Sueños encarcelados
El sol resplandeciente de un mediodía de julio que le hacía entrecerrar los ojos estaba brillando a máxima intensidad sobre su cabeza. 32 ºC marcaba el termómetro del puerto de una isla remota de las Bahamas. "No hace mucho calor", pensó, "podría ser peor". Paró por un instante cerrando suavemente los ojos, el tiempo suficiente para poder apreciar los rayos de sol penetrando en su suave piel color nieve. Él quería estar más tiempo sintiendo el calor del sol, pero no pudo ya que los guardias, que lo escoltaban hacia la salida de aquel muelle, cuando se dieron cuenta de que había parado, lo empujaron hacia adelante haciéndolo tropezar con sus pies. Por primera vez, desde hacía mucho tiempo, se podría poner la ropa que quisiera, andar sin ser vigilado y, lo más importante, podría ser libre.…