Jamás bailé un lento...

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Ezio x Altaïr.

Sinopsis:

Una lección de baile no podía ser tan complicada... ¿verdad?

Notas:

Seeeh, sigo viva :v

No sé por qué, pero tenía muchas ganas de ver a este par en una situación así, aunque, ahora que lo pienso, creo que ya es el tercer fanfic donde estos dos bailan juntos, pero bueno, aquí lo que importa es que son la OTP -w-

#RetoRayo2023 #JamasBaileunLento2023 #EsdeFanfics

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El salón estaba vacío; el personal de conserjería tenía rato de haberse marchado, por lo que la penumbra y el silencio reinaban en el sitio casi en su totalidad y lo único que rompía esta atmósfera, tétrica hasta cierto punto, eran el eco de pisadas rítmicas contra el suelo de madera y una increíble variedad de maldiciones susurradas.

—Mal —dijo una voz masculina con un toque de impaciencia—. Hazlo otra vez, desde el principio.

—Maldición —respondió la otra persona, evidentemente hastiada—. Olvídalo, me rindo con esto.

—Entonces tomemos un descanso, pero no pienso dejar que pongas un pie fuera de este lugar hasta domines al menos la mitad de los pasos.

Los dorados ojos centellearon con molestia dirigida al joven de largos cabellos castaños que en ese momento le daba la espalda para pausar la música.

—¿Cuál es el punto de todo esto? Apesto en este tipo de actividades. No sé por qué insisten en que lo haga —bufó Altaïr al tomar asiento en un rincón del salón, ignorando lo mejor que podía su reflejo en los espejos que cubrían las paredes.

—Debiste pensar en las consecuencias antes de que tú y tus amigos armaran semejante revuelo en los pasillos de la universidad —recriminó el de ojos plateados, cruzado de brazos y con una expresión igual de cansada que su compañero.

Altaïr chasqueó la lengua y desvió la mirada.

Sí, era verdad que no midió la gravedad de sus actos, pero había sido un suceso por demás inevitable e imprevisto, y es que el tipo prácticamente salió de la nada. En un segundo tenía el camino despejado y, al siguiente, ese sujeto apareció detrás de él, provocando no sólo que ambos perdieran el equilibrio, sino que los dos acabaron rodando por las escaleras, dando como resultado la situación actual.

El muchacho dio un vistazo al tobillo vendado del contrario y una punzada de culpa y fastidio se estableció en su interior.

Las cosas habían sido simples, tanto, que resultaba aún más irritante: Altaïr y sus amigos del club de futbol americano salían del campus tras la práctica del día; las cosas estaban tranquilas, una plática como cualquier otra, bromas pesadas, un par de empujones, etc., nada fuera de lo ordinario, sin embargo, en algún punto, a los chicos les pareció buena idea jugar con el balón en los pasillos; no había nadie, así que tenía bastante sentido hacerlo, ¿no?

Pues resultó ser que no.

Un sólo descuido bastó para que el grupo se metiera en problemas y, dado que él fue quien ocasionó que el estúpido italiano se lastimara el tobillo, justo unas semanas antes de la competencia de baile regional, tuvo que cargar con la responsabilidad.

Si Altaïr debía ser honesto, hubiera preferido cualquier otro castigo en vez de suplir al tipo en la competencia; lo que, es más, ¿cómo siquiera habían llegado el director y ese italiano estúpido a la conclusión de que era una buena idea poner a un jugador de futbol como reemplazo de un competidor de baile? Eran piezas que, se vieran por donde se vieran, no encajaban en lo absoluto. Estaba bastante seguro de que todo eso no era más que una artimaña para humillarlo, y estaba todavía más seguro que dicha artimaña había sido planeada por el italiano, ese con el que no tenía una buena relación desde el día en que se conocieron de una manera bastante similar a la situación actual.

—Estás consciente de que vamos a perder si me presento yo en la competencia, ¿verdad? —dijo, con la esperanza de disuadirlo.

—Me he resignado a ello —suspiró con rendición—, pero el director insistió, así que...

—Sí, claro —masculló, sin creerle ni una sola palabra.

—Habló en serio. ¿En verdad crees que estoy haciendo esto por gusto?

—-Yo que sé. No es que te caiga muy bien —se encogió de hombros y se puso de pie.

—Cierto, pero tengo mejores cosas que hacer que perder mi tiempo aquí contigo.

Altaïr, ya más harto de eso, se volvió hacia él con la molestia a flor de piel.

—Muy bien, sé que lo que hice estuvo mal, pero fue un accidente y creo haberme disculpado adecuadamente, así que, ¿cuál es tu problema? No recuerdo nunca haberme metido contigo.

Ezio lo miró un largo rato, sin apartar los ojos de plata de los dorados, brillantes cual soles ardientes que, sin duda, atraían la atención de todo aquel que se cruzara en su camino. El Auditore entonces decidió que eran demasiado llamativos y relucientes, por lo que, a su pesar, acabó rompiendo el contacto visual con un carraspeo de por medio.

—No hiciste nada, es verdad, sólo sigo molesto. ¿Sabes lo que es practicar por días para que en un mísero minuto todo se vaya al traste?

Altaïr decidió que no podía discutir contra eso y agachó el rostro, encontrándose con el tobillo vendado y aumentando su malestar.

—Muy bien. Terminemos con esto, ¿quieres? —pidió, rogando por irse de una vez.

—¿Estás seguro?

—Tú fuiste el que dijo que no me dejaría salir de aquí hasta saber la mitad de los pasos.

—Lo sé, pero, hombre, eres horrible en esto. Siento que si sigo viendo tu pobre intento de baile acabaré muriendo de pena ajena.

—Por eso te dije que era una maldita mala idea —recriminó con una mezcla de irritación y vergüenza, incluso sintió que su rostro se calentaba.

—¡Oh! Esa cara es nueva —bromó al respecto y logró que el joven le dirigiera una mirada aun más severa—. Ok, ok, lo siento. Es sólo que es casi un milagro verte con otra expresión que no sea una de odio absoluto por la vida —el italiano alzó las palmas en señal de rendición.

—No considero tener ese tipo de expresión —farfulló.

—Créeme, la tienes. Das miedo. El primer día que te conocí creí que me odiabas a pesar de que no cruzamos ni una palabra.

—Creo que tampoco fue un buen primer encuentro, si me lo preguntas —enarcó sus cejas con cierta diversión asomándose en sus facciones siempre duras.

—En eso tienes razón. ¿Por qué siempre tropezamos de ese modo?

—Si lo supiera, habría encontrado el modo de evitarlo a toda costa.

—¿En serio? —preguntó al voltearse para encender la música de nuevo. Altaïr detectó algo parecido a la decepción en la voz ajena, sin embargo, lo pasó por alto, puesto que seguramente se estaba equivocando.

—¿Tú no? Es decir, casi te rompes el tobillo.

—No fue tan exagerado, pero creo que al menos esa parte sí la habría evitado.

—Te lo dije —se cruzó de brazos. No pudo evitar torcer el gesto cuando escuchó el inicio lento de la melodía—. ¿De quién fue la idea de usar esa canción?

—Se decidió por votación, así que lo siento si tienes un problema con ello.

—El problema no es la melodía, sino yo. En serio apesto en esto.

—Concuerdo —asintió sonriendo—. ¿Es que nunca habías bailado antes?

—No este tipo de baile tan lento... ninguno, en realidad —añadió tras pensarlo mejor.

—Bien, eso explica muchas cosas. Entonces te ayudaré un poco.

Altaïr apenas reaccionó a tiempo para dar un paso atrás cuando se percató de la repentina cercanía de Ezio.

—¿Qué planeas?

—Es mejor si te muestro cómo hacerlo.

—No creo que sea necesario acercarte tanto.

—Si no lo hago no podré enseñarte. Ahora, no te resistas tanto, recuerda que no puedo moverme bien.

Sin avisar lo tomó de las manos y colocó su izquierda sobre el hombro a la vez que sentía como la zurda de él viajaba hasta su cintura donde lo sostuvo con firmeza.

—Aguarda, esto es innecesario —trató de alejarse, mas le fue imposible—. ¿Y por qué yo tengo que tomar el papel de la mujer? —alegó más avergonzado que molesto.

—Porque así verás cómo se hace, luego cambiaremos lugares.

—No me convences —se removió incomodo e inconforme con la nueva situación, sobre todo porque, con cada intento por liberarse, Ezio apretaba más su agarre sobre él, lo que sólo aumentaba sus deseos por darle un golpe y quitárselo de encima.

—Espera a que la música comience de nuevo. ¿Listo?

—No.

—Inicia con un suave balanceo en tus pies. Así...

Sujetando la mano derecha de Altaïr, empezó con pasos lentos, avanzando de adelante hacia atrás y, luego de tres balanceos, dio una ligera vuelta y continuó con esa secuencia un rato, dejándose llevar por el ritmo de la música.

Come To Me

Come to me

I'll take care of you

Protect you

Calm, calm down

You're exhausted

Altaïr, por su parte, apenas podía seguirle y le era inevitable no mirar hacia sus pies o hacia el rostro concentrado de Ezio, tanto, que no se percató a tiempo del instante en que las lentas vueltas se convirtieron en dos más rápidas, momento en el cual Ezio pasó la rodilla derecha entre sus piernas e hizo que se inclinara hacia abajo, tomándolo por completo desprevenido.

—¡Hey!

—Justo aquí —susurró—, tendrías que rodear con tu pierna a la mía.

—Estás mal de la cabeza si piensas que haré eso —gruñó, ganando una odiosa sonrisa ladina por parte del más alto.

—Bien, lo intenté.

Come lie down

You don't have to explain

I understand

Dicho eso y sin dar oportunidad de asimilar sus palabras, se enderezó, trayendo consigo al muchacho y continuó con el suave balanceo en sus pasos.

—No me mires a mí —volvió a susurrar—. Mira al espejo, fíjate en mi reflejo y observa mis movimientos.

A regañadientes, Altaïr le hizo caso, siendo lo primero que vio los platinados orbes que sonreían ante su inminente vergüenza. Se planteó seriamente pisarlo. Lo peor era que esa vergonzosa escena no fue nada en comparación al siguiente paso, que implicaba que Ezio se apartara lo suficiente para tomarlo de las manos y, una vez hecho, le diera la vuelta de modo que quedó aprisionado entre sus brazos, con la espalda pegada al abdomen del italiano.

You know

That I adore you

You know

That I love you

—Hey, esto no es necesario...

—Lo es, si no, ¿de qué manera piensas aprender? —dijo muy cerca de su oído, causando que un escalofrío le recorriera el cuerpo.

—Muy bien, ya entendí. Omitamos esta parte —pidió casi con desesperación, cosa que aumentó cuando de nuevo se topó con los ojos de luna en el espejo, que lo veían con tal fijeza que resultaba abrumador.

So don't make me say it...

—¿Eh? —se volteó apenas al escuchar la tenue voz del Auditore cantar.

It would burst the bubble

Break the charm

Ezio soltó su mano derecha, tiró de la izquierda y Altaïr se vio obligado a girar, atontado por lo que de pronto parecía más una sesión de coqueteo que una lección de baile común.

Jump off

Your building's on fire

I'll catch you

I'll catch you

Destroy all that

Is keeping you down

Un nuevo tirón de su brazo y recuperaron la posición inicial, o eso parecía desde fuera, pues Altaïr juraría que sus cuerpos estaban más juntos que al principio, lo cual sólo sirvió para que perdiera toda concentración y siguiera los pasos de Ezio por mera inercia.

And then I'll nurse you

I'll nurse you

I'll protect you

Ezio hizo presión en su espalda y lo atrajo más hacia él, prácticamente abrazándolo.

—Espera... —de nuevo trató de empujarlo y de nuevo fue en vano. ¿Cómo habían acabado así las cosas?

You know...

That I adore you

You know

That I love you

Incomodo, demasiado incomodo.

Las ganas de huir no se hicieron de esperar y la idea de ganarse otro tipo de castigo por golpear al mismo estudiante al que le ocasionó el accidente no se hicieron esperar.

So don't make me say it... —volvió a susurrar junto a su oreja y eso fue todo lo que Altaïr pudo soportar.

It would burst the bubble

Break the charm

La melodía siguió sonando hasta el final, pero ellos habían dejado de bailar antes de que se terminara.

Altaïr, agitado, decidió que el suelo de madera era por demás interesante.

—¿Estás bien? —preguntó el italiano, que le extendió la mano para ayudarlo, y es que el joven de dorados ojos, en medio de su desconcierto, había logrado empujar a Ezio lo suficiente para librarse de él, mas en un descuido suyo acabó cayendo al suelo.

Altaïr sacudió su cabeza.

Un malentendido, todo eso se trataba de un simple y sencillo malentendido. El tipo solamente decidió que era buena idea cantar en medio de la práctica. Era de esperar, ¿no? Era algo normal, ¿no?

—¿Altaïr?

—Sí, sí. Estoy bien —rechazó la mano ofrecida y se levantó entre trompicones, evitando a toda costa verlo a los ojos—. Creo que lo he entendido un poco mejor, así que continuemos otro día.

Y salió corriendo del salón de baile, con sus pasos retumbando en el solitario edificio hasta llegar a la puerta, la cual le indicó a Ezio que, en definitiva, se había marchado, dejando solo al italiano, con la música volviendo a reproducirse desde el principio.

Su tobillo le escoció, producto del esfuerzo, pero, aun así, su sonrisa era imborrable.

No era exactamente el tipo de encuentro que había imaginado, sin embargo, estaba satisfecho, pues eso era mejor a observar al joven sirio desde lejos, escondido entre su grupo de amigos o desde el otro lado del salón de clases. Sin duda era una lástima perder el concurso, pero al menos ahora podía pasar un rato con el joven, charlar con él o cosas por el estilo.

—Aunque creo que lo asusté un poco.

Se rio bajito y, con lentitud, comenzó a bailar por cuenta propia, con pasos torpes debido a su tobillo, mas poco le importaba, ya que con cada vuelta recordaba el calor del cuerpo de Altaïr entre sus brazos, su aroma a canela y anís y sus preciosos ojos dorados.

You know... that I adore you... you know... that I love you.

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Y pues nada, aprovecho este regreso para pedirles que se den una vuelta por mi segundo perfil y apoyen mi historia, por favor 🥺🙏. Los protagonistas son casi un EziAlt, así que sé que les gustará 🥰.

Es este:
Mara-Ramirez

Nos vemos ^^✨️

A. W.


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