Entre sueños y estrellas

En las noches tranquilas de Eldarya, cuando las estrellas se alineaban en el firmamento como destellos de esperanza, Leiftan se sumergía en los confines de sus sueños. En esos momentos de quietud, cuando el mundo exterior se desvanecía y la mente se abría a lo desconocido, Leiftan soñaba con una presencia misteriosa.

Era una chica envuelta en la luz plateada de la luna, con cabellos que danzaban con la brisa nocturna y ojos cuyo destello rivalizaba con el fulgor de las estrellas. Su rostro era un enigma, un reflejo borroso en los límites de la mente de Leiftan, pero su presencia lo llenaba de una sensación de paz y conexión que no podía explicar.

No importaba cuánto buscara en los recuerdos de su pasado o en los confines de su mente, la identidad de esa chica seguía siendo un misterio para Leiftan. ¿Quién era ella? ¿Por qué su presencia lo perseguía en cada rincón de sus sueños?

A pesar de las preguntas sin respuesta, Leiftan encontraba consuelo en esos encuentros oníricos. A través de las nieblas de la noche, él y la chica desconocida compartían momentos efímeros de complicidad y camaradería, como si estuvieran destinados a encontrarse en algún punto del tiempo y el espacio.

Y así, en las noches estrelladas de Eldarya, Leiftan continuaba soñando con esa chica envuelta en el misterio, sin saber que su destino estaba entrelazado con el suyo en formas que aún estaban por descubrir.