ella, parecía estar asfixiándola, no provocamos una escena, se veía un auto a lo lejos traer su ruta hacia acá y no sabíamos cuántos eran.

—No saldremos aĂșn, esperemos a que el auto llegue hasta acĂĄ, no sabemos cuĂĄntos podrĂ­an ser.—me susurro Natasha, sacĂĄndome la idea de la mente, asentĂ­ pero ardĂ­a de nervios y sabĂ­a que ella tambiĂ©n.—TĂłcala y te mato... te mato... —susurro entre dientes Natasha, mientras que observĂĄbamos desde afuera como el hombre obeso con barba y una chaqueta negra intimidaba a Aliana.

—Te harĂĄ hablar de la forma mĂĄs apreciada, intento de ser frĂĄgil, mataste a mis dos amigos.—observe los cuerpos tirados en el suelo, uno aĂșn estaba siendo consumido por los caminantes y empecĂ© a ver cĂłmo Aliana forjaba para que este hombre se saliera de encima de Ă©l.

—Me... me asfixias, me asfixias.—Aliana intentaba de sacárselo de encima y podía ver el auto acercarse más pero no veía que cantidad tenía este adentro, hasta que escuche un estruendo ruido y fue que aquel hombre se había atrevido a golpearle la mejilla a Aliana.

—Bien... por las malas.—Aliana se aguantĂł su rostro, mientras que este saliĂł de encima de ella y pude escuchar como ella suspirĂł, observĂ© cĂłmo el hombre obeso se desabrochĂł su cinturĂłn, dĂĄndome un recuerdo, uno que me sofocĂł y mĂĄs cuando me visualicĂ© a mi tiempo atrĂĄs siendo atacado por un hombre obeso que intento abusar de mi.—¿A donde crees que vas?—pregunto el hombre burlĂłn, jalando los pies de Aliana y arrastrĂĄndola hasta donde estaba Ă©l y no hubo mĂĄs molestia para mi que ver cĂłmo agarro sus manos con fuerzas y las sostuvo en el cemento de la calle para que esta no pudiera moverse.

—Natasha... —gruñí entre dientes, dĂĄndome cuenta que el auto se habĂ­a detenido y que de Ă©l se habĂ­a bajado una sola persona, con un arma. DesvĂ­e mi mirada ante el grito de Aliana y cuando vi a aquel hombre rozar sus labios por su cuello no pude enfurecerme mĂĄs, incluso cuando pasĂł su mano por su parte Ă­ntima.—Hijo de pu... —cargue mi arma y asĂ­ mismo me levante, sin dudarlo dos veces, desviando mi vista al hombre que se acercaba con rapidez a donde estaba el obeso.

—¡Hey!—me gritĂł el desconocido Salvador, quien no tardo en apuntarme pero habĂ­a sido socorrido por Natasha, quien desviĂł su arma y le disparĂł mĂĄs de tres veces en Ă©l cuerpo. Este cayĂł al suelo, mientras que el obeso se levantĂł. Me observo y su vida cayĂł al suelo, se desvaneciĂł, lo habĂ­a matado y ni siquiera pudo decir una Ășltima palabra. Mi bala se desviĂł a su cabeza, notando como desde el suelo la sangre salĂ­a de su hoyuelo.

—Maldito hijo de perra.—Natasha gruñó entre dientes, percatĂĄndose de la mejilla de Aliana, estaba colorada, me enfurecĂ­ tanto que no tarde en desviar mi pie con fuerza en el rostro de este, golpeĂĄndolo.—¿Estas bien?—Aliana no dijo nada, el silencio la agobiĂł y pareciĂł quedarse en un tipo de transe, observando al obeso hombre mientras que en su, me quedĂ© observando sus verdosos ojos aguarse.

(Notas) AquĂ­

You are reading the story above: TeenFic.Net