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Carlos
Cuando veo un enorme coche negro pararse en la puerta de mi casa respiro tranquilo, por fin han llegado.

Salgo a recibirlos, la primera en salir es Julia quien viene corriendo a abrazarme, hundo mi cabeza en su cuello sintiéndome un poco más tranquilo; necesitaba esto.

Miki está tan nervioso que ni se fija en lo que acaba de pasar; me mira y puedo ver la alerta en sus ojos, lo único que le he contado era que necesitaba que viniese.

— Pasad y os lo explico todo — los guio hacia el salón; Helena y Miki se sientan en un sofá y Julia y yo en otro que está justo al lado — nos han llamado hace nada, creen que han encontrado a mi madre.

—¿Donde estaba? — pregunta Miki.

— Aún no sabemos nada, nos han avisado pero tenemos que esperar a que venga desde donde quiera que esté — mi amigo aumenta su nerviosismo por segundos.

— ¿Y tú padre?

— Está en su habitación, prefiere estar aislado, en cambio yo necesitaba compañía.

— Nos quedaremos aquí el tiempo que haga falta — Helena me dedica una dulce sonrisa y se dirige a Miki— vamos a la cocina, le prepararemos algo a Carlos, está totalmente pálido.

Mi amigo asiente no sin antes lanzarme una mirada asustada, ambos se adentran en la cocina y yo me quedo a solas con Julia.

— Gracias por venir — digo acercándome aún más a ella — yo... —dudo en si decirlo o no, no soy demasiado cariñoso —te necesitaba.

— Siempre voy a estar aquí — su mano sube hasta mi cabeza, enredándose en mi pelo — no pienso dejarte solo — lo que dice me llega más de lo que ella piensa, la quiero muchísimo, aunque me aterrorice decirlo en voz alta.

Corto la distancia que hay entre nosotros con un beso dulce, pero necesario, nuestros labios se separan y Julia me dedica una tímida sonrisa.

— ¡Ya vamos para allá! — escuchó gritar a Helena desde la cocina, e intuyo que lo hace para avisarnos — ¡leche caliente para todos! — exclama acercándose a nosotros y tendiéndonos una taza a cada uno — bébetela, te sentará bien.

—Pongamos algo en la tele — añade Miki cogiendo el mando — así matamos el tiempo. No quiero seguir pensando o me explotará el cerebro.

Y eso hacemos, empezamos a ver un programa de música bastante famoso últimamente; Helena y Miki se acurrucan en un sofá en cambio Julia y yo nos mantenemos separados; no podemos arriesgarnos a que nos vean por mucho que necesite estar pegado a ella.

La noche cae y el programa continúa aunque creo que ninguno le presta atención, mi mejor amigo se ha dormido al igual que su novia; miro a Julia y veo su silueta en la oscuridad del salón, sentada con las piernas pegadas a su pecho y su brazo apoyado en el reposabrazos del sofá sosteniéndose la cabeza con la mano.

—¿Estas despierta? — pregunto en un susurro.

Como respuesta se acerca a mi y me abraza colocando su cabeza en mi hombro, comienzo a acariciarle la espalda de arriba a abajo.

— No pienso dormirme — señala ella.

— Deberías hacerlo, es tarde y seguro que estás cansada.

—Sé que tú no vas a hacerlo y no quiero dejarte solo.

— No me va a pasar nada.

—No quiero y punto.

Mi mano sube hasta su pelo, muevo mis dedos sobre su cabeza y observo como Julia arruga la nariz intentando que no se le cierren los ojos.

— Carlos, deja de intentar dormirme — resopla frustrada —hablemos de algo... ¿sabes qué Helena se va a llevar a Miki este fin de semana?

—Eso significa... ¡estaremos solos! — Julia asiente y se incorpora un poco para mirarme con una sonrisa — no pienso despegarme de ti —añado.

— Tendremos dos dias y medio para hacer lo que queramos... — se acerca un poco más a mi para unir nuestros labios en un beso lento, pero necesario. Al separarnos nuestras miradas se clavan, y ninguno puede despegarlas.

— Déjame encargarme a mi — susurro pegando mi frente a la suya.

— ¿Encargarte de que?

— De organizar lo que vamos a hacer el sábado y domingo, hay tantas cosas que quiero hacer contigo... — sus ojos se abren con un brillo especial, Julia se merece todo esto y más.

— Que guay eres... — sonríe ampliamente completamente emocionada – mi ratoncillo...

—¿Ratoncillo? ¿Que mote es ese? —me río ante su ocurrencia.

—No sé, se me acaba de ocurrir.

—Vale, pues tú eres mi ratoncilla — la beso de nuevo, sintiendo sus labios moverse sobre los míos.

Nos acurrucamos en el sofá, Julia apoya su cabeza en mi hombro mientras me acaricia el brazo de arriba a abajo; no sé si es por lo que está haciendo o por lo que me ha dicho, pero sorprendentemente acabo durmiéndome.

***
Abro los ojos cuando escucho voces, hay una luz encendida que hace que tarde unos segundos en acostumbrarme. Parpadeo y comienzo a palpar a mi lado en busca de Julia pero no está, giro mi cabeza y me la encuentro en la otra esquina del sofá, hablando con Miki y Helena.

—¡Carlos! —exclama mi amigo al ver que me he despertado — han llamado hace cinco minutos, tú madre no tardará en llegar.

Mi corazón comienza a latir con fuerza, la incertidumbre de no saber que va a pasar me mata; miro la hora en mi reloj, son las dos de la mañana.

—Tranquilo — Julia me mira transmitiéndome confianza, necesito abrazarla como antes y quedarme dormido a su lado —todo estará bien.

Asiento e intento relajarme. El tiempo pasa no despego la mirada de la puerta; unos veinte minutos más tarde esta se abre y por ella entra mi madre. Me acerco a ella enseguida y la abrazo, una sensación de calma me invade.

— Lo siento —susurra —necesitaba huir, y no pensé en nada más —noto el arrepentimiento en su voz.

—Lo importante es que has vuelto.

— ¿Tu padre está muy enfadado? —me encojo de hombros sin saber que contestar — no pasa nada, sé cómo manejarlo —me sorprende su seguridad — estos días me han ayudado a pensar y a plantearme muchas cosas.

Me separo de ella, quizá tiene razón y en realidad ha hecho bien en marcharse unos días. Miro a mis amigos que nos observan desde el sofá.

— Podéis quedaros a dormir si queréis.

— No — Helena se levanta — mi chofer nos llevará a casa —se acerca a mi para abrazarme — ya está todo bien, ahora disfruta del fin de semana — susurra de manera que solo yo lo escucho.

Miki es el siguiente en rodearme con sus brazos, estas horas ha estado igual de preocupado que yo y eso es una cosa que valoro bastante, tengo el mejor amigo del mundo.

Y por último Julia, tengo que contenerme para no besarla delante de todos.

— Te quiero —digo muy bajito, pero ella lo oye y al separarse puedo ver la sorpresa en sus ojos —¿que te pasa? —pregunto fingiendo inocencia.

—Nada...

Los veo marcharse y camino de vuelta a mi habitación, mi madre se acerca a mi y me sonríe, comenzando a andar a mi lado.

—Esa chica... —comienza diciendo.

— ¿Que chica?

—La ultima, la que es más bajita.

—¿Que pasa con ella? —pregunto fingiendo indiferencia.

— Te mira de una manera... especial.

—¿Que dices?

—No me niegues que no tienes nada con ella.

Sonrío y ella me devuelve la sonrisa, al parecer se me nota que estoy completamente pillado con Julia...

Me despido de mi madre y llego a mi habitación; me tumbo en la cama y cierro los ojos. Creo que ahora por fin viene todo lo bueno, llego el momento de disfrutar de verdad y quiero que Júlia esté a mi lado.

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