434simon
El féretro de la inconsciencia.

El féretro de la inconsciencia.

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Estaba casi frente a ellos, se iba acercando la comparsa fúnebre; solos los pasos se escuchan, se sienten, algunos arrastrados pesadamente ya sin fuerza, los lloriqueos, las vestimentas negras de la mayoría opacan los feroces rayos de sol, las mujeres de velo negro cubriéndose los ojos hinchados y las ojeras del desvelo el rostro, pañuelos en las manos, olor a flores, susurros musitan sofocados. Al frente en hombros de hombres el féretro se mecía lenta y suavemente como si levitara por cuenta propia sobre las cabezas de muchos, de todos los que están y de los que faltan. Una mujer joven no lo resiste y cae de rodillas al piso, al lado de su mano el niño la mira desorientada, las que la acompañan le ayudan a pararse, lo intentan pero a ella no le perece, esta ida... sola, se ha marchado junto con él, el que es paseado en el féretro. Se detiene todo, aún faltan unos metros para llegar a nosotros, pero apreciamos todo con claridad desde nuestra trinchera, lo esperamos ansiosos, todos, queremos verlo, saber de quién se trata a quien le ha tocado la suerte de encontrarse con la guadaña de la compañera inseparable.La logran apartar al fin el camino está libre, comienza de nuevo la marcha, pero se tropieza un ebrio que lleva también en sus hombros parte del peso de la caja y el cuerpo sin alma, todos se tambalean pero dejan que se caiga, él no importa, la mujer de lirios blancos lo toma por una mano y lo aparta mientras le susurra algo al oído. Él parece entenderlo y cede su puesto y se aparta, se aparta tambaleando y el perro del pueblo le ladra buscando juego, pero le hace caso omiso, no puede ni con su propia alma el dolor lo embarga así como el alcohol.Ya viene, está muy cerca todos nos vemos las caras con entusiasmo macabro, sonreímos algunos se estrujan las manos otros, los más inmorales babean como animales. Yo no, yo me mantengo ecuánime, recto pero hambriento.…