11. La intimidad de ser entendido

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La intimidad de ser entendido. Cuando dos personas encajan, así sin más, sin motivos ni razones intermediarias, se crea una intimidad, algo incapaz de recrearse con ninguna otra persona. Algo tan único que parece surrealista, porque lo llevas leyendo tantos años, lo llevas escuchando tanto tiempo que parece imposible que te pase a ti, y cuando te pasa, entiendes porque es tan famoso aquello que hablan de la intimidad de ser entendido

La intimidad del silencio. La intimidad que se crea entre dos personas que no necesitan nada más que la presencia de la otra. Está muy infravalorada esta intimidad porque no todo el mundo se permite simplemente ser al lado de otra persona. No hace falta llenar el silencio con palabras vacías porque la comunicación llega de formas inusuales y tan especiales como únicas

Mirábamos hojas. En silencio. Algo tan simple como eso nos permitía estar en compañía de la otra. Estábamos juntas en la intimidad del silencio y de entendernos. Disfrutando del mimo del viento en la cara, de los reflejos del sol en nuestros cuerpos, y del contraste del marrón de las hojas, ya otoñales, con el azul del cielo, el gris de las nubes y el verde espacial de los iris de sus ojos

Los viernes, Chiara salía antes del conservatorio, y le daba tiempo a pasear antes de tener que estar en casa. Por algún motivo que desconozco, decidió invitarme a unirme a su paseo rutinario y yo le agradecí a todas las fuerzas del universo que hubieran hecho que tomara esa decisión.

La funda de su guitarra descansaba a su otro lado, al lado que yo no ocupaba. Sin palabras, tan solo con la manera en la que la cuidaba, Chiara me contó como aquella guitarra era una de las piezas cruciales de su vida. Era una parte de ella. Greta, su compañera de vida desde los 9 años, cuando se la regalaron por su cumpleaños.

Y supongo que yo también le conté cosas. Le conté que mi poeta favorito es Lorca, que la Luna es mi centinela personal y que soy más solitaria de lo que parece. Le expliqué que amo el arte en todas sus expresiones, que mi pintor favorito es Monet y mi obra favorita Impresión, sol naciente. Le confesé que tenía el corazón roto desde que tenía memoria y que con los años se había ido rompiendo más y más. Le hablé de la cámara vintage que tenía en mi cuarto aunque no la usara, de mi afición a las series y de mi época artística favorita, el romanticismo. Y también me atreví a preguntar sobre la libreta rosa que Chiara siempre llevaba con ella y a la que no dejaba que nadie le pusiera un dedo encima

Ella respondió con el cuerpo. Las mejillas rojas y las manos temblorosas. Su mirada nerviosa me respondió que era su posesión más secreta, donde escribía todo lo que siente y todas sus canciones más personales. Me habló de cómo temía que alguien pudiera revelar sus más oscuros secretos y que por eso siempre la cargaba encima y no dejaba que nadie se le acercase. Me preguntó entonces ella a mí si me gustaba el silencio

Le hablé con el eco del viento, explicándole que el silencio había sido mi compañero de habitación y de vida durante mucho tiempo y, que a veces, necesito gritar en aislamiento, y espero que a voces, llegue él, el silencio, a hacerme la compañía que siempre me ha hecho, a cuidarme como siempre lo ha hecho, a guardarme, a mantenerme segura. A evitar que siga rompiéndome

-Me gustaría componer una canción contigo- Entonces descubrí que aquella voz, rasposa, aguda, tan única y atractiva, era mejor que cualquier silencio, porque todo por lo que había luchado él por guardarme, ella lo arrebata con una simple propuesta- Tu tienes la letra y yo la música- Y acarició con cariño su guitarra, dejándome deseando que mi mano fuera aquella tela negra

-Sería guay, aunque nunca he compuesto una canción- Admití, con los nervios carcomiendome

-Es fácil, es como escribir un poema al que le añades una base musical detrás- Explicó, como si fuese lo más fácil del mundo, como si, para ella, aquello fuera algo natural, algo que le salía solo, sin esforzarse. Tal vez lo era

-Lo dices como si fuese fácil

-Contigo todo es más fácil- Sus palabras, aunque el viento quiso llevárselas, se quedaron conmigo. Resonaron en mi caja torácica e impactaron como un rayo directo a mi curtido corazón. Me miraba, como si yo fuese la copa de cristal más bella y frágil del universo escondido tras sus iris y sus pupilas, dilatas, tanto como las mías 

-Contigo todo es mejor- Resumí en pocas palabras todas las que se me vinieron a la mente. Porque de repente, yo, que siempre había presumido de tener un léxico riquísimo y extenso, me había quedado sin palabras frente a la sencillez de aquellas 5, de esas 9 sílabas, 21 letras que acabaron con el mayor diccionario humano del universo conocido. Pero claro, es que el universo conocido no se podía comparar con el suyo, que idiota.

Su sonrisa despejó mi mente de las dudas que siempre me asaltaban cuando estaba con ella, simplemente debía dejar que fluyeramos, que fuéramos, que estuvieramos. Dejarme envolver por la intimidad del silencio y de ser entendida, por primera vez en toda mi vida




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