Clow siempre había creído en el destino, de hecho, bastante firmemente. La Estrella que había visto sería el futuro perfecto para sus Cartas, una luz en la oscuridad que no provocará menos. Desgraciadamente no había contado con el Sol, porque éste no se mueve ni actúa, sino que sólo se lleva a donde le lleva la corriente. Desafortunadamente, la corriente lo lleva directamente a sus planes y lo quema en pedazos.