Capítulo 2

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La noche siguiente, Jiyong fue a su club favorito y levantó a la mujer más sexy que pudo encontrar, una pelirroja alta y curvilínea con unas piernas geniales. Su nombre era Nana. Le dio una mamada increíble y estaba tan mojada alrededor de él que su coño hacía sonidos húmedos cada vez que se movía; Fue un gran aliciente para su ego.

Jiyong la dejó agotada, sintiéndose bien jodida y orgulloso de sí mismo. Amaba a las mujeres.




— ¿Pero? —dijo Seunghyun, interrumpiéndolo cuando Jiyong se acaloraba poéticamente sobre Nana.

Jiyong le frunció el ceño.

—No hay pero. Me enrollé con la mujer más sexy de Seúl y conseguí su número. Creo que en realidad la llamaré.

Seunghyun tomó un sorbo de su cerveza, lentamente, solo mirándolo de esa forma medio divertida, medio exasperada, que siempre enloquecía a Jiyong. ¿Era normal querer golpear a su mejor camarada en su estúpida cara?

— ¿Qué? —dijo Jiyong.

—No tienes que demostrar que eres heterosexual, ¿sabes? —dijo Seunghyun amablemente—. Sólo porque te guste meterte los dedos.

Jiyong tomó un gran trago de su cerveza.

—Así que realmente te gusta —dijo Seunghyun.

Jiyong dirigió su mirada hacia la barra, pero Bobby claramente no necesitaba su ayuda en ese momento; Dara lo estaba ayudando esta noche. Que gran pena. Podría usar una excusa para evitar esta conversación.

Se encogió de hombros, su cara incómodamente caliente, lo cual era ridículo. No se sonrojaba por el sexo. No es que masturbarse fuera sexo. Seunghyun tenía razón: no había nada raro o gay en el hecho de que le gustara un dedo, o dos, en su trasero.

—No me estás diciendo nada —dijo Seunghyun. 

Jiyong hizo una mueca.

—Vamos, Ji —dijo Seunghyun—. Soy yo.

Frotándose su enrojecida nuca, Jiyong dijo a regañadientes, evitando la mirada de Seunghyun:

—El sexo con ella fue genial. Fácilmente en el top 5 del sexo en mi vida. Estaba tan metido con ella, que apenas podía esperar para entrar en ella —Se humedeció los labios con la lengua—. El sexo estuvo bien, pero aun así no fue tan intenso como... Me vine mucho más duro con mis dedos, ¿sabes? Como que quiero hacerlo todo el tiempo ahora. Todo el jodido tiempo.

Seunghyun estaba callado.

Jiyong miró en su dirección y encontró a Seunghyun cuidando su cerveza con una expresión extraña en el rostro, con sus oscuras cejas fruncidas.

— ¿Y qué? —Dijo Seunghyun por fin, aclarando su garganta—. No entiendo cuál es tu problema. Encuentra a una mujer dispuesta a tocarte.

Jiyong se encogió ante la mera sugerencia. No podía imaginarse pedirle eso a una mujer con la que estuviera.

—No lo sé —dijo—. Se siente realmente... castrante.

La extraña expresión de Seunghyun se transformó en una más familiar, de gran exasperación.

—Es el siglo XXI. Sabes que todos esos estereotipos machistas son cosa del pasado, ¿verdad? A muchas mujeres les gusta hacerse cargo, y no hay nada de malo en querer estar en el lado receptor de algún jugueteo con tu culo. No te haría menos varonil o algo así.

Racionalmente, Jiyong lo entendía completamente.

Pero...

—Aun es mortificante pedirle a una chica caliente, que me meta un dedo en el culo —murmuró Jiyong— ¿Y si ella se ríe de mí? ¿Y si piensa que es raro o asqueroso? — Arrugó la nariz—. Es algo asqueroso, en realidad. No querría meter mi dedo en el culo de alguien, especialmente si apenas los conozco.

Seunghyun rio, sus ojos llenos de alegría.

—Como alguien que regularmente une diferentes partes de su cuerpo al agujero de alguien, no estoy de acuerdo. No sabía que eras tan asqueroso.

Jiyong le dio una patada por debajo de la mesa.

—Cállate. No soy asqueroso.

— ¿Sabes qué? —dijo Seunghyun con una sonrisa, sacando su teléfono y tocando algo—. Tengo una idea.

Jiyong lo miró con suspicacia.

— ¿Una idea?

Después de unos cuantos toques más, Seunghyun levantó la vista de su teléfono y dijo:

—Deberías recibir algo de Amazon en unos pocos días. Los ojos de Jiyong se ensancharon.

—No lo hiciste —balbuceó, con la boca seca.

—Lo hice —dijo Seunghyun, recostándose en su asiento—. Deberías haber ordenado algunos juguetes tú mismo, en vez de quejarte sobre tu gran crisis de próstata.

Jiyong se sonrojó. Los dedos eran una cosa, pero ¿Ponerse un consolador real en el culo? Sería un poco gay.

—Cancela la compra, estúpido —susurró, mirando alrededor con autoconsciencia.

—No —dijo Seunghyun, el idiota, con una sonrisa—. Es una solución perfecta para héteros de mente cerrada como tú: follas todas las mujeres que quieras y luego te vas a casa, y te follas con un consolador. No te preocupes, elegí uno bueno para ti. Nada demasiado grande.

Jiyong se puso de pie y se marchó.

En serio, necesitaba un nuevo mejor amigo. Jodido Seunghyun. Él no iba a usar ese consolador.

Ni siquiera iba a abrir la caja cuando la recibiera.











El consolador era rosa brillante y se veía estúpido. Porque, claro, así sería. Seunghyun vivía para burlarse de él, el idiota.

Jiyong frunció el ceño ante la ridiculez, lo arrojó sobre su mesita de noche y se olvidó de ello. Lo tiraría más tarde.

Pero más tarde esa noche, mientras se acomodaba para su paja nocturna, Jiyong encontró que su mirada volvía hacia la cosa.

Se mordió el labio inferior y miró hacia otro lado, resuelto a no hacerlo. Los dedos eran una cosa. Poner un objeto con forma de polla en su culo, era completamente otra.

Los dedos eran más que suficiente de todas formas, pensó Jiyong, rodeando sus lubricados dedos alrededor de su agujero. Empujó contra el sensible borde, silbando un poco. Maldita sea. ¿Por qué se sentía tan jodidamente bien? Ya estaba duro como una roca, su polla goteaba contra su estómago mientras su cuerpo temblaba de anticipación. Empujó dos dedos esta vez, jadeando ante la antinaturalmente deliciosa sensación de plenitud. En este punto, le gustaba por completo la sensación, lo cual lo asustaba, porque una cosa era que le gustara la estimulación prostática, pero meterse cosas en el culo era probablemente un poco gay. Sin ofender a los hombres gays, a los que les gustara tener cosas en el culo.

Pero carajo, esto se sentía tan bien. Jiyong estaba respirando fuerte mientras que empujaba sus dedos, gimiendo cuando sus dedos rozaban su próstata. Joooooder.

La aturdida mirada de Jiyong volvió a caer sobre la mesita de noche. El consolador era más grueso y más largo que sus dedos. Probablemente se sentiría más satisfactorio.

¿Tal vez sólo una vez? Probar un consolador una vez no sería demasiado gay. Nadie tenía que saberlo. Ni siquiera Seunghyun.




Así fue como Jiyong se encontró gimiendo ruidosamente mientras se follaba con el consolador rosa brillante que su mejor amigo le había comprado. Mierda. Sabía que era ruidoso, que debía ser más silencioso —las paredes no eran muy gruesas— pero no podía evitarlo. Estaba tan lleno. El estiramiento era delicioso, y no podía dejar de lloriquear cada vez que el dildo empujaba contra su sobreestimulada próstata. Era casi demasiado, y apenas tenía la coordinación para hacer que el consolador se moviera adentro y afuera. Todo lo que quería era recostarse y tomarlo, perderse en la sensación de ser follado. Tal vez debería invertir en un consolador con arnés. Tal vez debería encontrar una novia súper desprejuiciada a la que no le importara follarlo en vez de hacerlo follarla.

Jiyong gimió ante la idea, imaginándose a una rubia caliente con grandes pechos que se sacudirían mientras que lo follaba con su polla, su consolador con arnés, no su polla. Porque Jiyong no estaba interesado en pollas. Juguetes sexuales que parecían pollas, no equivalían a una polla real. Una verdadera polla probablemente se sentiría muy diferente al consolador en su culo de todas maneras. Probablemente ni cerca de ser tan bueno. Una verdadera polla no sería tan dura. Una verdadera polla no sería capaz de follarlo tan duro como él quisiera...

Jiyong gimió y se vino, oleadas y oleadas de placer enrosca dedos, descendiendo sobre él mientras que se apretaba con fuerza en torno a la polla —el dildo— en su culo.

Jiyong se incorporó, respirando todavía con dificultad, y observó fijamente al semen en su estómago. Me lleva la chingada. Nunca se corrió sin tocar su polla. Ni siquiera cuando fue adolescente.

Suspirando, se dejó caer sobre el colchón. No se molestó en sacar el dildo. Sabía que estaría listo de nuevo en quince minutos, y no se engañaba pensando que podría masturbarse sin querer algo en su trasero.

En estos días, siempre parecía querer algo en su culo, lo cual era... un poco preocupante. Esto se estaba convirtiendo en una obsesión.

Jiyong suspiró de nuevo, pasándose una mano por la cara. Tal vez, realmente debería comenzar a buscarse esa novia de mente abierta a la que no le importaría follarlo con un consolador con arnés.






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