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Enero 1830

Londres

Mary fue llevada en brazos por su esposo hasta la cama matrimonial que ambos compartían, el dolor era cada vez más agudo y la condesa sintió que no iba a soportarlo, que moriría ahí mismo.

Minutos después, aunque a Mary le parecieron años, la matrona la acomodo para dejarla lista, la mujer entrada en años estaba bastante molesta de que Thomas hubiera decidido quedarse para presenciar el parto, entre los dolores que la aquejaban, Mary había podido escuchar la pequeña discusión que ambos habían tenido, obviamente el Conde había ganado.

-Tiene que pujar –le dijo el médico, la castaña apretó los dientes con fuerza.

-Me duele mucho –grito con lágrimas en sus ojos.

-Ya viene –dijo la matrona –solo puje y el dolor se irá. –Mary apretó con fuerza la mano de Thomas sintiendo como si se le fuera a partir la espalda –con más fuerza.

-No puedo –negó con la cabeza sintiendo como las gotas de sudor mojaban su frente –no puedo hacerlo más fuerte.

-Si puede –volvió a gritar la mujer –usted es fuerte, cuando sienta mucho dolor, puje. –Mary no sabía cuanto tiempo había estado intentando hacer que el bebé naciera.

-Mary –susurró Thomas –tienes que pujar –los ojos de ambos se conectaron –hazlo. –Ella pujó con fuerza pegando un alarido, los ladridos de Taffy se podían escuchar dentro de la habitación aunque la castaña sabía que estaba fuera esperando que le abrieran la puerta.

-Siga, más, más –dijo la mujer que estaba asistiendo a Mary.

-No puedo más –la castaña ya estaba desesperada –hagan que acabe –grito y se volvió a mirar a Thomas –haz que pare, por favor.

-Tienes que pujar –dijo él con una expresión de dolor en sus ojos. –es la única forma.

-Vamos –gritó el médico –puje –ella pensó que no pujar no era una opción, su cuerpo la obligaba a hacerlo –vamos ya lo veo.

-Puja mi amor –dijo Thomas mirándola a los ojos –una vez más.

-Ahora puje –grito la matrona haciendo que la Condesa respirara profundamente antes de utilizar todas sus fuerzas para pujar, esta vez sintió como algo salía dentro de ella y el dolor se calmó.

-Ya está –dijo entusiasmado Thomas –ya nació –Mary se estremeció cuando escuchó el llanto de su bebé.

-Es un varón, nació su heredero –dijo el médico mientras cortaba el cordón umbilical, la castaña se apoyó sobre los codos para intentar ver a su bebé –Su padre va a estar muy contento –La matrona envolvió al recién nacido en una manta y se lo entregó en los brazos al Conde ante la mirada expectante de Mary quien no podía verlo bien.

-¿Thomas? –susurro intentando disimular el temor creciente en su pecho de que fuera producto del abuso de Harry Jones, el rubio se quedó en silencio demasiado tiempo para su gusto.

-Tiene tus ojos –dijo él antes de enseñárselo por completo destapando deliberadamente el costado derecho del torso del bebé para que ella pudiera ver la gran mancha marrón oscura que portaba sobre su piel. –es nuestro, amor. –dijo entregándoselo y ella supo que no solo hablaba de los dos.

-Es nuestro –Mary comenzó a llorar de felicidad acariciando el torso del bebé quien lloraba y se retorcía en sus brazos –solo nuestro. –el conde besó su frente.


Ocho horas después del nacimiento de Jacob Smith, el futuro conde de Hampshire, el señor Smith padre, su abuelo, entró a conocerlo.

-Sí, un varón –dijo tan feliz que la castaña no pudo evitar sonreír –el heredero, mi nieto –exudaba orgullo –Se parece a ti –dijo señalando a Thomas haciendo que el conde riera levemente –aunque sacó los ojos verdes.

-Y bueno –el rubio levantó los hombros –algo tenía que sacar de Mary ¿no?

-Si, si –asintió el hombre sin dejar de mirar la cara del bebé. –por cierto no me gusta para nada el nombre, pensé que le iban a poner el mío.

-Lo elegimos por... –La castaña intentó contarle porque la decisión de ponerle Jacob pero el señor Smith la hizo callar con un movimiento de su mano derecha.

-La gente va a sospechar que le pongas su nombre –miró a su hijo –del hombre que vivía contigo y ahora está acusado de sodomía, los rumores van a crecer –La Condesa revoloteo los ojos y cuando estos se cruzaron con los azules supo que su esposo sabía qué hacer.

-Padre, Mary sigue cansada –hablo Thomas con tranquilidad evitando enfrentarse al señor Smith–podrías...

-Si claro –se alejó unos pasos –gracias por traer esta felicidad a nuestras vidas –le dijo a la mujer antes de salir de la habitación.

-Sé que es tu padre pero que insoportable –Dijo Mary mientras acomodaba al pequeño Jacob en sus brazos.

-Es irónico –dijo Thomas en un susurro contra la mejilla de la castaña en la cual estaba dejando un beso –su heredero es hijo de Jacob. –a la condesa se le achicó el corazón pensando cuanto más demoraría Harry Jones en sacar a Jacob de la cárcel.


Cinco días después del nacimiento del primogénito de los Condes, a las tres de la tarde, Mary estaba alimentando al bebé en compañía de Gloria, cuando entro Jacob a la habitación como alma que llevaba el diablo.

-No puedo creer que me perdí el parto –se quejó acercándose hasta la cama.

-¿Estas bien? –preguntó Mary observando su rostro.

-Sí, yo estoy perfecto –le dio un beso en la mejilla – ¿Cómo estás tú? ¿Cómo está él?

-Estamos bien –asintió la castaña.

-Gloria –escuchó la voz de Thomas y levantó la mirada –podrías dejarnos solos.

-Sí, señor –asintió la dama de señora de Mary saliendo de la habitación y cerrando la puerta.

-¿Tu no aprendes? –El rubio miro molesto a Jacob –si alguien te denuncia otra vez, de lo que sea...

-No me interrumpas –dijo Jacob levantando una mano. – ¿se puede determinar de quién de nosotros es? –Mary miró los ojos azules del conde y este levantó los hombros esbozando una pequeña sonrisa.

-Pues no sería fácil –admitió destapando al bebé –pero tiene esa mancha que lo deja en claro, te presentamos a Jacob Smith.

-No puede ser –los dedos del hombres acariciaron el lugar más oscuro de la piel del torso del bebé – es mío.

-Es nuestro –asintió Mary

-Nuestro –repitió Jacob antes de darle un beso en los labios para luego ponerse de pie y abrazar a Thomas –nuestro –dijo otra vez poniendo las manos sobre el rostro del Conde para pegar sus labios con los de él.

-Te amo –susurro Thomas cuando el beso se cortó.

-Le pusieron mi nombre –dijo volviendo la atención al bebé que lo miraba con los ojos bien abiertos.

-Elegimos ponérselo porque no sabíamos que iba a pasar –comentó el Conde –y si era algo malo por lo menos tendríamos a nuestro pequeño Jacob con nosotros.

-Es gracioso –dijo Jacob echándose al lado de Mary.

-¿Qué? –preguntó Thomas situándose en los pies de la cama.

-Se suponía que queríamos que esto pasará –dijo con tranquilidad –acabaría todo cuando ella tuviera al hijo varón –dio un beso en la cabeza de la castaña –la mandaríamos a vivir a unas de las casas, al bebé lo criaría una niñera y nosotros podríamos ser felices para siempre. –sostuvo la cabeza de su hijo. –pero ahora quiero tener más.

-Yo también –dijo Thomas con una sonrisa –aun quiero una niña, que tenga los ojos hermosos de Mary. –la castaña suspiro al caer en cuenta de lo que venía. En ese momento era un sinfín de emociones juntas, estaba feliz de que su pequeña familia estuviera junta pero a la vez ver a Jacob ahí solo hacía todo más real, ella iba a tener que ir con Harry Jones, ese hombre no iba a permitir que no cumpliera su parte del trato y ella iba a cumplirla, la sola idea de que ellos pudieran morir por su culpa la atormentaba de una manera que no podía soportar, pero cualquier sacrificio era nada para que sus tres hombres estuvieran bien e iban a estar bien sin ella. –y que se llame Lucinda como mi madre. –Mary observó la mano de Thomas la cual se había estirado para tomar la pequeña mano del bebé –y llamarla Lucy.

-Yo también quiero una niña –asintió Jacob –hermosa como su madre –el silencio se implantó por unos segundos entre los tres –y que se llame Annie –la castaña salió de sus pensamientos un momento y volteó la cabeza para obsérvalo – ¿Te molestaría?

-Espera –dijo Thomas –ella sabe lo Annie –Mary asintió con la cabeza sin dejar de mirar a Jacob.

-No, no me molestaría –sonrió ampliamente –me encantaría. –el hombre se inclinó hacia ella para darle un beso en la frente.

-¿Y tú quieres una niña? –preguntó el conde a la castaña soltando la mano del bebé para acariciar su pierna sobre la manta que la cubría.

-Quiero una niña para ponerle Isabella como mi madre –suspiro Mary, ella sabía que todo eso solo eran sueños que se quedarían en su mente, jamás podría gestar otro hijo de ninguno de los dos.

-Sumarían cuatro –dijo Jacob –creo que sería suficiente.

-¿Y si los siguientes que nacen no son niñas? –preguntó Thomas.

-Entonces pensaremos en tener más –Mary sintió un dolor profundo en su pecho acompañado por unas ganas inminentes de llorar.

-Los amo –susurro sintiendo un nudo en su garganta.

-¿Qué pasa? –preguntó Thomas observándola.

-Nada –negó ella volviendo la mirada al bebé para evitar que el rubio viera sus ojos que estaba segura que ya tenían una tonalidad rojiza.

-Te conozco –dijo con tranquilidad –algo te pasa.

-Me voy a tener que ir –dijo en un pequeño susurro sabía que no debía hablar de ese tema pero no podía ocultárselo, ella no podía ocultarles nada.

-¿De qué hablas? –preguntó Jacob visiblemente alterado separándose de ella.

-Yo hice un trato con Harry Jones –ambos hombres la observaron sin entender sus palabras –me intercambie por Jacob. –susurro.

-¿Qué? –los ojos azules vibraron dentro de sus órbitas.

-Me dijo que haría liberar a Jacob si yo prometía irme con él de nuevo a Derbyshire. –los ojos caoba se entrecerraron.

-¿Por qué hiciste eso? –Dijo Jacob furioso –yo hubiera preferido la horca a que tú volvieras con ese hombre.

-Estaba desesperada –Mary intentaba calmar al pequeño Jake que había empezado a llorar retorciéndose en sus brazos –cometí un error pero ahora tengo que asumirlo.

-Claro que no –Thomas hablo tranquilo –tú no te vas a ir con él.

-Me dijo que si no cumplía iba a matarlos a los dos –Jacob rio alto –que no le importaba ir a la cárcel pero que yo acabaría en el manicomio. –Mary aspiró fuertemente por la nariz –y si eso llega a ocurrir estoy segura de que terminaría ahí porque me volvería loca del dolor.

-Algo se nos va a ocurrir –el Conde le sonrió tranquilizadoramente –nosotros vamos a protegerte.

-Saben ahora que tengo un hijo veo todo muy diferente –dijo Jacob sonriendo de lado mientras estiraba los brazos para tomar al bebé, la castaña se lo entregó y el pequeño enseguida guardó silencio –La sangre llama –se levantó de la cama y observó a Mary –Nunca me lo pregunte porque nunca sentí que mi padre me amara lo suficiente pero... –Jacob sonrió de lado –¿Qué creen que un padre sería capaz de hacer por proteger a sus hijos? –preguntó. – 

Mary observó los ojos caobas y supo por el brillo en ellos que Jacob tenía un plan, confiaba tanto en él que su corazón se calmó y comenzó a soñar por fin cómo sería su vida con cuatro pequeños revoloteando por la casa, estaba segura que sería un caos porque se había criado con cinco hermanas, pero también iba a estar llena de felicidad, lo podía sentir. 


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