𝓬𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸
𝙾𝚛𝚒́𝚐𝚎𝚗𝚎𝚜, 𝚙𝚊𝚛𝚝𝚎 𝚝𝚛𝚎𝚜
— Recuerda lo mucho que te quiero Olie.
Las palabras quedan en el aire mientras su madre sostiene el pequeño cuerpo contra su pecho.
Los cabellos blancos se despeinan con la brisa del aire, su vista se pierde en los edificios cuidadosamente construidos.
Las lágrimas de su progenitora mojan sus mejillas dejando que el aire le calara los huesos.
Sus propios pensamientos de revuelven mientras es agitado por el ser de piedra para intentar librarse de él.
Se aferra con fuerza a uno de sus dedos, apretujándose con fuerza alrededor, negándose a caer.
— Quítate. — Ordena el villano pero Blanche se niega rotundamente a su petición.
Sus uñas se entierran lo más que pueden, marcando la roca con súplicas silenciosas.
Mylene observa horrorizada como el cuerpo del chico empieza a resbalar por el esfuerzo invertido.
Los policías entran en crisis cuando el villano comienza a moverse estrepitosamente hasta que el albino resbala.
La sangre resbala de sus dedos en hilos dolorosos.
No puede gritar.
Sus ojos se abren más de lo normal, la piel comienza a palidecer, la imagen lejana del villano lo aterra.
Con una resignación mortal, cierra los ojos esperando el impacto que quizás acabaría con su vida.
«Mamá, sálvame. Lo prometiste»
El hilo se enreda en su cadera siendo arrastrado nuevamente por la fuerza mayor.
La imagen de Misterbug se clava en sus pupilas. El traje rojo amoldado a su cuerpo junto a ese antifaz que cubre la identidad de su héroe.
Sus ojos azules le perforan las retinas, lo puede observar arrodillarse ante y susurrar algo que no logra entender.
Su atención se desvía al villano que expulsa un montón de mariposas junto a palabras baratas.
Sus dedos se aferran al suelo, contemplando ambos superhéroes intercambiar miradas cómplices.
Misterbug, es el primero en actuar haciendo rodar su yoyo para capturar una enorme cantidad de mariposas para después sonreír triunfante mostrando aquella confianza y determinación que anhelaba.
— ¡Déjenme hacerles una promesa! — Proclamó. — ¡No importa quien quiera lastimarlos porque Misterbug y Cat Noir harán todo para mantenerlos a salvo!
En acto heroico, el héroe dejó libre a las miles de mariposas que lleno de esperanza a los ciudadanos.
Respiro aliviado, dejando que las lágrimas fluyeran sin parar por sus mejillas. La mano del héroe gatuno se poso en sus hombros mostrando una sonrisa amistosa.
— Eres muy valiente. — Halago el gato. — Por favor quédate atrás, ahora ya estas a salvo.
Le dio una última mirada antes de irse y ayudar a su compañero que lidiaba solo con el monstruo.
Sus labios pronunciaron un agradecimiento suave, esperando que el héroe lo escuchara aunque ya estaba lo suficientemente lejos como para notarlo.
Hizo un esfuerzo, apoyándose en sus rodillas temblorosas para ponerse de pie finalmente.
Los policías se acercaron rápidamente auxiliarlo, sus brazos se acomodaron en el hombro de un oficial permitiéndose acomodarse sobre el para poder dirigirse a un lugar más seguro.
«Mi mano duele»
— ¡Olie! — La voz temblorosa de su padre inundó sus oídos.
El hombre corría desesperado hacia su hijo, empujó a algunos oficiales hasta que sus brazos rodearon el cuerpo del chico.
— Ya está, papá llegó. — Sus brazos rodearon su torso ahogando un sollozo al presionar su palma herida.
Alarmado, Alphonse se quita la corbata en movimientos bruscos envolviendo la palma de su hijo.
Olie se recarga en sus hombros mientras es llevado con una enfermera, a lo lejos, Misterbug se proclama ganador del enfrentamiento.
Las mariquitas aparecen para reparar todo aquello que se rompió durante el enfrentamiento.
— Increíble. — Susurro disfrutando del espectáculo.
Deseo tener su cámara para capturar el momento, por un momento su vista se vuelve borrosa y solo es capaz de cruzar miradas con el héroe moteado.
"Quería una foto de el"
Despertó con el rostro de su padre pegado en su pecho, vestía la misma ropa que —supone— tenia ayer. Sus ojos estaban llorosos y las bolsas debajo de ellos acentuaban aún más su edad.
— Papá, me estas aplastando. — Dice con voz ronca, despertando al mayor.
El hombre abre los ojos mientras sostiene el rostro de su hijo en agarre fuerte, seguro. Cerró los ojos disfrutando de ese calor agradable en su pecho, sosteniendo la mano pálida de Alphonse.
— Deberíamos mudarnos de país, le diré a tu madre que debemos... debemos... — Su voz se entrecorta, presionando el cuerpo del adolescente con más fuerza. — No es seguro aquí, no para ti.. mi Olie.
La incomodidad crece en el chico que lentamente se separa de su padre tomando sus manos entre las suyas.
— No puedes protegerme de todo papá, así no funciona. Nunca ha funcionado y tampoco lo hará en un futuro.
El hombre seca sus lágrimas, aceptando cada palabra que sale de su boca. Sus labios mientras un diminuta sonrisa apenas perceptible para Olie.
— ¿Puedes llevarme a la escuela?
— Si.
— Te quiero papá. — Dice, dejando un corto abrazo en Alphonse antes de entrar en la escuela.
Todos parecen emocionados con la idea de que ahora hubiera superhéroes en la ciudad. El también lo estaba pero esperaba no tener que encontrarse con ellos si representaba estar en peligro.
"Marin, mas te vale tener mi cámara o te asesinare"
Caminó con lentitud, adentrándose por completo en la escuela. Sus zapatos se mueven con rapidez hasta ingresar en el salón.
Como el primer día, el aula estaba vacía a excepción de algunos alumnos que lo saludaron. Respondió el gesto con una sonrisa, sentándose a lado de Marin.
El chico, al notar su presencia rápidamente lo bombardeó con preguntas alterándose al notar su mano vendada.
— Estoy bien, solo fue un rasguño. Mi papá exagero.
Desconfiado, Marin decide no agregar mas al asunto. Sus ojos se iluminan al recordar un pequeño detalle.
Sacó su mochila con una sonrisa y mostró una caja perfectamente pintada en tonos blancos.
— Es para ti. — Dijo, extendiéndole el objeto. — Pensé que tu cámara podía llegar a ser frágil así que le construí una caja.
El objeto fue desenvuelto dejando ver su cámara en una caja aterciopelada junto a un llavero de mariquita.
— Aunque si no te gusta puedo-
— Me encanta. — Interrumpe, sosteniendo el objeto para acercarlo a su pecho. — Muchas gracias, Marin.
El rubor se extiende por las mejillas del chico, sonriendo de forma tonta ante los ojos grises.
Su atmósfera dulce se vio interrumpida por un chico rubio que los saludaba. Marin lo ignoro por completo y Olie solo asintió para darle más atención a la caja y sacudiendo al Cheng para que dejara de fruncir el ceño.
— ¿Por qué tenía que llover hoy? — Se queja el albino, sosteniendo su mochila y la de Marin, quien había olvidado algo en el salón.
— ¿Estás esperando a alguien?
Se distrajo con la voz del rubio, el mismo de aquella mañana y que Marin no parecía tolerar.
— Si. — Sus ojos observaron los verdes del chico en un silencio incómodo con miradas furtivas y palabras incompletas.
— Entiendo. — Dijo finalmente, sosteniendo una distancia prudente para no incomodar al chico. — Esperare mi auto aquí, si no te molesta.
— No para nada. — El fotógrafo se resguardo en el gran umbral de la escuela, rogó en sus adentros que su amigo saliera de una vez para poder irse.
— No fui yo quien pegó esa goma de mascar. — Confesó, interrumpiendo el corto silencio entre ambos. — Es solo que Chloe es mi único amigo y no quería perjudicarlo.
— ¿Goma de mascar?, no se de que estas hablando. — Repitió, visiblemente sorprendido. — Llegue tarde el primer día pero escuchando lo que dices ahora entiendo porque Marin estaba tan distante.
— ¿Y que debería hacer?
— Decirle la verdad. — Dijo con obviedad. — No es tu culpa tener un amigo así de horrible. Si es lo único que conoces entonces cambia de amistades y veras como tu entorno mejora.
— Entonces. — Murmuró el rubio pensativo, mirando hacia abajo. — ¿Podemos ser amigos?
Se desconcertó, dejando caer su propia mochila al quedarse en blanco.
— Si, eso creo.
"¡CALLATE OLIE!"
El rubio extendió su mano en un gesto amistoso, colocando su paraguas encima de ambos para evitar las gotas que comenzaban a mojarlos con la brisa de la tarde.
— Soy Adrien Agreste.
Acepto el gesto, apretando su mano alrededor de la suya. — Olie Blanche.
Un auto apareció en el umbral de la puerta, supuso que era del rubio. Se despidió dándole un sonrisa apartando su mano para que el chico se fuera.
— Nos vemos mañana. — Soltó, subiendo al auto despidiéndose por última vez.
— Olía a queso. — Comentó de repente soltando una carcajada, miro hacia atrás al ver a Marin correr con una sombrilla hacia el.
— Ya podemos irnos. — Anunció extendiendo la sombrilla sobre ambos.
— Genial.
¡Extra Blanche!
— Un clavo mas. — Susurra Marin.
La luz encendida de su habitación ayudaba con su labor, Tikki, curiosa se acerca al chico que parece no parpadear en lo mas mínimo.
— ¿No seria mejor descansar?
— Luego, tengo que terminar esto.
— Es para...
— Para Olie.
Impriman a más Alphonse por favor.
En fin, por fin terminamos los capítulos de orígenes.
Ahora puedo concentrar toda mi atención a los primeros capítulos.
RECUERDEN QUE LOS ADORO CON TODO MI CORAZÓN.
You are reading the story above: TeenFic.Net